¿Cómo mejorar nuestra capacidad para escuchar (escucha activa)?
Casi todos conocemos la importancia que tiene saber escuchar y probablemente muchos de nosotros pensemos que lo hacemos bien, pero ¿es real esta creencia?, ¿se puede entrenar y mejorar el acto de la escucha activa? Aquí te damos algunas claves para mejorar en este sentido, descubriendo todo lo que nos puede aportar esta mejora.
¿Qué es la escucha activa? Este término fue creado por Carl Rogers, psicólogo estadounidense, al desarrollar algunos de los aspectos más importantes de su teoría interpersonal en 1942. Desde entonces este término amplía su significado y se extiende por la mayoría de áreas en las que .
La escucha activa, es un acto que realizamos de forma voluntaria, requiere por ello de nuestra atención y nuestra intención. Es un aprendizaje y, como tal, se mejora, se entrena y se adquiere, como cualquier otro. La escucha es activa porque requiere de nuestra participación, es un hecho que implica un esfuerzo y una concentración. Así, no hablamos de una mera actividad pasiva.
¿Qué significa escuchar?
Los científicos Roger y Farson (1979) describen la escucha como la cualidad de provocar cambios en la vida de los demás, así como generar confianza, cercanía, seguridad y empatía con el otro, lo cual forma parte de esta herramienta fundamental, a pesar de este dato, la ciencia informa de que la gente tan solo recuerda entre el 10 y el 25 % de todo lo que oye.
Escuchar significa centrarse en el otro, en aquel que ha decidido compartir su experiencia, su vida o sus problemas contigo. Escuchar requiere de un esfuerzo, no es tarea fácil, por ello debemos decidir cuándo queremos o podemos escuchar activamente al otro.
Cuando ponemos en acción esta herramienta, necesitamos acallar las voces que hay en nuestro interior. Necesitamos eliminar los remordimientos, la culpa, las prisas, los nervios, para poder dedicarnos 100 % al acto de la escucha.
La escucha activa requiere comprensión, pero no por ello respuesta. La propia escucha incentiva que el otro siga hablando. Alguien que se está sintiendo escuchado recibe una invitación a seguir haciéndolo, un estímulo para abrirse y compartir con los demás lo que lleva dentro. La escucha requiere también de paciencia, y por ello, entra dentro del trabajo que podemos hacer para mejorar.
¿Qué enemigos existen para la escucha activa?
Existen barreras que dificultan la escucha activa. Algunos de los más importantes son:
- Creencias: nuestras creencias condicionan la manera en la que percibimos. Escuchar a alguien que no comparte nuestras ideas nos puede generar tensión y/o rechazo. Por ello, si realizamos la escucha activa, tan solo tenemos que centrar nuestra atención en el otro y no en nosotros.
- Expectativas: lo que esperamos del otro o de la situación nos conduce por un camino u otro en la escucha. ¿Cuántas veces has desconectado de la conversación porque ya sabías como iba a acabar eso? ¿Conocías lo que ya iba a decir? Las expectativas no permiten una escucha activa ya que nos distraen de lo realmente importante, comprender al otro.
- Aptitudes: cada uno nace con aptitudes (potencialidades) diferentes. Unos tienen más facilidad para la escucha, otros para la comunicación, otros para ambas y a otros no se le da especialmente bien ninguna. La escucha requiere de aprendizaje y entrenamiento, por ello, es “como un deporte” que todos podemos practicar y mejorar.
- Actitud: ¿cuál es mi actitud frente a una conversación que no me interesa? ¿Frente a alguien con quien no quiero estar, pero debo estar? La escucha es un ejercicio de voluntad que requiere paciencia y actitud.
¿Cómo aprendemos a escuchar?
Las claves más básicas para mejorar la escucha son estas:
- No interrumpas.
- Presta atención con tu cuerpo y tu mirada.
- Mantén contacto visual.
- No juzgues o interpretes lo que cuentan, simplemente escucha.
- Percibe tanto las palabras como los gestos y movimientos de quien habla. Su lenguaje verbal también comunica y necesita ser escuchado.
- Parafrasea de vez en cuando, es decir, resume lo que dice para asegurarte de que entiendes lo que te está contando.
- Retroalimenta de vez en cuando; es decir, realiza gestos afirmativos con la cabeza, o por ejemplo, asiente de vez en cuando para transmitir que sigues escuchando.
- La regla de las tres R -recibe, reflexiona y recapitula- nos ayuda a mejorar en este sentido.
Recuerda que todos nacemos con el oído -con la capacidad -, pero no sabiendo escuchar. La escucha se hace y se trabaja; además, requiere de voluntad. El beneficio que supone sentirse escuchado es lo que debe motivar a mejorar tu voluntad y tu decisión para seguir trabajando en ello.