Contratransferencia: lo que el terapeuta siente como interferencia o como herramienta para el proceso

¿Qué es la contratrasferencia? ¿Qué papel juega en terapia? ¿Cómo podemos sacarle partido? ¡En este artículo te damos todos los detalles!
Contratransferencia: lo que el terapeuta siente como interferencia o como herramienta para el proceso

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 17 septiembre, 2022

El proceso de terapia transforma tanto al paciente como al terapeuta. Si bien es el paciente el que consulta, el terapeuta no es impermeable a los relatos que escucha y en general a la propia intervención terapéutica. Aquí radica la importancia de entender la contratransferencia.

Se suele pensar en lo importante y fundamental que es que el paciente se sienta cómodo. El vínculo terapéutico es quizás uno de los elementos más determinantes en el resultado de cualquier intervención, siendo el compromiso del cliente/paciente con la intervención muy sensible a las particularidades de esta relación. Sin embargo, rara vez se piensa en cómo se siente el terapeuta en esta interacción que trasciende más allá de los 50 minutos que dura una sesión.

El terapeuta intentará ser lo más neutral posible, pero siempre traerá a las sesiones lo que es como persona. De aquí parte la necesidad de que los psicoterapeutas realicen a su vez un proceso de psicoterapia personal, así como supervisión de casos.

Psicóloga con paciente en terapia
Realizar terapia y supervisión de casos es esencial para no interferir ni influir en el proceso de los pacientes.

¿Qué significa que un terapeuta trae a las sesiones también lo que es como persona?

Sigmund Freud, médico neurólogo y creador del psicoanálisis, dedicó una atención especial a estudiar y reflexionar sobre lo que sucede dentro de la propia terapia. Entendía que los terapeutas no somos máquinas, que no tenemos el poder de dejar todo lo que sucede en nuestra parte más personal fuera de las evaluaciones, intervenciones o seguimientos que planteamos.

Abordó la contratransferencia, concepto que hace referencia a que hay signos y rasgos personales del terapeuta que se presentan en las sesiones. Tienen que ver con procesos internos del profesional en relación a la influencia que tiene el paciente sobre su estado cognitivo general, siendo especialmente importante el área emocional. Es recomendable que el terapeuta incluya este elemento en sus propias sesiones de terapia personal cuando las haga (Fedida, 1979).

¿Cómo cuidar que los sentimientos del terapeuta no sean una interferencia?

Es probable que determinados acontecimientos que se produzcan en terapia toquen las fibras más sensibles del terapeuta. Pueden aparecer los deseos, los mecanismos de defensa, las angustias, los miedos y las emociones. Por este motivo, el profesional debe haber trabajado previamente su historia y recordar que ese espacio de psicoterapia es del paciente y evitar traer comentarios que tengan que ver consigo mismo.

Una situación de este tipo puede producirse cuando un cliente/paciente llega a consulta con una historia sentimental muy parecida a la que el terapeuta está viviendo en primera persona. Es difícil pensar que algo así no va a influir en el terapeuta; la contratransferencia es inevitable. ¿Cómo se vería esta movilización como interferencia del proceso? El terapeuta quizá se apresuraría a intentar animar al paciente a que termine con esa relación, como está intentando hacer él.

Aquí, sus propios sentimientos están influyendo en el proceso, haciendo que se muestre más directivo de lo que probablemente debería. Si bien, puede haber similitudes entre sus historias, son personajes completamente distintos con motivaciones diferentes. Con lo cual, el objetivo de la terapia está más orientado a entender su caso concreto y que el propio paciente decida si quiere quedar en esa relación o no.

Es importante aclarar que los sentimientos del terapeuta pueden verse movilizados por muchos motivos, no exclusivamente porque hayan tenido una vivencia parecida. Se utilizó este ejemplo como forma de ilustrar lo más claro posible. Sin embargo, cuestiones más sutiles como el tono de voz del paciente, su forma de narrar las cosas, su sentido del humor, entre otras, pueden suscitar distintas reacciones en el terapeuta, conscientes e inconscientes.

En este sentido, la contratransferencia también es un indicador para el terapeuta de si puede abordar un caso o no. Emociones muy intensas e inmanejables pueden significar que es mejor derivar el caso a otro profesional de la salud mental. Con lo cual, las sensaciones que despiertan los clientes/pacientes nos dan información valiosa sobre nuestra capacidad, como terapeutas, para abordar un caso. Es ético y fundamental reconocer cuando no sé es el mejor profesional para trabajar con cierto caso o paciente.

Hombre en terapia
Que el terapeuta conozca su historia le permitirá separar y diferenciar qué tiene que ver con sus propios procesos y qué puede tener que ver con el paciente que tiene delante.

¿Cómo utilizar lo que el terapeuta siente en favor de la terapia?

Anteriormente se mencionó que el terapeuta debe trabajar en su proceso lo que el paciente le hace sentir, pero es importante aclarar que la intención no es anular toda reacción afectiva por parte del terapeuta, sino entender cómo funciona y ver si tiene sentido y puede ser útil para la terapia.

Los pacientes traen a terapia también lo que son, lo que piensan que fueron, lo que creen que son y lo que esperan ser. Repiten dentro del espacio terapéutico las dinámicas que viven fuera sean conscientes o no. Con lo cual, lo que nos hace sentir un paciente no solo tiene que ver con el terapeuta, sino también con lo que el paciente hace sentir a la gente, en general. Esto, sería otro concepto fundamental del psicoanálisis, llamado transferencia. Una información sumamente valiosa para trabajar en la psicoterapia.

¿El paciente le hace sentir al terapeuta que todo lo que dice está mal?, ¿el paciente genera un clima de prisa y aceleración por estar bien ya?, ¿Con su forma de hablar facilita conectar con una profunda tristeza?

Devolverle algo de esto sí que puede ayudar al paciente a ser consciente de qué produce en los demás. Es fundamental que el paciente se sienta cómodo con su terapia, sentirse cómodo favorece el vínculo terapéutico. Es por esto que lo que el terapeuta trae a las sesiones, como persona, más allá de sus habilidades profesionales, también favorecerá o será un obstáculo para que el paciente se sienta cómodo.

Como conclusión, lo que el terapeuta siente es parte inevitable del proceso -de hecho, inevitablemente lo es-. Como toda interacción humana, las emociones se movilizan. Dependerá del terapeuta y su capacidad para gestionar determinados flujos de pensamiento lo positivo o lo negativo que pueda ser emplearlo en su desempeño profesional.

“Cuando un terapeuta se sienta ante un paciente pone frente a él su propia relación
consigo mismo”.

-Grildin, 2015-


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