¿Cuáles son los efectos del apego desorganizado?
El «apego desorganizado» es una forma de vinculación interpersonal que ha atraído la atención de muchos investigadores. Sus secuelas durante la adultez son muchas y, a menudo, están impregnadas con emociones aversivas, como la ansiedad. Por ejemplo, las personas con este apego tienden a comunicarse y relacionarse peor y, en consecuencia, experimentan niveles de malestar más elevados.
De hecho, tal apego es vinculado con un número nada desdeñable de entidades clínicas. Hablamos de la depresión o del trastorno por estrés postraumático (TEPT). Pero también de la psicosis o los trastornos de la personalidad. ¿Qué tiene de «especial» este estilo de apego? Lo vamos explicaremos a lo largo del artículo, pero antes reflexionemos entorno al concepto en sí.
«El apego es una necesidad biológica y psicológica fundamental, y su ausencia puede tener consecuencias graves para el desarrollo emocional y social».
-Mary Ainsworth-
¿Qué es el apego?
El «apego» es muchas cosas. Es un proceso, en el sentido de que aprendemos a relacionarnos con nosotros mismos y con quienes nos rodean desde la más tierna infancia; pero también es un «destino», una «estación de llegada», porque al vincularnos y al intimar con otras personas perseguimos una meta: la seguridad.
Producto de los experimentos de John Bowlby nace este curioso concepto. La teoría del apego, lejos de parecer anticuada, constituye un corpus de conceptos teóricos y prácticos que siguen muy vigentes. Es más, continúa muy nutrida por investigaciones muy actuales.
Como dice Van der Kolk (2020) «cuando llegamos a este mundo, lloramos para anunciar nuestra presencia». En este periodo de la vida del infante es donde comienza a formarse este vínculo. Si los cuidadores responden con cariño, seguridad, protección y afecto ante la angustia del niño, es probable que él desarrolle un estilo de apego seguro, saludable y positivo, que se mantendrá vigente durante la adultez.
Por el contrario, si los cuidadores se comportan con negligencia y dejan de cuidar, sosegar y atender las necesidades del infante, es posible que desarrollen formas inseguras de vincularse con los demás. Una de estas recibe el nombre de «apego desorganizado» ¿Cuáles son sus características?
«El apego es una relación emocional entre dos personas, caracterizada por la búsqueda de proximidad y consuelo en situaciones de estrés o peligro».
-Alan Sroufe-
Las características del apego desorganizado
En las indagaciones originales de Ainsworth (Main et al, 1990) se observó que determinados infantes, ante la ausencia de su cuidador, reaccionaban mediante la hostilidad, la desorientación, la confusión, el congelamiento y el miedo. Así nació este estilo de apego y, tal y como señala Granqvist et al (2017), se caracteriza por un «estado perpetuo de alarma».
Si el infante aprende que, cuando necesita seguridad, obtiene desdén; o que, cuando tiene miedo, sus cuidadores reaccionan con indiferencia, es probable que tienda a retrotraerse y a evitar entrar en contacto con los demás. Es decir, desarrolla creencias que gravitan entorno a dos cuestiones: «yo soy malo y el mundo es malo» y «debo desconfiar de las personas que me rodean y de mis propias capacidades».
«El apego desorganizado es la forma más extrema de inseguridad, caracterizada por la falta de una estrategia organizada para abordar situaciones de estrés».
-Mary Main-
Efectos a largo plazo del apego desorganizado
Esta clase de apego es el fruto que recogen los niños de la relación con sus cuidadores. En este sentido, lo que aprenden siendo pequeños lo mantienen y lo perpetúan en la adultez. Este apego puede manifestarse, en la infancia, de dos maneras (Van der Kolk, 2020):
- Como consecuencia del trato de algunas madres y/o padres. En especial cuando, debido a la preocupación en sus propios problemas, descuidan a sus hijos. Además, existe una inclinación a ser muy intrusivas e irritables en lo que respecta al trato con su progenie. Su conducta con frecuencia es ambivalente, porque oscila entre «satisfacer sus necesidades emocionales» y «satisfacer las necesidades de los hijos».
- En segundo lugar, se ha descrito a las madres y/o padres que sienten miedo y se saben impotentes ante las vicisitudes de la vida. Así, suelen ser poco capaces de comportarse de acuerdo con el rol del cuidador y ni siquiera consideran el hecho de recoger en brazos a sus hijos si estos lloran.
La negligencia en el cuidado puede darse tanto por «exceso de cuidado» como por «defecto». Lo decía Aristóteles con su frase de «en el punto medio está la virtud» y tenía razón, puesto que por de esta forma de crianza desorganizada, los niños, cuando se hacen adultos presentan características como las que veremos a continuación (Granqvist et al., 2017, Van der Kolk 2020):
- Emociones hostiles que giran entorno a la ira y la irritabilidad.
- Inestabilidad en la percepción de un «Yo» coherente integrado. Esto sucede, por ejemplo, en el trastorno límite de la personalidad (TLP).
- Impulsividad. A menudo, se manifiesta mediante la «autolesión» y también mediante el consumo desaforado de tóxicos o las actividades sexuales de riesgo.
- Conductas de riesgo que derivan en un daño físico y/o psicológico. Aquí hablamos de conductas autolesivas o de un diálogo interno excesivamente crítico.
Se ha encontrado que el factor que predice de forma más clara las consecuencias reseñadas es el retraimiento emocional (Van der Kolk, 2020). Es decir, los niños aprendieron que cuando sentían terror o angustia, sus cuidadores distaban de ayudarles. Y para «salvarse», prefirieron refugiarse en sí mismos y a dejar de pedir ayuda.
Como observamos, las consecuencias que se derivan de este estilo de apego son muchas. La incoherencia en el comportamiento, la dificultad a la hora de regular las propias emociones o la distancia emocional respecto de otras personas son características adicionales. En este sentido, cabe resaltar la extraordinaria importancia que adquiere el hecho de «cuidar con amor, afecto y sensibilidad» a nuestros hijos.
«El apego desorganizado se asocia con una mayor frecuencia de conductas disociativas y traumas psicológicos en la edad adulta».
-Bessel Van der Kolk-
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Hadiprodjo, N. A. (2023). Attachment Theory in Paediatric Health Care. In Integrating Therapeutic Play Into Nursing and Allied Health Practice: A Developmentally Sensitive Approach to Communicating with Children (pp. 59-73). Cham: Springer International Publishing.
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Van der Kolk, B. A., & Van der Kolk, B. A. (2020). El Cuerpo Lleva la Cuenta: Cerebro, Mente Y Cuerpo en la Superación Del Trauma. Alianza Editorial.
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Wray, L. L. (2017). Developmental risk in young children: The contributions of mothers' empathy, attachment, trauma, and caregiving dysregulation (Doctoral dissertation, Mills College).
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Brown, D. (2002). (Mis) representations of the long-term effects of childhood sexual abuse in the courts. Journal of Child Sexual Abuse, 9(3-4), 79-107.
- Main, Mary, and Judith Solomon. «Procedures for identifying infants as disorganized/disoriented during the Ainsworth Strange Situation». Attachment in the preschool years: Theory, research, and intervention 1 (1990): 121-160.