Cuando enfermamos por lo que no decimos
La enfermedad puede ser un mensaje del cuerpo, que a veces es producida por un bloqueo emocional que nos advierte que no vamos en la dirección correcta, manifestándose en el cuerpo a través de los síntomas. Para vivir plenamente, siempre es una buena idea aprender a escuchar lo que nosotros mismos decimos de nuestro cuerpo y de nuestras emociones.
Todos les damos forma a nuestras experiencias a través del filtro de nuestros pensamientos. De ellos nacen muchas de nuestras emociones: habitualmente positivas cuando analizamos la información ajustadamente y negativas cuando formamos nuestros pensamientos de manera errónea. Experimentar el segundo tipo nos produce bloqueos emocionales, que se traducen en malestar psíquico y físico.
La verdadera revolución empieza dentro de nosotros mismos
Dime que te duele y te diré lo que necesitas decir
Nuestro cuerpo es sabio y habla, por eso hay que aprender a escuchar qué es lo que nos quiere decir, para, desde ahí, ir a la situación que nos genera malestar y sanarla. De acuerdo con la parte del cuerpo donde se presente el signo, habrá una explicación emocional para el mismo. Estudios médicos han confirmado que podemos prevenir o bien, sanar, si identificamos la situación o los sentimientos que nos bloquean a nivel emocional.
El dolor de cuello representa lo que no nos atrevemos a decir, el dolor en los tobillos el avance o la resistencia que mostramos a la hora de aceptar una realidad. Los problemas estomacales hablan de la convivencia y de la habilidad para digerir las situaciones.
Otra parte del cuerpo que recibe muchas de nuestras emociones es la espalda. Según los expertos, las molestias en la parte baja de la espalda usualmente reflejan preocupaciones económicas o sensación de falta de apoyo, la parte de la espalda alta cuando presenta molestias nos dice que estamos cargando cosas que no nos corresponden.
Los problemas en los muslos están relacionados con lo que los demás esperan de nosotros. En el caso de las rodillas, está asociado con el orgullo. Si duele la frente, se relacionado con la manera en la que enfrentamos el mundo. Los problemas del corazón son relacionados con problemas emocionales básicos, de afectos primarios.
Las palabras que no decimos se transforman en frustración
El resentimiento y las enfermedades físicas
Nuestra vida no es más que un reflejo de nuestro estado mental, si en nuestra mente hay paz, armonía y equilibrio, entonces nuestras vidas serán ser armoniosas, pacíficas y equilibradas. En cambio si nos dominan los pensamientos desajustados, negativos, vengativos nuestra vida será desequilibrada y en ese desequilibrio aparecen las enfermedades físicas.
El resentimiento es un sentimiento que enquistado y agravado puede acabar produciendo rencor. Estas sensaciones pueden causar desde una ligera molestia temporal a un profundo malestar que puede dificultar o imposibilitar las relaciones con la persona que nos ha ofendido. Sentir resentimiento, altera a nivel físico nuestro sistema inmunológico, lo que nos hace mucho más vulnerables a enfermedades comunes, como una gripe o un herpes.
La rabia o el resentimiento crónico son considerados un factor de riesgo para padecer alguna cardiopatía. Carsten Wrosch, de la Universidad de Concordia (Canadá), analizó la relación entre el resentimiento y la calidad de vida.
Cuando esta emoción se abriga por demasiado tiempo, predice patrones de desregulación biológica, un impedimento fisiológico que afecta al metabolismo, las respuestas inmunes y las funciones de los órganos y de enfermedades físicas.
Cuando pensamos una cosa y decimos otra, sentimos una cosa y hacemos otra, no somos coherentes con nosotros mismos, por miedo al rechazo, al abandono, a la crítica, o al juicio, y de esta manera se producen los desequilibrios emocionales que nos llevan a enfermar.
Lo que no decimos es nuestra asignatura pendiente