Cuando los hermanos adultos dejan de hablarse

El hecho de que unos hermanos dejen de hablarse suele ser una circunstancia especialmente dolorosa. Desavenencias, personalidades diferentes, decepciones... Son muchas las causas que pueden generar el desencuentro. Ahora, si es nuestro deseo, ¿qué podemos hacer para darle la vuelta a la situación?
Cuando los hermanos adultos dejan de hablarse
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 20 enero, 2022

Cuando los hermanos adultos dejan de hablarse se experimenta un profundo sufrimiento. Por llamativo que nos parezca, es un hecho frecuente, una realidad triste, pero habitual, esa en que la ruptura de los lazos fraternos deja inevitables vacíos y malestares permanentes. Enfados, desavenencias, tomar rumbos distintos… Son muchas las causas que hay detrás de estas situaciones.

El propio hecho no deja de ser desconcertante. Desde una perspectiva social, el vínculo entre los hermanos se ve como una institución, como algo indisoluble. De hecho, mucha gente tiene en esas figuras su apoyo cotidiano y ese referente habitual con el que compartir confidencias, problemas y momentos enriquecedores.

A menudo, se habla de la distancia que se establece en ocasiones entre padres e hijos. Haber pasado por una infancia traumática suele ser el desencadenante más común para esa decisión. Ahora bien, pero… ¿qué ocurre con los hermanos? ¿Cómo pueden convertirse de un día para otro en «enemigos de sangre»? Lo analizamos.

Cuando los hermanos adultos dejan de hablarse

Cuando los hermanos adultos dejan de hablarse

El psicólogo Daniel Shaw, de la Universidad de Pittsburgh, experto en relaciones entre hermanos, señala que las investigaciones sobre este tema son escasas. Por término medio, se asume que estas relaciones suelen ser buenas o al menos aceptables. Socialmente se sigue manteniendo la clásica idea de que la familia es un pilar indestructible, pero la realidad, a veces, puede ser muy diferente…

Así, parece que el hecho de que los hermanos adultos dejen de hablarse constituye algo problemático, algo de lo que no se habla en exceso. Sin embargo, es una situación que se da con más frecuencia de la que pensamos. Es más, hay quien lo mantiene en silencio, convirtiéndose en esa herida de la que no se quiere hablar y que se oculta a los conocidos.

Rivalidades y conflictos arrastrados durante años

La rivalidad entre hermanos es un fenómeno común. En ocasiones, puede darse el hecho de que un hermano sea el favorito de los progenitores y eso termina siendo origen de distancias, frustraciones y múltiples problemáticas. Llegada la edad adulta es común que pueda producirse un distanciamiento.

Por otro lado, también pueden darse situaciones conflictivas que marquen un antes y un después. Lejos de ser desavenencias puntuales, en realidad, son hechos que se arrastran durante años, demostrando con ello que las disputas en la infancia con los hermanos son comunes.

Personalidades incompatibles

Que dos personas tengan lazos de sangre tan fuertes no implica una compatibilidad o la facilidad para establecer una relación fluida. La genética no determina un mismo carácter, unos mismos valores, principios y rasgos de personalidad. Eso hace que a menudo nos encontremos con hermanos claramente incompatibles. Algo así ya se aprecia en la infancia y adolescencia, pero es al llegar a la edad adulta cuando surgen las diferencias más evidentes; a veces, insalvables.

El estilo de vida, las aficiones o las parejas elegidas marcan territorios existenciales e ideológicos dispares que terminan con la gradual distancia.

Los rencores familiares (lo que yo he hecho por la familia y tú no)

Cuando los hermanos adultos dejan de hablarse lo que puede haberlo provocado es el rencor. Uno de los orígenes de esta emoción tan devastadora es lo que entendemos como «inversión familiar». Es decir, en ocasiones, pueden surgir disputas y diferencias cuando alguno de los padres está enfermo.

Uno de los hermanos es el que se hace cargo de la atención de ese padre o esa madre dependiente. El otro o los otros hermanos no asumen la misma colaboración y esto deriva en discusiones y problemas a veces insalvables.

Ocurre lo mismo cuando los hermanos se van de casa y forman su propia familia. Algunos invierten más tiempo en estar en contacto con los otros miembros, se esfuerzan en atender, en colaborar, en reunirse... Otros en cambio, asumen una actitud más despreocupada y ello, es origen de problemas.

Conflictos económicos

En la adultez, también es común que los hermanos se distancien por razones económicas. Por ejemplo, muchos se pelean porque comparten la titularidad de una empresa y cuando llegan los problemas de liquidez, entonces la relación se ve afectada.

Otro escenario bastante común es el conflicto por las herencias que dejan los padres. En estos casos, es habitual que los hermanos peleen por la parte que le corresponde, o porque piensan que uno se está beneficiando más que el otro.

Hombre triste demostrando 2ue No sé vivir solo

¿Qué hacer cuando la relación entre hermanos empieza a distanciarse?

En ocasiones, proceder a la reconciliación entre hermanos puede resultar más problemático que conseguir un acercamiento entre padres e hijos. A veces, hay hechos que resultan muy difíciles de gestionar, como el hecho de que exista un “favorito de mamá” o un “favorito de papá”. También que dispongamos de ese hermano que por su personalidad resulte casi imposible hablar, razonar, llegar a acuerdos.

Son sin duda situaciones de excesiva dificultad, pero en muchos casos cuando los hermanos adultos dejan de hablarse sigue existiendo el apego. Por tanto, aún caben esperanzas de reconciliación. Las estrategias que deberíamos considerar son las siguientes:

  • Centrémonos en el presente. Si deseamos recuperar la relación con nuestros hermanos, es necesario aceptar y perdonar hechos del pasado -perdonar al otro y perdonarnos también a nosotros mismos-. El aquí y ahora para volver a empezar.
  • Controlemos las expectativas. En ocasiones, esperamos mucho de los demás y en especial de nuestra familia. Tener una misma sangre no impone nada, no estamos obligados a ser, actuar o responder de determinadas formas. Esto es algo que debemos entender.
  • Recordemos los buenos recuerdos, son puntos de partida para volver a empezar. Esta es una buena estrategia que nos permite tener en cuenta ese pasado en el que compartimos cosas siendo cómplices, en el que las emociones nos unían y éramos felices. Con voluntad y madurez, podemos reiniciar esos sentimientos y darnos nuevas oportunidades.

Para concluir, en la medida que sea posible, procuremos siempre reparar esa situación. La herida que suele dejar el distanciamiento con un hermano es permanente y profunda. Sanar ese lazo siempre es una buena inversión.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.