¿Cuándo es el momento de pedir ayuda?

¿Cuándo es el momento de pedir ayuda?
Adriana Díez

Escrito y verificado por la psicóloga Adriana Díez.

Última actualización: 26 enero, 2018

¿Cuándo necesitamos ayuda? ¿Cuándo debemos buscar una mano tendida o pedirla y no remar solos? ¿Cuándo es necesaria la ayuda externa? ¿Existen patrones objetivos para acudir a alguien que nos ayude? En definitiva, ¿cuándo es el momento de pedir ayuda?

No podemos definir ningún tiempo concreto que marque universalmente el momento de pedir ayuda. Los límites son particulares, igual que los recursos. Entonces, ¿cómo podemos darnos cuenta? Cada uno ha de saber qué cosas están cambiando en su vida, qué está dejando de hacer por miedo, tristeza o falta de ganas, o qué no hace de todas esas actividades que antes le hacían feliz.

El marcador para pedir ayuda está dentro de cada uno y hemos de saber, además de identificarlo, dejar el orgullo atrás y acudir a alguien que pueda ayudarnos. Aguantar y aguantar sin límites, presenciando una ausencia de progreso que nos desmotive, no nos lleva a nada. En este sentido, a veces una ayuda a tiempo es una batalla ganada.

En muchos casos, pedir ayuda nos da una nueva oportunidad de encontrar la esperanza, rescatándonos de una situación que creíamos imposible de resolver, pero para ello hay que saber bien a quién acudir y cuándo. Superados los límites personales de intentar aguantar solos, nos toca abrirnos a alguien y dejarnos ayudar.

Chica triste de espaldas

Pedir ayuda es cosa de valientes

Ocultar los sentimientos, creer que llorar es de débiles, pensar que nuestras fuerzas alcanzan mucho más allá de la energía que nos pueden aportar, abrazar la idea de que nadie nos entenderá son hilos que nos pueden llegar a estrangular. Ni podemos con todo (ni tenemos por qué poder), ni mostrar lo que sentimos es de menos valientes, ni acudir a un especialista significa cerrar una capitulación o asumir una derrota. Pedir ayuda demuestra valentía, inteligencia y confianza.

Las batallas se ganan con un esfuerzo y con una toma de decisiones inteligente, y ser inteligentes también implica tomar herramientas que quizás otros nos aporten o nos ayuden a encontrar cuando hemos perdido el mapa personal. Pedir ayuda es cosa de valientes, porque implica reconocer la necesidad, además de que no te das por vencido y de que tienes esperanza en conseguir aquello que te gustaría.

Cuando sientas que la situación te desborda, cuando creas que no eres el mismo de antes y no eres feliz, cuando consideres que ya has llegado demasiado lejos solo, cuando antes podías encontrar esa dulzura que solo reside en pequeñas cosas y ya no lo haces, cuando todo lo que antes te divertía ya no lo hace y nos has encontrado nuevas actividades que hagan, es el momento. El momento de pedir ayuda.

Mujeres preocupadas

Aprender a pedir ayuda

Puede que el primer paso sea el más difícil, hablar sobre nosotros mismos, contarle a alguien cómo nos sentimos, expresarnos y buscar de una manera decidida aquello que nos falta. ¿Cómo podemos aprender a pedir ayuda? El primer paso va a ser encontrar alguien en quien confiar. Si hemos probado con gente de nuestro alrededor y no mejoramos o la ayuda que nos brindan es insuficiente, es el momento de pedir ayuda a un especialista.

La variedad es tanta, que probablemente no será difícil encontrar un especialista que nos pueda echar una mano en eso, en concreto, que necesitamos. Si nos doliera la garganta iríamos al médico, si no pudiéramos mover el cuello iríamos al fisioterapeuta, si no viéramos correctamente iríamos al oculista. Si nos saliera una caries acudiríamos al dentista, pues si nos duele el alma, ¿por qué no acudir al psicólogo?

El psicólogo es un especialista más, y verlo como alguien que solo trabaja con locos es un retrato muy anticuado y reducido de la ayuda que está capacitado para prestar. En este sentido, el trabajo con el psicólogo hace que la persona aumente su registro de recursos para hacerle frente a las dificultades. Además, podrá hacernos de esparrin cuando queramos confrontar una teoría, disipar esa sensación de soledad que todos hemos sentido alguna vez, por no deseada, como asfixiante o reforzar nuestra motivación en el caso de que se encuentre debilitada. Si es así, entonces, ¿por qué no pedir ayuda, incluso antes de necesitarla, cuando sea la mejor decisión?


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.