Dentro del cerebro de un votante
El interés por comprender el cerebro de un votante ha sido y es grande. Desde que se instauró el sistema democrático, lo que piensen los ciudadanos importa, y mucho. El voto es un bien muy preciado por aquellos grupos que buscan ganar poder de decisión.
El tema ha cobrado mayor importancia después de que se han presentado situaciones políticas que en otras circunstancias habrían tenido recorridos muy cortos. Son muchos los casos en el mundo en los que los electores han optado por alternativas que van incluso en contra de sí mismos. Esto ha hecho evidente que el cerebro de un votante es una realidad muy compleja.
Las decisiones políticas de los ciudadanos no nacen por azar , ni se pueden explicar solo con el simplismo de la “manipulación”. Por eso los investigadores han diseñado diversos modelos teóricos con el objetivo de explicar el cerebro de un votante. Veamos dichos modelos y lo que dicen al respecto.
“El voto es preciado. Es la herramienta sin violencia más poderosa que tenemos en una sociedad democrática y debemos usarla”.
-John Lewis-
El cerebro de un votante, ¿una caja negra?
El modelo de la caja negra es el más clásico para explicar lo que pasa en el cerebro de un votante. Se basa en el esquema típico de estímulo y respuesta, es decir: determinados estímulos provocan determinadas respuestas.
Desde ese punto de vista, las decisiones políticas se explican de una manera sencilla: una buena campaña cautiva los electores y es entonces cuando ellos deciden votar por esta, ya que es más convincente que las demás.
En principio, parece lógico. Sin embargo, este modelo parte de la idea de que el mensaje es recibido tal y como fue emitido, como si en el cerebro de un votante no hubiese nada. En otras palabras, como si fuera solo un receptor pasivo que se deja seducir.
El modelo de Columbia
Este modelo fue ideado por Paul Lazarsfeld, profesor de la Universidad de Columbia, en los años 40. Según esta perspectiva, lo que hay en el cerebro de un votante es una influencia de diferentes variables sociológicas. Las más importantes son edad, clase social, lugar de residencia y creencias religiosas, entre otras.
Desde esta perspectiva, las preferencias políticas de los electores son muy sólidas y las campañas políticas tienen poca o ninguna incidencia en ellas. Lo que sucede es que el elector define su opción de preferencia incluso antes de que empiece la campaña.
El modelo de Michigan
Este modelo proviene de la Universidad de Michigan y tiene sus orígenes en los años 50 del siglo XX. Su principal impulsor fue Angus Campbell y los postulados básicos de esta teoría quedaron consignados en el libro The American Voter.
En este modelo son más importantes las actitudes políticas que las variables sociológicas. Dicha actitud está determinada por tres factores esenciales: la pertenencia a un partido o agrupación política; la opinión frente a los temas políticos que se debaten en la agenda electoral; y la simpatía o antipatía frente a los candidatos.
Desde esta perspectiva, el factor más importante es el primero, o sea la pertenencia a un partido o agrupación. Este determina los otros dos y moldea el cerebro de un votante. De este modo, tenderá a sentir más simpatía por los candidatos de su partido y por las tesis que sostienen.
El modelo comunicacional y el de elección racional
El modelo comunicacional es una derivación del Modelo Columbia. Señala que durante las elecciones, la mayoría ya tiene definido su voto de antemano, pero siempre hay una masa de indecisos decisiva en el resultado final. Ese segmento sí es muy permeable a la eficacia de una campaña. Se inclinará por la que más lo seduzca. Por su parte, el modelo de la elección racional dice que cada individuo toma una decisión racional en materia política. Lo que lo persuade para inclinarse por uno u otro candidato es la ventaja que ve en cada uno de ellos, a partir de sus intereses individuales.
Los expertos en teoría política han encontrado limitaciones en todos los modelos. La tendencia que prima en la actualidad es a una combinación integradora de todos ellos. En otras palabras, se cree que durante las elecciones entran en juego diversos tipos de votantes y que lo indicado es contemplarlos en conjunto.
De este modo, no se puede hablar del cerebro de un votante, sino de los cerebros de muchos votantes. En unas elecciones políticas entran en juego los que ya tienen definido su voto de antemano, los que tienen una actitud conformada, aquellos que son influenciables por una campaña y los que piensan en sus propios intereses.
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- Márquez, S. A. (2018). ¿Cómo funciona el cerebro político? Guía de comunicación política para entender a los votantes ya la opinión pública. Revista Mario Alario D'Filippo, 10(20), 187-212.