Desafíos mentales de vivir en el extranjero

Mudarse a otro país implica abandonar lo conocido para aventurarse a crear una nueva vida. Te invitamos a explorar las emociones más comunes que despierta este proceso.
Desafíos mentales de vivir en el extranjero
Elena Sanz

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz.

Última actualización: 03 agosto, 2023

Vivir en un país ajeno al nuestro es, en ocasiones, una gran aventura que emprendemos con ilusión; en otras, una situación a la que nos vemos abocados sin desearlo del todo. Ambos escenarios tienen dificultades. Y es que es todo un reto alejarse de la cultura propia y de aquellos por quienes nos sentimos arropados. Por eso, hoy hablamos de los desafíos mentales de vivir en el extranjero.

Mudarse a otras tierras te enfrenta a una serie de cuestiones por resolver. ¿Dónde vivir? ¿Cuál será tu sustento económico? ¿De qué forma tendrás acceso a la sanidad? Aunque dar respuesta a estas incógnitas parece tedioso o estresante, a veces son los aspectos emocionales los que resultan más difíciles de manejar. Veamos por qué.

¿Cuáles son los desafíos mentales de vivir en el extranjero?

Sabemos que cada persona es diferente y, por tanto, cada caso es único. Hay quienes viajan a otro país por motivos laborales y quienes se van persiguiendo el amor. Están los que enfrentan esta aventura en solitario y aquellos que lo hacen en compañía de sus seres queridos.

No podemos comparar, ya que cada experiencia es personal e intransferible. Sin embargo, hay algunas emociones típicas de un proceso como este que suelen ser compartidas por quienes emigran. A continuación, las detallamos.



Incertidumbre

La incertidumbre aparece cuando no tenemos claridad respecto a cómo será el futuro, ni control suficiente para garantizarnos un resultado concreto. Al emigrar, esta emoción se convierte en una constante, debido a que abandonamos todo lo conocido para iniciar de cero en un nuevo entorno.

¿Conseguiré adaptarme? ¿Podré prosperar? ¿Habrá merecido la pena dejar todo atrás para dar este cambio de rumbo? Estas y otras cuestiones quizás taladren la mente del migrante y aumenten sus niveles de miedo, estrés y ansiedad.

Desarraigo

El sentido de pertenencia es básico para el bienestar psicológico del ser humano. Necesitamos sentir que formamos parte de un grupo, de una comunidad, de algo mayor que nosotros mismos. Precisamos saber que hay otros que nos cubren las espaldas, que contamos con una red de apoyo y con unas raíces sólidas para seguir en pie.

Al irnos a vivir al extranjero, perdemos esas raíces sociales y familiares; como consecuencia, quizás nos sintamos fuera de lugar en ese nuevo entorno. Es así como puede surgir la denominada depresión por desarraigo, al causar frustración, miedo, angustia y pérdida de la autoestima.

Choque cultural

Curiosamente, las dificultades para el migrante no aparecen desde el primer momento. Según Gullahorn y Gullahorn (1963), el proceso de ajuste cultural atraviesa cinco fases que conllevan altos y bajos cognitivos y emocionales.

Así, pese a que en un inicio se vive una suerte de luna de miel (apreciando las virtudes del nuevo país y las oportunidades que ofrece), pronto surge un fuerte choque cultural al observar que los valores y el modo de vida del nuevo destino son muy diferentes a los propios.

En este punto aparecen emociones desafiantes, que van desde la tristeza a la hostilidad y que resurgen, en especial, tras hacer una nueva visita al hogar y ver que todo allí cambió. Comprender que quedamos estancados entre dos aguas puede ser doloroso y complicado de superar.

Soledad

Con certeza, esta es la emoción más predominante y uno de los más comunes desafíos mentales de vivir en el extranjero. Sobre todo, si la persona viaja sola es posible que se vea sin redes de apoyo.

Hacer amigos, integrarse en grupos y desarrollar relaciones significativas no es tan sencillo como parece; de manera particular, si añadimos a la ecuación ingredientes como la barrera del idioma o las diferencias culturales.

Nostalgia

Muy relacionado con el anterior punto se encuentra otro de los desafíos mentales de vivir en el extranjero: la experimentación de la nostalgia.

Podemos describirla como una añoranza agridulce de aquello que una vez tuvimos y ya no poseemos; aparece al recordar los beneficios, comodidades y conexiones que disfrutábamos en nuestra vida anterior. Si estos recuerdos son muy frecuentes, tal vez lleven a dudar de si valió la pena el cambio. 

Pérdida de identidad

Por último, vivir en un país diferente al tuyo hace sentir que, en cierto grado, pierdes tu identidad. Esto ocurre cuando comienzas a comprender y adoptar las costumbres del lugar donde ahora vives, utilizas sus expresiones, sigues sus hábitos y tradiciones.

Y, pese a que esto represente una buena señal de que te estás adaptando y encontrando allí tu nuevo hogar, resulta difícil sentir que renuncias a esa parte de ti ligada a tu cultura de origen.

A pesar de ello, es importante considerar que es posible encontrar un equilibrio entre mantener y honrar tus raíces y adaptarse al nuevo estilo de vida del lugar en el que te encuentras. De hecho, esta es la alternativa más sana y beneficiosa, según un artículo publicado en Journal of Social Issues.


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Debes superar los desafíos mentales de vivir en el extranjero para construir tu nueva vida

La aparición y presencia de todas estas emociones durante un proceso migratorio es inevitable. Sin embargo, la forma en que decidamos afrontarlas marca la diferencia. Por ejemplo, en lugar de reprimir los miedos, dudas o tristezas, es positivo aceptar dichas emociones como parte natural del cambio y no culparnos por sentirlas. 

Igualmente, es útil darnos espacio para ventilar esas emociones, ya sea conversando con personas de confianza o expresándolas de algún otro modo, como la escritura.

Para finalizar, aunque mantenerte en contacto con los seres queridos que dejaste atrás reporte alivio y consuelo, es fundamental construir nuevas redes en tu hogar actual. Como sugiere un artículo publicado en Public Health Research, formar parte de grupos de apoyo social de identidad compartida es positivo. En definitiva, se trata de ser pacientes mientras construimos una nueva vida.


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