Diferencias entre esclerosis múltiple y ELA

Existen, como mínimo, diez diferencias entre esclerosis múltiple y ELA. ¿Quieres conocerlas?
Diferencias entre esclerosis múltiple y ELA
Laura Ruiz Mitjana

Escrito y verificado por la psicóloga Laura Ruiz Mitjana.

Última actualización: 17 septiembre, 2021

La esclerosis múltiple (EM) es una enfermedad autoinmunitaria que afecta al cerebro y la medula espinal, es decir, al sistema nervioso central (SNC). Se trata por lo tanto de una enfermedad neurológica, que afecta a millones de personas en todo el mundo.

En el caso de la esclerosis lateral amiotrófica (de ahora en adelante, ELA), hablamos de una enfermedad degenerativa de tipo neuromuscular, en la que las motoneuronas son destruidas. Su incidencia es de 4 casos por cada 100 000 personas al año.

Ambas son enfermedades neurológicas. Sin embargo, existen diferencias entre esclerosis múltiple y ELA. A continuación, hablaremos sobre ellas.

Las diferencias entre esclerosis múltiple y ELA

Encontramos múltiples diferencias entre esclerosis múltiple y ELA. Aquí os dejamos hasta un total de diez, aunque pueden existir algunas más.

Diferencias entre esclerosis múltiple y ELA: problemas musculares

Síntomas

Aunque en el inicio de ambas enfermedades puedan aparecer síntomas compartidos (debilidad y rigidez muscular, dificultad para mover las extremidades, descoordinación motora…), la realidad es que los síntomas difieren de forma importante a medida que cada una de las enfermedades avanza.

Las personas con esclerosis múltiple suelen presentar durante los primeros brotes los siguientes síntomas: hormigueo, andares inestables, ataxia… A medida que avanza la enfermedad, aparecen manifestaciones emocionales y cognitivas (ansiedad, depresión, alteraciones en la memoria…). Lógicamente, dichos síntomas pueden diferir mucho de un paciente a otro.

En el caso de la ELA, no suelen aparecer síntomas a nivel cognitivo. En cambio, sí aparecen muchos síntomas motores, que van disminuyendo progresivamente el control de los movimientos voluntarios. Se pierde también fuerza en los brazos y piernas, y al final de la enfermedad aparecen dificultades para hablar, deglutir y respirar.

Causas

La causa de cada una de estas enfermedades es otra de sus diferencias. En el caso de la esclerosis múltiple, no se conoce su causa exacta, aunque sí se sabe que es una enfermedad autoinmunitaria.

Se habla también de la posible acción de un virus o patógeno desconocido, que haría que el sistema inmunitario empezara a atacar a la mielina, aquella sustancia que recubre y protege las fibras nerviosas del sistema nervioso. Por otro lado, son destruidos los oligodendrocitos, otro tipo de célula nerviosa.

En el caso de la ELA, tampoco se conoce su causa, pero sí se sabe que sus efectos son diferentes, ya que el ataque no se produce a la mielina sino a las motoneuronas. Estas células son las encargadas de controlar los movimientos voluntarios; en la ELA su muerte acaba derivando en una amiotrofia muscular, al no poderse transmitir el impulso nervioso hacia los músculos del cuerpo.

Incidencia

La incidencia es la siguiente de las diferencias entre esclerosis múltiple y ELA. En el caso de la esclerosis múltiple, en España su incidencia es de 47 000 personas, mientras que la ELA no es tan común, siendo su incidencia en 4 000 personas.

Si nos vamos un poco más lejos, en EE.UU., alrededor de 400 000 personas padece esclerosis múltiple, frente a 20 000 que padece ELA. Así, la esclerosis múltiple es más frecuente que la ELA.

Edad de aparición y género

La esclerosis múltiple suele aparecer mucho antes que la ELA, situándose su edad de aparición entre los 20 y los 40 años de edad (y su edad media, los 29 años). En el caso de la ELA, esta suele aparecer más tarde, entre los 40 y los 70 años.

En cuanto al género, la esclerosis múltiple es más común en mujeres que en hombres, mientras que la ELA aparece más en hombres. ¿La razón? No se sabe exactamente el por qué.

Heredabilidad

Aunque no se ha demostrado que la esclerosis múltiple sea hereditaria, sí se sabe que tener un familiar con la misma enfermedad constituye un factor de riesgo para padecerla también (sobre todo con familiares de primer grado, como padres o hermanos).

En el caso de la ELA, se sabe que el 10 % de los casos están ligados a la mutación de un gen que se hereda de los padres.

Tratamientos

Otra de las diferencias entre ambas enfermedades son sus tratamientos. Aunque no existe ningún tratamiento que cure alguna de estas dos enfermedades, sí hay tratamientos que mejoren los síntomas y la calidad de vida de los pacientes.

En la esclerosis múltiple, los tratamientos efectivos hasta la actualidad solo se han aprobado en los personas con la variedad remitente-recurrente (en la variedad progresiva primaria no existen tratamientos efectivos, aunque se está hipotetizando con corticoides como la dexametasona).

En cuanto a los tratamientos que sí han demostrado eficacia, suelen utilizarse tres interferones: el Avonex, el Betaferon y el Rebif. También se utiliza Copaxone (conjunto de polipéptidos), Mitoxantrone (inmunosupresor) y Natalizumab (anticuerpo monoclonal).

En el caso de la ELA, actualmente solo encontramos un fármaco comercializado: el Riluzole, que consiste en un bloqueante del glutamato que impediría que las neuronas se destruyeran por dicha sustancia. En relación a otro tipo de tratamientos (psicológico, fisioterapéutico, logopédico…), existen diferentes opciones para ambas enfermedades.

Progresión de la enfermedad

¿Cuál es el curso de cada una de estas enfermedades? ¿Es esta otra de las diferencias entre esclerosis múltiple y ELA? Sí, ya que el 85 % de los pacientes con esclerosis múltiple presenta un curso remitente-recurrente (con brotes puntuales que remiten, permitiendo cierta recuperación [total o parcial]).

Los síntomas que aparecen en cada brote van progresando durante períodos que van de las 24 a las 72 horas, pero después se van estabilizando. Cabe mencionar aquí que hay personas que pueden estar años sin presentar brotes.

Por otro lado, hasta un 50 % de los pacientes con esclerosis múltiple sufre la llamada “forma secundaria progresiva de la enfermedad”, con un curso lento e insidioso al cabo de 10-15 años. Finalmente, un 15 % de los casos presenta la llamada “forma primaria progresiva”, que implica un empeoramiento lento y progresivo de la enfermedad.

Todo esto difiere mucho en el caso de la ELA, ya que su curso siempre es progresivo (no es como la esclerosis múltiple, en la que aparecen brotes). Sin embargo, la velocidad de este empeoramiento puede variar mucho de una persona a otra.

Mortalidad y gravedad

Las diferencias entre esclerosis múltiple y ELA incluyen el pronóstico

Si atendemos a los síntomas y a la mortalidad asociada a la ELA, comparándola con la esclerosis múltiple, podemos decir que la ELA es bastante más grave. De hecho, su esperanza de vida se sitúa en 3-5 años después del diagnóstico, aunque esto no siempre se cumple (fijémonos en el caso de Stephen Hawking).

En el caso de la esclerosis múltiple, esta no es una enfermedad necesariamente mortal, aunque muchos pacientes puedan ver muy mermada su calidad de vida. Sin embargo, su esperanza de vida es normal.

Enfermedades diferentes, realidades diferentes

La esclerosis múltiple y la ELA son enfermedades totalmente diferentes, aunque ambas afecten al sistema nervioso central (SNC). Sin embargo, la realidad de cada una de ellas, y más aún, la realidad de cada persona que conviva con ELA o con EM, difiere notoriamente. Conocerlas será esencial para ponernos en su lugar y ofrecerle nuestra ayuda.


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