Dopamina y esquizofrenia, descubierto un nuevo vínculo causal
Alucinaciones, delirios, alteración del pensamiento, desánimo, problemas para planificar, ideación suicida… Pocas enfermedades son más devastadoras que la esquizofrenia. Afecta a casi un 1 % de la población y a su alrededor se tejen historias dramáticas, tanto para quien la padece, como para el entorno familiar que es testigo indefenso del sufrimiento de su ser querido.
A pesar de que podemos encontrar distintas tipologías de esquizofrenia y se acompaña de otras afecciones, estamos ante una condición mental grave y de curso crónico. A día de hoy se han barajado múltiples explicaciones sobre su origen. Sabemos que tiene un componente genético y que el consumo de drogas durante la adolescencia, por ejemplo, puede actuar en su activación llegados los 21-25 años.
Sin embargo, hay una variable en su desarrollo que viene barajándose desde hace décadas y que está científicamente confirmada. Dopamina y esquizofrenia guardan una relación directa, es decir, el cerebro de estos pacientes evidencia una cantidad desmedida de este neurotransmisor. Así, aunque este mecanismo esté sobradamente demostrado, falta conocer su mecanismo.
Hasta el momento se ha podido ver que si los fármacos antipsicóticos funcionan, se debe precisamente a que actúa reduciendo los niveles de dopamina. ¿Qué pasaría si desarrolláramos un tratamiento que normalizara por completo el flujo y producción de este elemento? Seguramente la vida de miles de personas cambiaría por completo.
Hay un gran estigma alrededor de la esquizofrenia. Concebimos a estos pacientes como personas agresivas y peligrosas, cuando en realidad, son hombres y mujeres con un elevado sufrimiento que buscan a menudo quitarse la vida para escapar de su propio dolor y turbación.
Esquizofrenia, un cerebro que funciona de manera diferente
La esquizofrenia es una enfermedad mental crónica de elevada gravedad y degenerativa. No obstante, factores como un diagnóstico temprano y un tratamiento psicofarmacológico adecuado facilitan a la persona poder adaptarse a su vida; conviviendo eso sí, con dicha realidad. Controlar los factores estresantes y contar con un apoyo social y clínico válidos resulta sin duda lo más decisivo.
En muchos casos, el problema es el estigma de nuestra sociedad y la falta de recursos en materia de salud mental. Porque, si bien es cierto que cada caso presenta una realidad y complejidad única, las familias no siempre logran acceder a unos medios adecuados para la atención de ese ser querido. Es ahí cuando se abre un drama que la Organización Mundial de la Salud (OMS) denuncia desde hace tiempo.
La mayor esperanza que tenemos es lograr un tratamiento eficaz que revierta y cure la enfermedad, sin dejar efectos secundarios. Pensemos, por ejemplo, que el tratamiento con antipsicóticos suele dejar numerosa sintomatología residual. Afortunadamente, parece que ese futuro está más cerca gracias al descubrimiento de la relación entre dopamina y esquizofrenia.
Los análisis postmortem de pacientes con esquizofrenia revela la relación entre el exceso de dopamina y el desarrollo de la esquizofrenia.
El origen de todo está en el núcleo caudado del estriado
La hipótesis de que las personas con esquizofrenia evidenciaban un exceso de dopamina en el cerebro, apareció ya en los años 50 del siglo pasado. Contamos, desde entonces, con una amplia bibliografía científica reforzando esa propuesta. Ahora bien, en los últimos tiempos, gracias al avance en las técnicas de tomografía computarizada, contamos con más información.
La Universidad Johns Hopkins, en Baltimore, publicó un estudio hace solo unos días aportando datos recientes. En este trabajo se realizaron análisis postmortem en 443 individuos, entre los que 154 tenían un diagnóstico de esquizofrenia. El resto eran normotípicos o fueron diagnosticados con trastorno bipolar.
Bien, los datos fueron rotundos. Todos los pacientes con esquizofrenia evidenciaban una acumulación excesiva de dopamina. También pudo verse el conjunto de genes que pueden estar mediando en la enfermedad.
No obstante, la información más valiosa con la que contamos ahora es comprender es que el origen de esta condición se localiza en el núcleo caudado del estriado. En esta región se distribuyen los autorreceptores D2, que dejan de regular el flujo de dopamina en estos pacientes.
¿Qué efectos tiene la acumulación de dopamina en el cerebro?
La hipótesis de la dopamina y la esquizofrenia viene barajándose desde hace décadas. Ahora comprendemos el mecanismo que lo origina. Sin embargo, ¿qué efectos tiene que dichos receptores no regulen la fluencia de dopamina en el núcleo caudado del estriado? Lo analizamos:
- Con la acumulación de dopamina surge lo que definimos como síntomas positivos en la esquizofrenia: alteraciones en la planificación, en la atención y el pensamiento en general. También aparecen los delirios, las alucinaciones, la agitación corporal, etc.
- Asimismo, se desarrollan a su vez los llamados síntomas negativos: falta de motivación, aplanamiento emocional, ausencia de sensación de placer, etc.
Por lo general, esta alteración en dicho neurotransmisor produce una sobreestimulación general de las neuronas tanto en la corteza prefrontal como en el sistema límbico. El pensamiento y las emociones están completamente alterados.
En un futuro podremos contar con algún tratamiento para abordar la esquizofrenia desde una perspectiva genética.
Relación entre dopamina y esquizofrenia: ¿hay perspectivas para un mejor tratamiento?
En vista de que hay una relación más que significativa entre dopamina y esquizofrenia, ¿cuáles son las perspectivas clínicas para el día de mañana? Es probable que pensemos que la solución está en desarrollar un fármaco para reducir los niveles de dopamina. Sin embargo, cabe señalar que los antipsicóticos ya actúan reduciendo la fluencia de este neurotransmisor.
El problema reside en que suelen tener serios efectos secundarios, como los síntomas extrapiramidales (temblores, inquietud, contracciones musculares, respiración débil, babeo, inexpresión facial…). Bien es cierto que los antipsicóticos de segunda generación son mucho mejores, pero ninguno es perfecto.
El objetivo en el futuro pasa por desarrollar un tratamiento que aborde la enfermedad desde un punto de vista genético. Esto nos permitiría poder “moldear” el cerebro para que no desarrollara esas anomalías que, en un momento dado, dan paso a esta enfermedad tan grave. Mientras tanto, incidimos en la necesidad de dotar de mayor apoyo clínico y psicosocial a los pacientes con esquizofrenia y a sus familias.
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