Efecto de magdalena de Proust: ¿en qué consiste?

La magdalena de Proust es un fenómeno neurológico que se produce cuando nuestro cerebro asocia un estímulo sensorial (olor, sonido, sabor...) con un recuerdo del pasado, de forma automática e involuntaria. En este artículo, lector curioso, te contamos más sobre él.
Efecto de magdalena de Proust: ¿en qué consiste?
Laura Ruiz Mitjana

Escrito y verificado por la psicóloga Laura Ruiz Mitjana.

Última actualización: 10 octubre, 2022

Seguro que te ha pasado, ir por la calle, oler un perfume y acordarte de esa persona. Entrar en una tienda, oler el aroma que desprenden sus prendas y venir a tu mente un recuerdo concreto, de forma totalmente automática. Si has vivido algo similar, puede que hayas experimentado el efecto de magdalena de Proust.

Y es que la memoria humana es muy poderosa, sobre todo un tipo de memoria muy sensorial que conecta directamente con nuestra parte más emocional: la memoria olfativa. Con todo esto tiene que ver el llamado efecto de magdalena de Proust, un fenómeno que tiene lugar en nuestro cerebro.

Cuando experimentamos este fenómeno, lo que ocurre es lo siguiente; al percibir una determina sensación a través de nuestros sentidos (normalmente, a través del olfato), dicha sensación nos evoca, a su vez, un suceso pasado, sin que medie en todo esto ningún proceso consciente. Si quieres descubrir más sobre este interesante fenómeno, ¡quédate!

“Memoria y olvido son como la vida y la muerte. Vivir es recordar y recordar es vivir. Morir es olvidar y olvidar es morir”.

-Samuel Butler-

Mujer oliendo un café
Algunos olores conectan directamente con recuerdos y sucesos del pasado.

El origen del efecto magdalena

En el año 1913, Marcel Proust, un afamado autor de origen francés, escribió un libro llamado Por el camino de Swann, en el cual relata en uno de sus volúmenes la historia de un protagonista que, a raíz de la degustación de una magdalena, accede a recuerdos muy profundos de su infancia y a otros sucesos importantes que se desencadenan después de este momento decisivo.

Así pues, de la literatura se toma prestado el nombre del efecto de magdalena de Proust para hacer referencia a un fenómeno mnémico bastante interesante que nos ayuda a comprender cómo los sentidos están íntimamente relacionados con la manera en la que procesamos y accedemos a nuestros recuerdos, incluso aquellos de los que no somos conscientes. ¿Qué más sabemos de este curioso efecto?

Efecto de magdalena de Proust: ¿en qué consiste?

Magdalena de Proust es el nombre que se utiliza para referirse a la asociación que hace nuestro cerebro, de forma automática e involuntaria, cuando percibimos ciertos olores o sabores que nos hacen evocar ciertos recuerdos. Esto lo hacemos sin darnos cuenta y sin voluntad, es decir, cuando no tenemos la intención de evocar ningún recuerdo, pero olemos o tocamos algo y esa sensación conecta directamente con un recuerdo en cuestión.

Aunque puede darse con estímulos de cualquier tipo, lo cierto es que ocurre con más frecuencia con aromas u olores, que podemos percibir a través del olfato. Así, el efecto del que hablamos hoy tiene una gran relación con la memoria olfativa. Y esto se explica, muy probablemente, por la estrecha vinculación de las regiones olfatorias del cerebro con el hipocam po, la estructura cerebral “donde” se almacenan los recuerdos a largo plazo (de la cual hablaremos un poco más adelante).

Cerebro, memoria y emociones

Dentro del proceso de la memoria, los sentidos están altamente implicados, y aunque muchos puedan pensar que la vista y el oído son los más importantes a la hora de almacenar información, lo cierto es que el gusto y el olfato pueden llegar a ser incluso más determinantes al momento de fijar los recuerdos.

Sistema límbico y memoria

Según las investigaciones científicas, la parte cerebral implicada en el efecto de magdalena de Proust es el sistema límbico. Este sistema está formado por estructuras tan importantes como el tálamo, el hipotálamo, la amígdala o el cuerpo calloso.

El tálamo es el órgano encargado de recibir todos los estímulos percibidos a través de los sentidos, los cuales pasan al hipotálamo. El hipotálamo, a su vez, es una parte de nuestro cerebro que se encuentra entre los principales órganos involucrados dentro del proceso mnésico y es que justamente en él se procesan estos estímulos y se asocian a emociones.

Por su parte, el hipocampo es una estructura del sistema límbico que se encarga de crear nuevos recuerdos, los cuales son posteriormente almacenados en la memoria a largo plazo. Junto a la amígdala, el hipocampo se encarga de gestionar las emociones, y ambas son estructuras encargadas del aprendizaje emocional y de los recuerdos con impregnación de emociones, que influyen directamente en la conducta y en el estado de ánimo de las personas.

Importancia del olor para la mente humana

Los estudios de los procesos olfativos van más allá de una mera curiosidad científica, pues se trata de un interesante campo relativamente poco explorado por las neurociencias, que afortunadamente es cada vez más investigado y que a día de hoy se comienza a comprender en todas sus implicaciones.

Los olores tienen una función que va mucho más allá de ayudar a crear o evocar recuerdos, pues se ha logrado comprobar que existe una correlación significativa entre la capacidad para recordar o reconocer ciertos olores y la aparición de diversas patologías, entre las que se encuentra, por ejemplo, la demencia.

De esta forma, este tipo de estudios pueden ser una herramienta muy valiosa para lograr detectar de forma temprana la aparición o predisposición a algunas enfermedades, siendo utilizados incluso como estrategia de prevención. La importancia y el valor de la comprensión de cómo funcionan nuestros cerebros en relación con los olores es una materia que apenas comenzamos a vislumbrar con claridad, abriendo, eso sí, un amplio abanico de posibilidades para el estudio de la neurociencia.

Mujer oliendo una planta
El sistema límbico es el responsable del efecto magdalena de Proust.

Un viaje al pasado

El efecto de magdalena de Proust es un curioso fenómeno que nos permite conectar con recuerdos del pasado (algunos que quizás ya pensábamos que teníamos olvidados). Con él, nos transportamos al momento en que vivimos X situación (generalmente, situaciones con una fuerte carga emocional, que son aquellas que mejor se fijan en nuestra memoria).

Y suelen ser situaciones que tienen relación con la sensación que estamos sintiendo en ese preciso momento (por ejemplo, oler el mismo aroma que olimos el día que nos sucedió X vivencia). Los recuerdos que nos evocan ciertas sensaciones pueden ser tanto agradables como desagradables, por ello algunas personas viven el efecto de magdalena de Proust de forma positiva y otras, no tanto.

“Los buenos recuerdos se crean con mayor frecuencia sin un esfuerzo consciente. Estos son los recuerdos que resultan de esos actos o comportamientos desinteresados ​​que dan nuestro tiempo, talentos o regalos sin la debida consideración por el reembolso”.

-Byron R. Pulsifer-


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