Einstein y la compasión humana, un mensaje para la vida
En 1950, Albert Einstein redactó una carta cargada de simbolismo y profundidad para dar aliento a un padre que acababa de perder a su hijo pequeño a causa de la polio. Dos décadas después, el New York Times publicaría ese mismo texto con gran éxito regalándonos, sin saberlo, una fórmula de supervivencia y de esperanza.
Lo primero que llamó la atención de aquellas palabras fue la visión de un tipo de filosofía muy particular. No podemos llamarlo religión, pero sí una especie de espiritualidad cósmica, de sentido de trascendencia.
El dolor de la pérdida podía aliviarse, según el padre de la teoría de la relatividad, entendiendo que cada uno de nosotros formamos parte de un todo. Lo que creemos que se ha ido permanece en realidad en nuestro interior, en cada fragmento de nuestro ser.
Cinco años después de escribir esa carta, Albert Einstein fallecería de un aneurisma. De algún modo, y casi sin saberlo, a su inmenso legado para la ciencia y en especial en el campo de la física, le añadió este pequeño y singular regalo que empezó a circular con mayor fuerza con la llegada de Internet y las redes sociales. Su mensaje, se hace ahora más relevante que nunca…
“El ser humano, en realidad, es parte de ese todo al que llamamos Universo. Sin embargo, se experimenta a sí mismo como algo separado del resto. Ve sus pensamientos y sentimientos como una especie de ilusión óptica de su conciencia, cuando en realidad nada de ello funciona de ese modo (…)”.
-Carta Albert Einstein, 1950-
Einstein y sus palabras sobre la compasión humana
En ocasiones, pasamos por alto el hecho de que Albert Einstein era mucho más que sus excepcionales logros científicos. Era violinista, un humanista, una persona comprometida con los valores sociales, era un profesor admirable y un amigo fiel que siempre atendió y procuro lo mejor a su círculo más cercano. Así lo reflejan todas sus cartas y documentos custodiados en la Universidad de Princeton.
Así, entre su amplia correspondencia disponemos de todo ese intercambio de misivas que mantuvo con figuras como Sigmund Freud, Bertrand Russell, Thomas Mann, George Bernard Shaw, Franklin D. Roosevelt, Albert Schweitzer… Entre ese océano de líneas, razonamientos y mensajes, descubrimos que Albert Einstein era, por encima de todo, un gran apoyo en momentos de sufrimiento.
Un ejemplo de ello lo vemos en la carta que le envió a la Reina de Bélgica. Elizabeth de Baviera y Albert Einstein guardaban una estrecha amistad y una pasión en común: la música. En 1934, el marido de esta falleció practicando el montañismo y esa tragedia la dejó devastada. El padre de la teoría de la relatividad encontró las palabras adecuadas para consolarla, para darle ánimo y fortaleza.
Hizo lo mismo con Robert S. Marcus, amigo fiel y querido que en 1950, sufrió la pérdida de su hijo. En esta carta, destaca un concepto central que las distingue de las demás. La compasión humana era para Einstein un mecanismo de salvación y una forma de hallar sentido a la vida.
Un texto lleno de simbolismos
Si hay algo verdaderamente difícil es despertar la esperanza a quien ha perdido lo más preciado. En estos casos, no sirve de mucho “un lo siento” o un “su recuerdo siempre estará en tu corazón”. Lo que intentó Albert Einstein con este texto es invitar al señor S. Marcus a ver más allá del propio dolor. Alzar el rostro y sentir que cada uno de nosotros formamos un todo.
La angustia y la dureza por la pérdida no deben encapsularnos en un sufrimiento eterno. Debemos trascender a estos estados y despertar la compasión, el amor y el afecto por todo lo que nos envuelve…
“(…) Este engaño es una especie de prisión para nosotros. Nos hace focalizarnos solo en nuestros deseos personales y afecto por las personas más cercanas. Ahora bien, nuestra tarea debe ser liberarnos de esta prisión para ampliar nuestros círculos de compasión y abarcar así a todas las criaturas vivientes y a toda la naturaleza en su belleza”.
-Albert Einstein, 1950-
La compasión humana, la fórmula que da sentido a la vida
Albert Einstein nos dio a entender algo que deberíamos recordar: no existimos de manera separada. El individualismo no tiene sentido ni finalidad en un mundo interdependiente, en un universo donde todos formamos parte de un todo.
La compasión humana es el vehículo que nos permite trascender, ir más allá de nosotros mismos para llegar a cada cosa que nos envuelve.
La auténtica humanidad es la que va más allá de las religiones, de las ideologías, de los egoísmos, miedos y prejuicios. Así, cabe señalar que Albert Einstein no fue el único que le dio una perspectiva casi cósmica a la compasión humana.
Carl Sagan también nos recordó en uno de sus libros que usar la compasión sumada a nuestra inteligencia y tecnología para crear una vida significativa y respetuosa con el planeta, nos permitiría tocar las estrellas. Vale la pena recordar las palabras de estas dos figuras inolvidables del mundo de la física y la astronomía…