El abc de la ansiedad

El abc de la ansiedad
Alicia Escaño Hidalgo

Escrito y verificado por la psicóloga Alicia Escaño Hidalgo.

Última actualización: 09 agosto, 2023

La ansiedad, esa emoción tan conocida, tan sentida por todos y sufrida en tantas circunstancias de nuestra vida. Está presente cada vez que identificamos un posible peligro para nuestra supervivencia, pero también la invitamos a estar a nuestro lado en situaciones que no tienen por qué ser peligrosas si las analizamos de manera objetiva, aunque a nuestros ojos parezcan auténticas adversidades.

Lo que la ansiedad no sabe es que a veces se convierte en un acompañante un tanto pesado y molesto, el cual es, en realidad, un peso que nos gustaría dejar atrás. Por tanto, es útil preguntarnos: ¿por qué se presenta la ansiedad en nuestra vida sin ser invitada? ¿Por qué es tan maleducada?

Lo cierto es que somos nosotros mismos los responsables de que la ansiedad asome de vez en cuando, y esto se da debido a cómo llegamos a interpretar las situaciones de nuestra vida diaria. La realidad es objetivamente la que es, pero, según la perspectiva de cada persona, puede verse de una manera o de otra. Indaguemos más sobre este tema.

La ansiedad nos acompaña con sus mejores intenciones, queriendo ser nuestra amiga, nuestra aliada. Está lista para ayudarnos a luchar contra lo que nos puede dañar o a salir corriendo si es oportuno.

La ansiedad por letras

Todas las emociones tienen un componente cognitivo o mental, otro fisiológico o emocional, propiamente dicho, y otro de conducta, referido a cómo nos comportamos al sentir la emoción. Además, las emociones suelen aparecer en un contexto espacial y temporal determinado. Son las llamadas situaciones antecedentes.

Hombre con ansiedad

Albert Ellis, el padre de la psicoterapia racional emotiva conductual, diseñó un registro denominado Registro A-B-C, en el cual desgranaba las emociones en sus partes. Lo que pretendía con esta descomposición era analizar todos los componentes, aunque él pensaba que la raíz de todos los problemas emocionales se encontraba, sobre todo, en el componente cognitivo.

  • El A se refiere a la situación que hemos vivido, denominada situación riesgo o perturbadora.
  • El B es el componente cognitivo, es decir, los pensamientos automáticos negativos y creencias irracionales que pasan por nuestra mente cuando nos encontramos con una situación determinada y la interpretamos o evaluamos. Según la psicología cognitiva, estos pensamientos y creencias son producto de la educación recibida en la infancia, las experiencias tempranas vividas y la cultura en la que nos encontramos.
  • El C es el referido al componente emocional y conductual. Es decir, a qué sentimos en esa situación y cómo nos comportamos ante ella.

En la ansiedad estos tres componentes suelen estar bastante bien diferenciados. El tratamiento pasa por analizar las situaciones que me provocan ansiedad, que son aquellas que deberé enfrentar. Asimismo, se analizan los pensamientos que debo cuestionar y modificar, además del sentimiento propio de ansiedad y la manera de comportarnos.

El A en la ansiedad

Mujer en un laberinto con ansiedad

El A supone una situación de la vida que puede ser más o menos arriesgada para la persona. Aunque objetivamente la situación no tenga por qué entrañar ningún riesgo ni peligro, es vivida de esta manera. Las situaciones disparadoras de estas situaciones pueden involucrar contenido social, fisiológico, familiar, de pareja, entre otros.

Lo que cuenta no es el contenido, sino que el paciente sea capaz de identificarla claramente como un antecedente de su estado de ansiedad.

El B en la ansiedad

El B es el pensamiento o la cognición que determina el estado emocional de ansiedad. Aparece a razón de A, siendo personal y subjetivo de cada persona. No todas las personas tienen los mismos pensamientos en las mismas situaciones, sino que cada interpretación es un mundo y dos visiones de la misma situación no tienen por qué parecerse en absoluto.

En la ansiedad los pensamientos suelen ser catastrofistas, dramáticos y también en forma de preguntas que anticipan el peor escenario posible. Algunos ejemplos de pensamientos ansiosos podrían ser los siguientes: ¿y si meto la pata en la cita? ¿Y si subo al avión y hay un accidente?

En la mayoría de los casos, estos pensamientos son muy exagerados e irrealistas y están basados en la creencia de que lo que peor es muy probable que ocurra.

Una estrategia para combatir estos pensamientos pasa por saber diferenciar posibilidad de probabilidad. El que algo sea posible no lo convierte en probable. Es cierto que existen las tragedias, pero debemos estar dispuestos a tolerar esa incertidumbre de la vida si no queremos llevar a la ansiedad a cuestas todo el tiempo.

El C en la ansiedad

Por último, el componente C de la ansiedad está dividido en dos: el C emocional, o emoción propiamente dicha, y el C conductual, es decir, cómo actuamos ante determinada situación.

Mujer conansiedad ante la elección de un camino

La emoción ansiosa se caracteriza por su fisiología, que es altamente desagradable para la persona que la experimenta. Algunas manifestaciones de la ansiedad son taquicardia, visión borrosa, mareos, temblores, sudor frío, desratización o despersonalización.

Esto provoca que, en ocasiones, las personas que padecen estos síntomas contraigan temor a sus propias reacciones de miedo, aumentando dichas manifestaciones y creando el conocido círculo vicioso del pánico.

Lo que los pacientes deben entender es que esas manifestaciones están diseñadas para ayudarnos a escapar de posibles peligros que comprometen nuestra vida. Por lo tanto, no hay que tenerles miedo, si no todo lo contrario.

El C conductual típico de la ansiedad es la llamada respuesta lucha-huida. Ante la creencia de un peligro para mi supervivencia, tengo dos caminos: luchar o escaparEsta respuesta tiene mucho sentido en el caso de peligros reales, pero conforma el trastorno psicológico si el peligro no existe, sino que es producto de nuestros pensamientos irrealistas gestados en el componente B.

La respuesta de lucha-huída es el alimento que asegura la supervivencia de la ansiedad, pues no nos permite tolerar la emoción y que la intensidad de la misma acabe descendiendo de forma natural. Además, cognitivamente no podemos comprobar si los pensamientos están basados o no en la realidad.

Al escapar de la situación acabamos reafirmando que lo que estábamos pensando es cierto, por lo que en el futuro actuaremos de la misma forma. Así se cierra el círculo vicioso de la ansiedad, que se instalará en nuestras vidas como acompañante sin caducidad hasta que empecemos a mirarla a los ojos.

 


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