El abc de la depresión

El abc de la depresión
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Última actualización: 28 julio, 2019

Hasta hace no mucho, desde el modelo médico se asumía que la depresión era causada por desequilibrios bioquímicos y lo cierto es que esta forma de pensar tenía su parte de razón. De hecho, en las denominadas endógenas se aprecian dichos desajustes en los niveles de neurotransmisores. Sin embargo, estas depresiones son poco comunes y lo más normal es que sean reactivas a alguna pérdida importante para la persona.

En este sentido, la causa no es bioquímica, pero tampoco es debida a la situación que ha tenido lugar. Y te preguntarás, ¿Entonces cuál es la causa del sentimiento tan profundo de tristeza que suele acompañar a la depresión?

La causa real del estado emocional depresivo es la manera de pensar, la forma en la que la persona, a través del filtro de la depresión, interpreta lo que sucede. Son los pensamientos generados de manera adyacente al estado emocional los que hacen que este precisamente perdure en el tiempo.

La buena noticia es que, a pesar de que no podemos elegir la situación, sí podemos intervenir sobre la manera en la que la interpretamos y nos enfrentarnos a ella. En ese punto reside nuestra responsabilidad y en nuestra mano está modificar esa interpretación de los hechos.

El modelo ABC

Albert Ellis, padre de la terapia racional, creó el modelo ABC para que los pacientes se dieran cuenta de que no era la situación activadora la que provocaba su malestar emocional, si no que eran los pensamientos y creencias.

Cabe decir que hay que distinguir entre emociones sanas y estados emocionales insanos. Los emociones negativas sanas como la tristeza, el miedo o la incomodidad, nos ayudan a afrontar de forma eficaz lo que ha ocurrido en nuestra vida.

Nos mueven a la acción, con lógica y de manera realista. Sin embargo, los estados emocionales insanos, como la depresión, la ansiedad, la culpa o la rabia nos bloquean y nos paralizan. No nos permiten afrontar la situación, más bien lo que hacen es empeorarla e introducirnos en un círculo vicioso del que es difícil escapar.

Es normal sentir una sana tristeza cuando hemos perdido un trabajo o a nuestra pareja, pero no es normal que esa tristeza sea demasiado intensa, frecuente y duradera y acabe convirtiéndose en depresión. Aquí lo que está fallando es lo que te dices a ti mismo sobre esa pérdida.

El modelo ABC distingue el A (situación activadora), el B (mis pensamientos y creencias sobre la situación) y el C (cómo me siento y cómo actúo ante la situación). El B sería la verdadera causa de C y no A. Normalmente tendemos a pensar en que la situación siempre es la responsable de cómo nos sentimos, pero esto es falso y podemos comprobarlo fácilmente al ver que diferentes personas en las mismas circunstancias tienen emociones dispares.

Un B teñido de negro

El ABC de la depresión podría esquematizarse de la siguiente manera: hay un activador o A que responde a una pérdida vital, algo muy reforzante para nosotros, o a que los pensamientos o B se tornan de color negro. Tendemos a vernos a nosotros mismos como inútiles, al mundo como un lugar lleno de espinas y de tinieblas y al futuro quizá preferimos ni mirarlo porque albergamos una tremenda desesperanza.

Estos pensamientos nos inundan la mente y nos creemos que son verdaderos. Si lo pienso, es que es verdad, creemos. En realidad no es así, pero nuestra cabeza tienda a generalizar, a etiquetar globalmente, a dramatizar, etc, y es esto precisamente lo que crea nuestro sufrimiento tan intenso, nuestra C emocional, que llamamos depresión.

 “Las emociones que minan nuestros objetivos y propósitos principales en la vida son destructivas e irracionales. Son fundamentalmente: la depresión, la ansiedad excesiva, la ira excesiva y la culpa pronunciada.”

-Albert Ellis-

Mujer deprimida sentada

La verdad es que así no solucionamos el problema. Con este tipo de pensamientos y emociones lo que hacemos es aislarnos, dejar de hacer cosas placenteras e incluso romper con nuestras rutinas diarias. Esta sería la C conductual, que por otro lado, es ilógica y va en contra de nuestro objetivo que es estar bien.

No es posible sentirse mejor si nuestra conducta es alejarnos de todo aquello que podría hacernos sentirnos mejor.

La C de la depresión

La consecuencia a corto plazo de actuar así, nos refuerza porque nos libramos del esfuerzo que supone tener que levantarnos y hacer cosas que no nos apetecen, pero a largo plazo cronifica el problema y nos seguiremos sintiendo deprimidos.

Comportándonos de esta manera eliminamos más refuerzos además del que ya habíamos perdido inicialmente y encima no nos daremos la oportunidad de comprobar si nuestros pensamientos sobre nosotros mismos, el mundo y el futuro son ciertos. Por lo tanto, la clave es modificar ese B negativo que te hace daño y te bloquea y ahí solo tú tienes la llave para liberarte a ti mismo.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.