El mito de Belerofonte, el jinete de un caballo alado

El mito de Belerofonte muestra claramente el espíritu trágico de los griegos, que creaban historias en las cuales el destino se ensañaba con algunos personajes. Belerofonte fue uno de esos seres que inocentemente se labró un destino desdichado.
El mito de Belerofonte, el jinete de un caballo alado
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 17 diciembre, 2019

El mito de Belerofonte nos habla de un héroe con destino trágico. La versión más difundida dice que su nombre original era Hipónoo o Leofontes y que provenía de la casa real de Corinto. Su madre era Eurímede y su padre el rey Glauco.

Belerofonte era, a su vez, nieto del famoso Sísifo, quien desató la cólera de Zeus y fue condenado a empujar eternamente una roca.

Su padre, el rey Glauco, tenía por costumbre alimentar a los caballos con carne humana, ya que esto los volvía más briosos para la batalla. A la diosa Afrodita le ofendió esa costumbre y les ordenó a los animales atacar a su dueño. Estos obedecieron y terminaron devorándolo.

Así mismo, el mito de Belerofonte nos cuenta que este héroe pasó por una situación muy desdichada durante su juventud. De forma accidental mató a su hermano , Belero, y por ese motivo tomó el nombre de Belerofonte, que significa “el asesino de Belero”. Agobiado por la culpa, abandonó Corinto y comenzó a errar como suplicante.

Mirada de cerca, la vida es una tragedia, pero vista de lejos, parece una comedia”.

-Charles Chaplin-

Corinto

Preto y el mito de Belerofonte

Tras un tiempo de andadura errante, Belerofonte llegó a la corte del rey Preto, en la ciudad de Tirinto. El soberano lo acogió con gran hospitalidad y lo purificó de su culpa. También lo invitó a sentarse en su mesa y lo atendió como un huésped de honor.

Cuenta el mito de Belerofonte que este era un joven muy apuesto y por eso la esposa del rey quedó prendada del joven en cuanto lo vio. Apenas tuvo oportunidad, intentó seducirlo, pero él se negó a traicionar la confianza del rey Preto. Al verse rechazada, la mujer le acusó ante el rey de haber intentado violarla.

Preto montó en cólera, pero las costumbres de Tirinto le impedían hacer daño a alguien con quien hubiera compartido la mesa. Así que escribió una carta a su suegro, el rey Yóbates, donde le narraba lo sucedido y le pedía que matara a Belerofonte. Luego le solicitó al joven que se presentara con la carta ante Yóbates. El muchacho, sin saber lo que ocurría, le obedeció.

Yóbates y la trampa

Dice el mito de Belerofonte que el joven llegó al reino de Yóbates con la carta, pero este no se fijó en ella, sino en el huésped. Así que le atendió con gran hospitalidad y le invitó a comer con él en la mesa. Solo nueve días después reparó en la carta que llevaba el muchacho y la leyó. Descubrió entonces el plan de Preto, pero ya era tarde. Él también estaba impedido para matarlo.

Se le ocurrió entonces que la única forma de cumplir con el deseo de su yerno era enviar a Belerofonte a una misión peligrosa, para deshacerse de él. Por aquel entonces había un monstruo llamado Quimera que asolaba los campos del reino. Quimera tenía cabeza de león, cuerpo de cabra y cola de serpiente. También exhalaba llamas por la boca.

Según el mito de Belerofonte, el joven aceptó el encargo, pero antes de emprender la marcha fue al templo de Atenea y le pidió a la diosa poder cabalgar a Pegaso, un caballo alado que había brotado del cuello de Medusa. Se quedó dormido en el templo y al despertar encontró una brida de oro. Con ella se dirigió al campo y allí encontró a Pegaso, que gracias a los dioses se dejó montar por él.

Pegaso

El destino de Belerofonte

Cabalgando a Pegaso, el caballo alado, Belerofonte combatió a Quimera. Tomó una lanza con la punta de plomo y la lanzó a la boca del monstruo, que en ese momento lanzó una llama. Así, fundió la punta de la lanza y se quemó las entrañas. Luego murió. Cuando Yóbates lo supo, envió al muchacho a enfrentar a los vasallos de Sólimo, sus enemigos, pero Belerofonte nuevamente venció.

Después Yóbates le envió a combatir a las Amazonas y luego le tendió una emboscada, pero nuevamente Belerofonte salió victorioso en ambas ocasiones. Convencido de que era imposible vencerlo, el suegro de Preto le entregó a una de sus hijas en matrimonio. Con ella tuvo dos hijos y vivió en paz durante mucho tiempo.

Tras algunos años, Belerofonte pensó que por sus hazañas merecía ir al Olimpo y formar parte de los dioses. Para lograrlo, montó a Pegaso y se dirigió hacia el firmamento. Zeus se enfureció por las pretensiones del mortal y mandó un tábano para que picara al caballo. Este se desbocó y Belerofonte cayó, quedando lisiado para siempre. Así, anduvo errante, hasta que murió.


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  • Balil, A. (1989). Belerofonte, príncipe oriental. Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología: BSAA, (55), 215-216.

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