El trabajo no nos define como personas

Somos mucho más que el trabajo que desempeñamos cada día. Dejar que nuestra ocupación laboral nos defina por completo puede limitarnos, encasillarnos y diluir nuestro auténtico potencial y nuestra grandeza interna.
El trabajo no nos define como personas
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 01 febrero, 2022

El trabajo no nos define como personas y sin embargo es en buena parte de los casos nuestra carta de presentación. Pensemos en ello un momento. Cuando alguien nos pregunta aquello de “¿y tú quién eres, cómo te definirías?” es muy común empezar diciendo nuestros nombres y seguidamente nuestra ocupación. Pero lo cierto es que somos mucho más que nuestra ocupación actual.

Hay quien diría incluso, pero ¿qué necesidad tenemos de definirnos ante alguien? El ser humano es una entidad tan compleja, variable, voluble, dinámica y en constante crecimiento que recurrir a términos o etiquetas es como poner límites a nuestras esencias. Habrá quien, obviamente, sí se sienta definido casi en exclusiva por su ocupación laboral, porque le es gratificante y enriquecedora.

No obstante, no nos equivoquemos, porque todos somos mucho más que esa ocupación que llevamos a cabo -de media- unas 40 horas a la semana. Somos seres que sueñan, criaturas que aman, que leen libros, que se ensimisman mirando el cielo, que adoran pasear, que trazan objetivos en el horizonte, que libran a menudo batallas en silencio… Somos eso y muchísimo más.

Hombre trabajando y pensando que el trabajo no nos define como personas

Claves de por qué el trabajo no nos define como personas

La sociedad nos inculca, en buena parte de los casos, la necesidad de ser “algo”. De hecho, a muchos nos han transmitido desde niños la idea de que el día de mañana debíamos ser “alguien” como si el mero hecho de ser, estar y existir no fuera ya suficiente. Vivimos en ese mundo en el que las etiquetas lo son todo, y esto nos sitúa en ocasiones en dinámicas muy poco gratificantes.

El trabajo se alza como el estatus que uno adquiere en la sociedad. Cuando, en realidad, el mercado laboral es más voluble e incierto que nunca, logrando con ello que también nuestra identidad se vea afectada por esa característica. Este es además un tema largamente estudiado por el campo de la psicología. Entender la relación entre el trabajo y la visión que tenemos de nosotros mismos es algo que viene investigándose desde hace tiempo.

Trabajos como el realizado por la Universidad de Australia Occidental inciden en que, por término medio, las personas tendemos a edificar nuestra identidad a partir de la labor que desempeñamos a diario en nuestro trabajo. Sin embargo, esto viene mediado sobre todo por factores que son interesantes comprender.

Categorizamos para comprender (supuestamente) al otro

El trabajo no nos define como personas, sin embargo lo seguimos usando no solo para definirnos a nosotros mismos, sino también para comprender al otro. De este modo, si alguien nos dice que es director creativo de una empresa de marketing daremos por sentado que es una persona innovadora, abierta, dinámica, original y hasta divertida.

Cuando en realidad, puede que nuestro panadero reúna estas y muchas más cualidades. E incluso podemos ir más allá, puede darse el caso de que ese director creativo pierda o deje su cargo y tiempo después trabaje en un supermercado o estudie oposiciones para ser policía.

Esto nos demuestra que la mente usa atajos mentales para etiquetar a las personas y poder dirigirnos a ellas con base a esas ideas, a menudo, mal preconcebidas. Con ese recurso le atribuimos al otro no solo unas cualidades sino también una manera de pensar.

La visión de que el trabajo debe realizarnos como personas

Admitámoslo, muchos seguimos alimentando la idea de que debemos encontrar ese trabajo que nos ayude a realizarnos como seres humanos. Una vez más insistimos en que, evidentemente, habrá quién así lo sienta y lo crea ahora mismo. Sin embargo, pocas creencias nos suscitan a menudo tanto sufrimiento.

Uno puede alcanzar el trabajo soñado. Pero es muy posible que las condiciones laborales no sean óptimas, que no nos permita ni tan solo pagar un alquiler, que el nivel de estrés sea desbordante o que sencillamente se tome conciencia de que esa ocupación no es para uno.

Cuando descubrimos que el trabajo lejos de realizarnos nos deconstruye, es común experimentar una crisis personal.

Tenemos que ser “algo” para ganarnos la vida

Todos tenemos integrada una idea: la  necesidad ser “alguien” para ganarnos la vida. De este modo, supuestamente, asumimos que quien no estudia no será nadie el día de mañana. Por su parte, quien más formado esté, mayores probabilidades tiene de ser “alguien” en el futuro.

Sin embargo, esta regla de tres no siempre se cumple. La universidad ya no es el ingrediente clave en la receta del éxito. No por tener más títulos alcanzamos a cumplir las expectativas de esa persona que deseamos ser. Así, no faltan los que al sentirse fracasados en ese empeño acaban asumiendo que “no son nadie”.

Sin embargo, pensemos en ello un momento… ¿Somos menos valiosos por no tener el trabajo de nuestros sueños? Es más… ¿somos menos dignos incluso si en un momento dado carecemos de un empleo? La respuesta clara y rotunda es “no”.

chica pensando que el trabajo no nos define como personas

Recordatorios de por qué el trabajo no nos define como personas

Trabajarnos para ganarnos la vida, pero un trabajo no tiene por qué ser nuestra vida. El trabajo no nos define como personas, como tampoco lo hace la ropa que llevemos o si por la mañana tomamos café o una infusión. Somos mucho más que aquello que hacemos cada día, porque eso que hacemos hoy, puede que no lo hagamos la semana próxima y aun así, seguiremos siendo los mismos. Seres únicos, excepcionales y maravillosos.

Por lo tanto, para recordar a diario por qué el trabajo no nos define como personas, vale la pena tener en cuenta estas dimensiones:

  • Tu trabajo no conforma tu identidad, lo hace tu potencial y tus valías. Te define lo buen amigo que seas, el tipo de pareja que seas, lo buen padre o madre que seas para tus hijos.
  • El trabajo no nos define como personas, lo hace quiénes somos como individuos. Lo que hacemos en nuestros puestos laborales es solo una parte de nuestro día a día.
  • Asimismo, nuestra carrera o ese puesto que ahora ocupamos en una empresa no nos dice tampoco quiénes somos. La vida cambia y, de pronto, podemos estar desempeñando otra función. 

Por último y no menos importante, ninguno de nosotros somos nuestro salario a final de mes. Bien es cierto que lo necesitamos para vivir, pero esa cantidad no dice en absoluto quiénes somos. En ese ingreso mensual no están nuestras pasiones, bondades, metas, recuerdos, esperanzas o anhelos. Somos demasiado complejos para integrarnos en este tipo de etiquetas.


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