El trastorno negativista desafiante: síntomas, causas y tratamientos

La conducta de oposición puede ser tanto normal como necesaria en el ciclo vital. Se necesita para asumir una individualidad y poder establecer normas y controles internos. Ahora bien, ¿qué ocurre cuando este conducta se lleva a los extremos?
El trastorno negativista desafiante: síntomas, causas y tratamientos
Paula Villasante

Escrito y verificado por la psicóloga Paula Villasante.

Última actualización: 29 abril, 2019

El trastorno negativista desafiante (TND) se caracteriza por un patrón recurrente de conductas no cooperativas, desafiantes, negativas, irritables y hostiles hacia los padres, compañeros, profesores y otras figuras de autoridad (1).

El DSM-5 (2) lo agrupa en el epígrafe de los trastornos disruptivos, del control de los impulsos y de la conducta. Otros trastornos en este epígrafe son el trastorno de conducta disocial (TD), trastorno explosivo intermitente (TEI) y trastorno antisocial de la personalidad (TAP).

Aunque la actitud desafiante puede ser habitual en los niños, de vez en cuando puede ocurrir que se convierta en un trastorno como este. La conducta de oposición puede tomar diferentes formas. Puede ocurrir que la niña o niño presente una pasividad extrema (no obedecer sistemáticamente mostrándose pasivo o inactivo).

Por el contrario, puede también utilizar verbalizaciones negativas, insultos, hostilidad o resistencia física con agresividad hacia las figuras de autoridad, ya sean los propios padres, maestros o educadores (3).

Niño gritando

Epidemiología

La prevalencia del TND varía en función de la naturaleza de la población estudiada y de los métodos de evaluación. Se han hallado tasas de trastorno negativista desafiante situadas entre el 2 y el 16 % (1). Este trastorno puede aparecer desde los 3 años de edad. Sin embargo, suele iniciarse a los 8 años, siendo raro que se inicie pasada la adolescencia.

Lo normal es que los síntomas negativistas afloren en el ambiente familiar. Sin embargo, con el paso del tiempo pueden producirse en otros ambientes también, como en el colegio, por ejemplo. Este trastorno afecta aproximadamente de 2 a 16 niños y adolescentes de cada 100 y es más frecuente entre los jóvenes de familias de un nivel socioeconómico bajo.

Posibles causas del trastorno negativista desafiante

La conducta de oposición puede ser tanto normal como necesaria en el ciclo vital. Se necesita para asumir una individualidad y establecer normas y controles internos (1). La sintomatología negativista puede aparecer como reacción a un evento importante de la vida. Un accidente o un evento traumático son ejemplos de ello.

Además también puede ser una defensa contra sentimientos de incapacidad, incompetencia, ansiedad, pérdida de autoestima o tendencias de sumisión.

Teoría biológica – fisiológica

Dado que la conducta agresiva puede estar relacionada con factores bioquímicos y hormonales, se cree que estos pueden jugar un papel importante en la aparición de conductas negativistas.

Teoría del aprendizaje

Esta teoría mantiene que las características negativas del trastorno son actitudes que los jóvenes aprenden de las técnicas negativas empleadas por los padres y figuras de autoridad. Algunas de estas son castigos, gritos o incluso golpes.

No es que existan patrones de crianza familiares distintivos; sin embargo, sí se ha encontrado que muchos de los padres de niños o adolescentes con este trastorno se interesan de manera exagerada por el poder y el control sobre sus hijos.

Además, puede ocurrir que el ambiente familiar incida en la aparición de estas conductas. En algunas familias se han observado hermanos obstinados, madres deprimidas y controladoras y padres pasivo-agresivos. Un ejemplo de esto último podría ser un padre que ignora la educación de sus hijos, pero que sin embargo critica cualquier intervención de su pareja.

Diagnóstico del trastorno negativista desafiante

Para diagnosticar este trastorno lo normal es realizar una entrevista a los padres en primer lugar. En ella, el psicólogo podrá determinar cómo ha sido el comportamiento del niño o adolescente durante su ciclo vital.

También serán necesarios: un examen directo con el menor o adolescente y una revisión por parte de los docentes de su escuela. Se requerirá una historia clínica completa (que incluya antecedentes familiares, personales, patológicos e historia del desarrollo), así como conocer cuándo consultar a otro especialista y cuándo referirlo a otro nivel de atención (1).

Niño gritando enfadado

Tratamiento

El tratamiento para este trastorno ha de basarse en la psicoterapia individual, familiar y grupal. Además, implica trabajar tanto con el niño como con los padres.

Psicoterapia individual

El objetivo con este tipo de terapia ha de ser aumentar la capacidad del niño para:

Terapia familiar

Además de una psicoterapia individual, es esencial tener en cuenta la comunicación y la interacción familiar ante este tipo de trastornos. Los padres o tutores del niño necesitarán, en ocasiones, ayuda de un profesional para desarrollar algunas habilidades en la crianza del niño o el adolescente.

En conclusión, podemos decir que el trastorno negativista desafiante no afecta exclusivamente al niño o adolescente. También afecta a la familia, a docentes y a compañeros. Su origen parece ser principalmente psicosocial y puede tener que ver con la crianza que se le ha dado al niño o adolescente. Este trastorno ha de tratarse cuanto antes, de lo contrario puede evolucionar a un problema mayor de conducta, como el trastorno disocial.


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  • 1. Vásquez, J., Feria, M., Palacios, L., & De la Peña, F. (2010). Guía clínica para el trastorno negativista desafiante. México: Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fente Muñiz.(Serie: Guías clínicas para la atención en trastornos mentales).
  • De Psiquiatria, A. A. (2013). Guía de consulta de los criterios diagnósticos del DSM 5. Arlington, VA, Asociación Americana de Psiquiatría, 28-33.
  • Ruiz, A. B. R. (2014). Intervención cognitivo-conductual en un caso de trastorno negativista desafiante en una adolescente. Revista de Psicología Clínica con Niños y Adolescentes, 1(1), 89-100.

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