Emociones sociales: ¿cuáles son?

Una de las emociones sociales más poderosas y distintivas es el amor. Esta experiencia actúa como pegamento social para construir vínculos entre nosotros y cuidar de aquellos que más queremos.
Emociones sociales: ¿cuáles son?
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 30 octubre, 2020

Las emociones sociales son esos estados que surgen solo cuando estamos en compañía de una o varias personas. Un ejemplo de ello sería la vergüenza, una sensación que surge básicamente al poner en ojos de los demás la valoración de uno mismo. Son experiencias tanto positivas como negativas que orquestan nuestras relaciones e incluso el modo en que nos vemos.

Asimismo, hay un hecho interesante dentro de esta área. Cada idioma dispone de la definición de unos estados emocionales concretos que surgen solo entre grupos sociales. Un ejemplo de ello lo encontramos en el término alemán Schadenfreude. Esta palabra puede traducirse como placer al observar la desgracia ajena, regodearse del mal de del otro.

Por otro lado, en el francés nos encontramos con una expresión mucho más enriquecedora: retrouvailles, simbolizando esa alegría que solemos experimentar al hallar de casualidad a alguien que no veíamos en mucho tiempo y a quien apreciábamos. Así, como podemos ver, son muchas las sensaciones, sentimientos y reacciones que podemos experimentar cuando formamos parte de la sociedad.

Es por ello que los expertos suelen diferenciar emociones individuales de emociones sociales. Estas últimas son quizá más interesantes porque se transfieren, se contagian, nos permiten crear vínculos entre nosotros y son, en ocasiones, motivos de problemas y desavenencias. Lo analizamos.

Amigos hablando y experimentando emociones sociales

Emociones sociales ¿cuáles son?

El papel que tienen las emociones en cada uno de nuestros escenarios es determinante. Y, curiosamente, esto es algo de lo que no siempre somos conscientes. Por lo general, entendemos estos estados psicofisiológicos como estados internos que nos preparan para desarrollar una serie de conductas con las que reaccionar ante las exigencias ambientales.

No obstante, pensemos en ello: gran parte de esos desafíos tienen mucho que ver con los grupos de personas que nos envuelven. El estrés laboral, las complejidades de las relaciones afectivas y familiares, los vínculos con nuestros amigos… Somos criaturas sociales y, por tanto, es común que destaquen con mayor fuerza esos estados a los que llamamos emociones sociales.

Algunos estudios, como el de la Universidad de Amsterdam (Países Bajos), señalan algo interesante en lo que pensar. El ser humano se define por una serie de emociones básicas, tales como la alegría, el miedo, la tristeza, el asco, la sorpresa… Ahora bien, posiblemente, si no viviéramos en grupos sociales nunca sentiríamos una serie de estados que solo surgen cuando compartimos espacios con otras personas.

Seguramente, si dejáramos a un niño a su suerte en una isla desierta jamás desarrollaría muchas de estas emociones, esas que se desarrollan en exclusiva un contexto social para bien o para mal. Las analizamos.

La envidia y los celos

Aunque no signifiquen lo mismo podemos situarlas casi en la misma esfera. Tanto los celos como la envidia son dos de las emociones sociales más clásicas y que solo afloran en relación con nuestros semejantes.

El deseo por tener lo que tiene el otro y el temor a perder el afecto de alguien en manos de terceros perfilan estados que nunca experimentaríamos estando solos.

La admiración

Esta dimensión es como una de esas muñecas rusas: dentro de ella hay muchas más. La admiración está hecha de afecto, de pinceladas de sorpresa, atracción y también de alegría. Son estados que proyectamos hacia una o más personas porque hay algo en ellas que nos agrada, que nos inspira y que valoramos especialmente.

La compasión y el sentimiento de solidaridad

Bien es cierto que la compasión también podría ser considerada como una emoción individual. Al fin y al cabo, es posible y bastante común sentir compasión por uno mismo. No obstante, adquiere auténtico sentido cuando la vivenciamos en relación a los demás.

La compasión y el sentimiento de solidaridad son dos emociones sociales de gran valor. Gracias a ella facilitamos ayuda, nos movilizamos y damos sentido a ese aspecto social del ser humano.

Emociones sociales: el amor

Amor y enamoramiento constituyen esos ejercicios que oxigenan y dan vida a las emociones sociales. Amar en todas sus formas, ya sea a nuestra pareja, hijos, familiares o amigos es ese tendón psicológico que nos da fuerza, sentido y propósito. Pocas emociones sociales son tan trascendentes.

Pareja feliz hablando de las emociones sociales

La vergüenza

Hablábamos de ella al inicio. La vergüenza se entremezcla con el miedo porque nos imposibilita mostrar a los demás lo que somos. Y ese temor, se nutre de la angustia a la descalificación ajena, al juicio que otras personas hagan de nosotros. Esa falta de aceptación, de valoración y tolerancia hacia uno mismo aflora solo en escenarios sociales y conforma un estado que erosiona claramente la identidad y la autoestima.

Culpa y remordimiento

La culpa y el remordimiento son dos de las emociones sociales más comunes. Sentirnos mal por haber hecho daño a alguien con nuestra conducta, palabras o actitudes es algo recurrente desde el principio de los tiempos.

Percibir que no hemos actuado de manera correcta con alguien y sufrir por ello, no solo nos ayuda a aprender de nuestro comportamiento, nos impulsa también a querer ser mejores.

La finalidad de todos estos estados, experiencias internas y sensaciones conforma un tejido psicológico único y trascendente que solo crece en escenarios grupales. Comprenderlo, saber qué finalidad tienen y regularnos facilitará la convivencia y el bienestar.


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