¿Es posible cambiar y seguir siendo los mismos?

El cambio personal suele generar resistencias en los demás. ¿Por qué estaría mal visto el cambio? ¿Acaso no somos seres fluctuantes por naturaleza? Aquí te daremos algunas razones que soportan la idea de que podemos cambiar y seguir siendo los mismos.
¿Es posible cambiar y seguir siendo los mismos?
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Última actualización: 15 marzo, 2018

¿Cuántas veces nos han dicho o hemos escuchado “no cambies nunca”? Así, en cierto modo, el cambio puede ser visto como negativo, como una debilidad: “ha cambiado, ya no es el mismo”. El cambio es necesario, es natural e imprescindible para la supervivencia, aún así, muchos lo ven como algo negativo. Pero, ¿y si admitimos que es posible cambiar y seguir siendo los mismos?

Frente a la mayoría de los cambios que hacemos para adaptarnos, existe una resistencia, ya sea interna o por parte de nuestro entorno . Por otro lado, este tipo de resistencias actúan frente al cambio cuando este se anuncia o empieza, pero también cuando este comienza a instaurarse e incluso algunas pueden seguir cuando ya se ha consolidado. Ahora bien, ¿es posible que esos cambios, esas transformaciones, nos permitan mantener nuestra esencia, una continuidad o una coherencia entre quienes fuimos, somos y seremos?

En este artículo trataremos el tema del cambio personal, intentaremos entender por qué existe la resistencia al cambio y puede estar “mal visto”, y finalmente intentaremos dar razones que soporten la idea de que podemos cambiar y seguir siendo los mismos.

¿Por qué algunas personas se resisten al cambio y lo ven como una debilidad?

La resistencia al cambio es normal, todos los sistemas tienen fuerzas internas que buscan la permanencia y la estabilidad. Es decir, mantener la dinámica diaria de funcionamiento (aunque esta sea problemática) es más fácil que crear una dinámica alternativa, diferente o nueva. Ya tienes automatizados ciertos hábitos y los demás se han amoldado a ellos. Incluso la rutina permite que seas previsible, que no generes en los demás a su vez la necesidad de adaptarse a las nuevas condiciones que les planteas. Por lo tanto, la permanencia a corto plazo suele ser más cómoda que el cambio. De ahí una de las resistencias frente a él.

Mujer con los ojos cerrados expresando cobardía

Por otro lado, las personas se resisten al cambio porque, con el pasar del tiempo, se acostumbran a tener hábitos y estilos de afrontamiento. Dedican mucho tiempo a crear herramientas psicológicas para gestionar momentos difíciles y aunque estas herramientas no sean las adecuadas: son las suyas propias, son su creación personal.

De este modo, surge la resistencia al cambio y además el cambio puede ser visto como una debilidad. Porque, si has actuado de un modo durante tanto tiempo y aparentemente ha sido efectivo: ¿por qué ahora lo cambias? Como hemos dicho, las personas que nos rodean también se sienten más tranquilas y cómodas si pueden predecir nuestras actitudes, respuestas y comportamientos. Si cambiamos, esa predicción durante un tiempo es casi imposible o se vuelve más insegura, y por ello, sin darse cuenta, quienes nos rodean también buscan la permanencia y la estabilidad y pueden llegar a oponer cierta resistencia a los cambios que planteamos.

“La inteligencia es la habilidad de adaptación al cambio”.

-Stephen Hawking-

Por otro lado, cambiar puede ser visto como una debilidad. Que una persona cambie de opinión puede hacer que los demás la vean como insegura, voluble y, como hemos dicho antes, impredecible. Sin embargo, cambiar una opinión, cuando creemos que la que antes defendíamos estaba equivocada, es una decisión inteligente a la larga y valiente. De otra forma, lo más probable es que terminemos siendo prisioneros de nuestra propia contradicción: pensar algo y defender lo contrario.

Así mismo, el cambio de opinión es resultado de un proceso reflexivo, durante el cual, al recibir nueva información y percibir la realidad de otro modo, nos damos cuenta de que lo que pensábamos ya no nos ayuda, ya no es correcto. Por tanto, es ¡fantástico! Así, lo que nos definiría es este modo inteligente de proceder y no una u otra opinión.

A pesar de que el proceso de cambio implica una metamorfosis personal en la que están implicadas muchas de nuestras ideas o características, a cambiar podemos llegar a sentir que estamos renunciando a una parte de nuestro “ser”. Y más si tenemos en cuenta que nuestro entorno puede percibir el cambio como una debilidad.

Cambiar y seguir siendo los mismos: un desafío posible

En la mayoría de los casos, el proceso de cambio personal lo que busca es sacar lo mejor de cada individuo. En realidad, lo que conocemos como cambio es el resultado de liberar a la persona de sus cadenas, límites y miedos. No estamos cambiando, sino que estamos quitando las barreras y siendo fieles a nuestra esencia dejándola que se exprese y despliegue sus alas.

¿Cómo podemos cambiar y seguir siendo los mismos? Podemos hacerlo buscando girar en torno a nuestro propio eje, mirar la realidad desde puntos de vista diferentes, saber apreciar la globalidad y la excepcionalidad de cada situación. Y a partir de allí, escoger cómo comportarnos, qué pensar y qué decir según el momento y nuestros sentimientos. Podemos cambiar sin reglas previas preconcebidas y rígidas que nos obliguen a actuar siempre del mismo modo, sintiéndolo o no.

Mujer envuelta en nubes representando cuando escuchamos lo que queremos oír

Cambiar y seguir siendo los mismos requiere dejar de lado cualquier tipo de ortodoxia o regla, escogiendo de manera consciente la manera de mostrarse al mundo en ese momento particular. Todo esto le permite al individuo ser fiel a su esencia y por ello puede cambiar y seguir de alguna manera siendo el mismo. Porque escoger dónde posicionarse según lo que sienta y no según lo que “tendría que hacer” es la manera más libre y legítima de no traicionarse.

La filosofía oriental y el arte de cambiar siendo los mismos

La filosofía oriental explica que la virtud está en no estancarse, en darse cuenta de las propias fijaciones y limitaciones y superarlas o trascenderlas. Siendo esta la manera que tenemos de cambiar y seguir siendo los mismos. Porque de este modo, abrimos un espacio para que nuestro verdadero ser surja, se manifieste y se desarrolle.

Diferentes maestros de la filosofía oriental explican que cambiar y seguir siendo los mismos no es una habilidad que se aprenda ni fácil ni rápidamente. Requiere un esfuerzo constante, también porque nuestro sistema psicológico ya sea por economía o por necesidad de buscar la permanencia, busca mantenerse estable y tener pilares firmes.

“Discúlpeme, no le había reconocido: he cambiado mucho”.

-Oscar Wilde-

Según Robert Spencer, en su libro “El arte del Guerrero”, para mantenerse elásticos, haríamos bien en acostumbrarnos a manejar diferentes puntos de vista, evitando así el peligro de anclarnos  en una única perspectiva. Solo un entrenamiento adecuado en este tipo de gimnasia mental lleva a la espontaneidad. Si el ejercicio es interrumpido, en poco tiempo nuestra mente tenderá a protegerse, quedándose atrapada en las cadenas de sus propios pensamientos.

Para terminar, me gustaría compartir una metáfora que explica cómo es posible cambiar y seguir siendo los mismos:

“El agua lo vence a todo porque se adapta a todo. Puede ser un fluido, un sólido o un gas. Puede ser blanda o dura, rígida o elástica. Inmóvil o impetuosa, calma o tempestuosa. Puede correr lentamente o arrollar, evitar un obstáculo o chocar violentamente con él. Precipitarse o salpicar. El agua es la analogía natural del cambio como capacidad de adaptarse estratégicamente a las distintas circunstancias“.

Y si fueras cómo el agua… ¿qué pasaría?


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