¿Es verdad que nos "casamos" con nuestros padres o madres?

Y tú... ¿Buscas parejas que tengan características que te recuerden a tu padre o a tu madre? Lo cierto es que, a veces, preferimos todo lo contrario: personas que no se parezcan en nada a nuestros cuidadores.
¿Es verdad que nos "casamos" con nuestros padres o madres?
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 07 noviembre, 2022

Hay una leyenda urbana en materia psicológica que afirma aquello de que muchos nos “casamos” con nuestros padres o madres. Dicho de otro modo, que las personas buscamos en nuestras parejas atributos que nos recuerden a nuestros progenitores. Es cierto que hay dos teorías de lo más conocidas que explican este fenómeno, tales como el complejo de Electra y el complejo de Edipo.

Ahora bien… ¿Hasta dónde es cierta esta idea? ¿De verdad tenemos un filtro que nos orienta hacia un perfil y no otro partiendo de esquemas internos de infancia? Lo cierto es que hay una verdad innegable. De niños desarrollamos una narrativa inconsciente sobre lo que es el afecto y las relaciones. Lo hacemos basándonos en la manera en que nos tratan nuestros cuidadores.

Esto puede condicionarnos de muchas maneras. Y en efecto, una de ellas puede hacer que el día de mañana repitamos ese mismo patrón porque es el que más conocemos, el que nos aporta refuerzos y confianza. Si nuestro padre o nuestra madre fue siempre ese soporte cotidiano en el que sentirnos validados, entendidos y protegidos, es obvio que buscaremos lo mismo.

Sin embargo, ¿qué pasa cuando el vínculo con esos cuidadores fue traumático? ¿Buscamos quizá esas mismas figuras nocivas en materia afectiva en la edad adulta? Lo analizamos.

El tipo de apego vivido en la infancia tiene una influencia directa en el tipo de pareja que buscamos.

Pareja enfadada en el salón pensando que nos "casamos" con nuestros padres o madres
Nuestros miedos y necesidades en el ámbito afectivo están condicionados muchas veces por la relación que tuvimos con nuestros padres.

¿Es verdad que nos “casamos” con nuestros padres o madres?

Es evidente que cuando escuchamos la frase de que muchos nos “casamos” con nuestros padres o madres, lo que sentimos es cierto rechazo ante esta idea. Sin embargo, si desgranamos psicológicamente este razonamiento y vamos a sus bastidores, descubriremos que hay evidencias que la sustentan.

Para empezar, las relaciones tempranas con nuestros progenitores crean guiones o modelos sobre cómo funcionan las relaciones. Damos veracidad a lo que vemos y al tipo de amor que nos ofrecen esos primeros cuidadores. Estas dinámicas de infancia nos marcan, nos modelan y nos condicionan de manera profunda.

Por otro lado, como bien podemos suponer, la teoría psicoanalítica dio validez a la idea de que las personas eligen parejas románticas con rasgos similares a sus padres. Trabajos como el realizado en la Universidad Estatal de Nueva York, por ejemplo, refuerzan esta propuesta. Sin embargo, lejos de quedarnos con los síndromes de Edipo o Electra, donde debemos situar la atención es en los tipos de apego.

No buscamos a parejas que se parezcan físicamente a nuestro padre o nuestra madre. Buscamos personas que nos den la misma seguridad afectiva que nos dieron nuestros progenitores o parejas que nos ofrezcan el amor que estos no supieron o no quisieron darnos.

El apego que recibiste determina el tipo de amor que crees necesitar

Si crecimos en un hogar con un padre ausente y frío emocionalmente, es probable que busquemos relaciones que nos den validación constante, afecto, seguridad. No siempre nos “casamos” con nuestros padres o madres. A veces, buscamos parejas que cumplan las tareas emocionales que no nos dieron nuestros progenitores.

El apego que recibimos en la infancia crea un modelo de amor que es el que creemos necesitar. Así, y como ejemplo, los niños que crecieron con madres y padres cariñosos y en sintonía constante con ellos, se convierten en adultos con buena autoestima y seguros de sí mismos. El apego seguro nos permite construir relaciones satisfactorias, sin un miedo constante al rechazo o a la soledad.

En este caso, no se busca una figura exacta a un progenitor. Cuando uno fue amado y respetado de niño, busca moverse en territorios afectivos que le aporten las mismas dinámicas relacionales que en la infancia.

Como seres humanos, somos atraídos de manera inconsciente a lo que nos es familiar y conocido. 

A veces, buscas lo opuesto a tus padres y, sin embargo, sufres igual

Puede que uno de nuestros progenitores falleciera. Es posible, también, que uno o ambos progenitores fueran negligentes con nosotros. En estos casos, es común desarrollar un apego ansioso: necesitamos figuras que llenen esos inmensos vacíos en materia afectiva. Y, sin embargo, lejos de lograrlo, fracasamos y experimentamos el mismo dolor, la misma sensación de carencia… ¿Cómo es posible?

Una vez más, no nos “casamos” con nuestros padres, lo que hacemos es buscar sustitutos de esas figuras que nunca tuvimos. Y en ese trance, en esa retahíla de decepciones en materia relacional, hay algo que no vemos. Como señala en un estudio la doctora Kim Bartholomew, las personas con apego ansioso tienen una visión negativa de sí mismos y buscan a otros para validarlos.

El problema no está en esas parejas fallidas, sino en una herida de infancia no atendida. El problema está en nosotros. La baja autoestima, la inseguridad y esa devaluación de uno mismo nos abocan una y otra vez hacia personas dañinas. Hacia figuras tan lesivas como lo fueron los progenitores.

 A veces, cuando buscamos parejas lo más diferentes a nuestro padre o nuestra madre, esa elección de ir en contra sigue siendo una decisión condcionada por el padre o la madre.

chica pensando que nos "casamos" con nuestros padres o madres
Si deseas tener una relación más satisfactoria que con la que creciste, debes ser consciente de los modelos mentales que hay en ti sobre las relaciones.

No nos “casamos” con nuestros padres o madres, nos casamos con los modelos mentales que nos transmitieron

Las personas buscamos lo que nos es familiar, y lo que nos es familiar no siempre es lo más adecuado. Puede que nos atraiga ese hombre seguro de sí mismo y algo dominante, o esa mujer tan divertida, pero con tendencia a la manipulación emocional. En ocasiones, esos guiones mentales que nos transmitieron nuestros padres nos siguen condicionando en la edad adulta. Y no siempre para bien.

Es adecuado realizar un ejercicio de consciencia para detectar esas narrativas defectuosas sobre las relaciones y el afecto que pudieron transmitirnos nuestros padres. Si siempre acabamos con personas dañinas, preguntémonos cuál puede ser la razón. Tal vez exista algo en nuestro pasado que debamos reformular y sanear.


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  • Bartholomew, Kim and Leonard M. Horowitz. “Attachment Styles Among Young Adults: A Test of a Four-Category Model,” Journal of Personality and Social Psychology (1991), vol.101 (2): 226-244.
  • Brumbaugh, Claudia Chloe and R. Chris Fraley, “Adult Attachment and Dating Strategies: How Do Insecure People Attract Mates?” Personal Relationships (2010), 17, 599-614.
  • Geher, Glenn. “Perceived and Actual Characteristics of Parents and Partners: A Test of a Freudian Model of Mate Selection,” Current Psychology (Fall, 2000), vol. 19, no.3, 194-214.

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