¿Qué esconden las personas incapaces de hacer autocrítica?
Todos conocemos a personas que proyectan una imagen de estar enamoradas de sí mismas y hasta cierto punto para tener una autoestima sana hay que saber valorarse. Otra cosa muy distinta, son las personas que en esta valoración se colocan en el escalón más alto, sin ninguna capacidad de autocrítica. El problema en sí no es la falta de autocrítica, sino que estas personas, al situarse en un lugar tan alto, puedan perder humildad y motivación para mejorar.
Paradojicamente, Ortega y Gasset definía a este tipo de personas como “señoritos insatisfechos”. Suelen utilizar a menudo frases como “yo soy así y no voy a cambiar”, o “no voy a cambiar porque si me quieren me tienen que aceptar tal como soy”. Estas frases indican que le confieren un carácter de ataque personal a cualquier crítica que reciben, de manera que no se paran a analizarla y únicamente dedican sus esfuerzos a defenderse de ella o a ignorarla.
Al considerarse perfectos, en su imperfección, sienten que pueden juzgar a los demás desde su púlpito por no sentirse tan maravillosos como ellos se sienten. La parte negativa para ellos mismos está en que se ponen metas demasiado altas, las cuales casi nunca son conseguidas. Esto les lleva a un mundo de fantasías para estar acorde a sus pretensiones, o a un mundo de desilusiones por no conseguir sus objetivos.
El valor de la autocrítica
La autocrítica nos permite hacer una evaluación de nuestra situación y nos da pistas para mejorarla. Es la capacidad que tiene un individuo de verse a sí mismo, a fin de identificar sus errores y fortalezas, en miras de reforzar sus cualidades positivas o corregir aquellas que no lo son tanto, logrando con esto ser cada día un mejor ser humano.
Como valor, algunos intelectuales y filósofos han señalado la importancia que tiene la autocrítica en el avance y desarrollo de proceso positivos dentro de una comunidad. Este valor hace que cada individuo se haga responsable, maduro y se preocupe por su mejora personal.
El proceso y capacidad de autocrítica mantiene alejado a los miembros de una sociedad de caer en el incumplimiento de normas, la corrupción, o la delincuencia, hechos que llevan a una sociedad a desajustarse. La autocrítica es un valor que hace que los miembros de una sociedad tengan conciencia de cómo sus actos afectan el comportamiento de ésta.
La autocrítica es una práctica sana, gracias a la cual aprendemos a ajustar nuestro comportamiento, mejorando aquello que lo que podemos ser potencialmente mejores. Es una cualidad necesaria para relacionarnos con los demás, pero como todo hay que realizarlo en su justo medida, ya que no poner en valor nuestro esfuerzo o las partes positivas de nuestras acciones puede ser tan dañino como centrarnos exclusivamente en ello.
“Si pierdes autocrítica, pierdes sentido de realidad”
-Paco Ignacio Taibo II-
La autoestima no es mejor ni alta ni baja, sino ajustada
Prescindir de la autocrítica es una opción inmadura que se utiliza para tratar de preservar la autoestima. Una baja capacidad de autocrítica no equivale a una alta autoestima, sino más bien a un vacío en esta autoestima hacia el que se intenta no mirar a toda costa.
Sin embargo, una excesiva autocrítica sí se corresponde con una baja autoestima. La razón principal es que la persona tiende a responsabilizarse de todo y a culparse cuando algo no le sale bien. Tenemos que ser capaces de detectar esa voz crítica, inflexible y negativa para desarmarla librándonos del malestar y el dolor de nuestras autovaloraciones desajustadas.
Una correcta autocrítica es un signo de madurez, que facilita el aprendizaje y las relaciones con los demás. En exceso, como tantas otras cualidades, no es positiva. Pero en su justa medida es lo que nos ayudará a conseguir una autoestima ajustada a nuestras capacidades.
“Me llevó mucho tiempo no juzgarme a mí mismo a través de los ojos de otro”
-Sally Field-