El fracaso es un moratón, no un tatuaje

El fracaso es un moratón, no un tatuaje
Fátima Servián Franco

Escrito y verificado por la psicóloga Fátima Servián Franco.

Última actualización: 25 enero, 2018

Decía Henry Ford, fundador de la compañía Ford Motor Company, que el verdadero fracaso es aquel del que no aprendemos nada. En este sentido, uno de los automatismos que se pueden derivar de la consciencia del error es el autocastigo. Nos culpabilizamos en lo más profundo de nosotros mismos, mientras fuera aparentemente reina el silencio. Guardando el fracaso en privado, como si esa herida no fuera a cerrar nunca.

Grandes pensadores, filántropos y triunfadores le han dado la vuelta al sentido de fracasar, y nos muestran como en sus vidas el fracaso fue solo un moratón, no un tatuaje. Bill Gates, por ejemplo, nos revela que está bien celebrar el éxito, pero que si hay algo que puede convertirse en fuente de sabiduría es el silencio.

El énfasis del fracaso como debilidad, mal hacer o culpabilidad es un constructo creado por la ansiedad de obtener unos resultados; resultados que, paradójicamente, muchas veces no son posibles sin esos fracasos previos. Como, al parecer, los errores son tan molestos a ojos de esta perfeccionista e irrealista sociedad, siguiendo el eco de su mensaje tratamos de eliminamos de nuestros escaparates a base de mentiras, que por repetición, llegamos finalmente a interiorizar.

“No he fallado. He encontrado 10.000 maneras que no funcionan. Para cada fracaso, hay un curso de acción alternativo. Sólo tienes que encontrarlo”.

-Thomas A. Edison-

Mujer con ansiedad por el fracaso

Fracasar: el condimento que da al éxito su sabor

¿Por qué nunca vemos los fallos que tuvo el que ahora está en la cima? Parece ser que el brillo de lo que se consigue sin esfuerzo se ha metido tan dentro de nosotros que nos hemos creído merecedores de toda victoria sin tan siquiera haberlo intentado antes.

El resultado es importante, pero en muchas ocasiones poco importa si no estamos contentos con todo el esfuerzo realizado. Un fracaso no es siempre un error, puede ser simplemente el reflejo de la mejor versión de uno mismo en determinadas circunstancias. La satisfacción debe radicar en el esfuerzo, no en el logro. Un esfuerzo total es una victoria completa.

Una parte importante de la formula algebraica que le da condimento al éxito tiene que ver con la diferencia de peso entre nuestro deseo y nuestro miedo a fracasar. Dicho esto, la mayoría de las grandes personas han alcanzado su mayor éxito solo un paso más allá de su mayor fracaso. Tan paradójico como real.

“Un aspecto esencial de la creatividad es no tener miedo a fracasar. El éxito se logra a menudo por aquellos que no saben que el fracaso es inevitable”.

-Edwin Land-

Fracasar solo es una oportunidad para comenzar de nuevo de forma más inteligente

Tenemos cuarenta millones de razones para el fracaso, pero ni una sola excusa. Solo porque hayamos fracasado una vez no significa que vayamos a fracasar en todo. Los fracasos son oportunidades para empezar de nuevo, con más recursos, de manera más inteligente, con un mayor conocimiento.

Mujer caminando por la vía del tren

Como llegamos al conocimiento es a través de la experiencia diaria que nos dan los caminos ya transitados. Los mejores cuadros, los mejores versos, las mejores canciones y nuestros mayores logros no florecieron en un día, necesitaron de años de constancia para ver la luz, de realizar intentos que no terminaron en nada. La experiencia es la que enseña lentamente y lo que te llevas cuando pagas el precio por equivocarte.

Los intentos de alguien que se ha equivocado muchas veces son los que harán que el fracaso deje de ser un tatuaje para convertirse en un moratón. En este sentido, es complicado que ningún éxito llegue si no hemos hecho un trabajo, un relato en el que los fracasos sean fuente de inspiración y no de lamento. Así, de alguna manera, las personas que evitan el fracaso también evitan el éxito, quedándose paralizadas y siendo testigos de cómo su vida pasa delante de ellos, sin que se decidan a subir por el miedo a volver a fallar.

“El éxito es tropezar de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo”.

-Winston Churchill-


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