Franco Basaglia, un psiquiatra que rompió esquemas
Franco Basaglia es uno de esos personajes que se adelantaron a su tiempo. Este psiquiatra italiano propuso y llevó a cabo un nuevo enfoque en la atención psiquiátrica que supuso una gran revolución. La propia Organización Mundial de la Salud toma la experiencia iniciada por Basaglia como uno de los referentes más relevantes para entender la psiquiatría actual.
Junto con Ronald D. Laing y David G. Cooper, a Franco Basaglia se le conoce como uno de los padres de la “antipsiquiatría”. Muchas de sus obras son verdaderos clásicos: han sido traducidas a diferentes idiomas y leídas por varias generaciones.
Franco Basaglia no fue solamente un riguroso científico, sino también un humanista y un activista. Se opuso a la psiquiatría tradicional, no solo por la ineficacia de muchos de sus métodos, sino también por profundas convicciones éticas. Su legado sigue dando frutos.
“Bajo toda enfermedad psíquica hay un conflicto social”.
-Franco Basaglia-
Los primeros años de Franco Basaglia
Franco Basaglia nació en Venecia (Italia), en 1924. Provenía de una familia acomodada y tuvo una infancia tranquila. A los 19 años comenzó a estudiar en la facultad de medicina de la Universidad de Padua. Se involucró con el movimiento antifascista de su país y por eso fue encarcelado entre 1944 y 1945. Su paso por prisión marcó definitivamente su postura frente a la reclusión obligatoria.
En 1950, Franco Basaglia obtuvo su título como psiquiatra. Ocho años después se convirtió en profesor de la Universidad de Padua. Apenas tres años más adelante dejó la academia y se trasladó a Gorizia, donde le encargaron la dirección del hospital psiquiátrico local. Fue allí donde descubrió que los internos del hospital recibían un trato similar al que se le daba a los presidiarios en las cárceles.
Para ese entonces, Basaglia ya tenía su propia idea acerca de las enfermedades mentales. No aceptaba que se tratara de enfermedades físicas, sino que en buena parte las interpretaba como una consecuencia de la marginación y de entornos disfuncionales.
Su primer discurso en el hospital aún es recordado hoy en día. Sus palabras fueron toda una declaración de intenciones: “Una persona con una enfermedad mental entra en el manicomio como ‘persona’ para convertirse allí en una ‘cosa’. El paciente, en primer lugar, es una ‘persona’ y como tal debe ser considerado y atendido (…) Y nosotros estamos aquí para olvidarnos de que somos psiquiatras y para recordar que somos personas”.
La experiencia en Trieste
En agosto de 1971, Franco Basaglia asumió la dirección del hospital psiquiátrico de Trieste, en Italia. A su llegada había 1.182 personas internas. Para la comunidad, el sitio era esa especie de papelera apartada en la que terminaban todos los individuos que no se adaptaban a la sociedad y que por ello, “molestaban”.
En estas circunstancias, Basaglia emprendió un proceso de transformación, tanto dentro como fuera del hospital. Sus ideas lograron el apoyo de profesionales, gobiernos e instituciones de todo el mundo que entendieron sus ideas y la necesidad de la revolución que Basaglia planteaba.
En cuanto a su trabajo dentro de las instituciones, para él fue muy importante el desarrollo de talleres artísticos con los enfermos. También se preocupó por generar oportunidades para que los internos generaran y asumieran iniciativas; la cuestión era que dejaran de ser personas pasivas, que desde el entorno se abandonara la idea de que tenían poco o nada que aportar. El objetivo de las ideas de Basaglia era poner el foco en lo que sí eran capaz de hacer, compensando con ello sus limitaciones.
Lo más importante de todo fue que creó un sistema de hospital abierto. Los internos del hospital podían salir a la calle, volver a la sociedad. Al mismo tiempo, muchos pudieron regresar a sus casas. Además, Basaglia organizaba asambleas dentro del hospital para conocer la opinión de los internos y buscar alternativas de solución entre todos.
La cuestión era que los manicomios dejasen de ser lugares apartados y marginados de la dinámica social. La otra cuestión era buscar el apoyo de la propia sociedad para que los internos se pudieran reintegrar.
Toda esta experiencia animó a Franco Basaglia a empezar un movimiento que terminara con todos los manicomios y las ideas que indirectamente representaban. Para ello se tuvo que enfrentar con buena parte de la psiquiatría de su época; esa que defendía la intervención en entornos aislados y totalmente controlados. La misma que consideraba que todos los internos estaban ahí porque no eran ni serían capaces de vivir en sociedad.
Pese a no tenerlo fácil, sus ideas triunfaron. Así, terminó instalando el modelo de la “psiquiatría democrática” y consiguiendo que en Italia se promulgara la Ley 180, que prohibió para siempre el internamiento obligatorio de las personas con algún tipo de disfuncionalidad mental.
Un trabajo con proyección
En 1980, el hospital de Trieste ya no se parecía en nada a lo que había sido. Los viejos servicios y los antiguos procedimientos habían sido sustituidos por otros más baratos, humanos y eficientes.
El antiguo manicomio fue reemplazado por 40 servicios diferentes. Se había abandonado la idea del confinamiento o la reclusión. Todo lo contrario. El nuevo enfoque utilizaba nuevos recursos y herramientas, como la atención a domicilio. Los casos agudos se tratan en unos apartamentos en donde se congregan pequeños grupos. Entonces la idea a defender pasó a ser la de la rehabilitación psicosocial.
Franco Basaglica murió en 1980 dejando atrás unas ideas que cambiaron el panorama de la psiquiatría en muchas sociedades. Podemos asemejar su revolución a la de Copérnico cuando se dio cuenta de que ni la Tierra, ni por lo tanto el hombre, eran el centro del universo. De manera paradójica, Barsaglia nos vino a decir que, si bien no éramos el centro del universo, ninguna persona merecía ser denigrada y apartada de la sociedad. Recató el valor de la vida y, por lo tanto, el de su sentido.
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Basaglia, F., & Ongaro, F. B. (1973). La mayoría marginada: la ideología del control social (Vol. 16). Laia.