Frédéric Chopin, biografía del poeta del piano
Frédéric Chopin fue un hombre de personalidad contradictoria, que combinaba dos grandes virtudes: era un excelente compositor y, a la vez, un intérprete sublime. Fue, principalmente, esta última característica la que lo llevó a ser considerado por sus coetáneos como un poeta del piano.
Hubo básicamente dos asuntos que capturaron su sensibilidad : el amor por su patria y la huella de las mujeres en su vida. El primer aspecto marcó tanto su obra y su pensamiento que, a su muerte, se le realizó una autopsia para retirarle el corazón y sepultarlo en Polonia.
“¡Y yo aquí, condenado a la inacción! Me sucede a veces que no puedo por menos de suspirar y, penetrado de dolor, vierto en el piano mi desesperación”.
-Frédéric Chopin-
En lo que relativo a las mujeres, Chopin fue desafortunado la mayor parte de su vida. Quizás, esto se debía a su forma de ser, pues era extremadamente pudoroso con las normas morales y también muy tímido en el amor, a pesar de que adoraba la vida social.
Aunque vivió un romance de novela con la escritora George Sand, a lo largo de su existencia sintió más el peso del desamor que la felicidad del amor correspondido.
Sin duda, Chopin encarna los valores del Romanticismo, de ese movimiento que exalta la conciencia del yo, los valores nacionales, la patria. Un movimiento que se dio en todas las artes… Desde la literatura hasta la música, todas ellas se vieron impregnadas por los valores de libertad, subjetivismo y originalidad.
Los primeros años de Frédéric Chopin
Frédéric Chopin nació en una pequeña localidad llamada Żelazowa Wola en 1810, actual Polonia, aunque entonces pertenecía al ducado de la Gran Varsovia. No hay certeza sobre la fecha exacta de su nacimiento y se barajan dos posibles fechas: el 22 de febrero o el 1 de marzo.
Su padre, Mikolaj Chopin, era profesor de literatura de ascendencia francesa. Su madre, Tekla Justyna Krzyżanowska, estaba emparentada con la nobleza, pero no poseía grandes recursos.
Frédéric fue el segundo de cuatro hijos y el único varón de la descendencia. La familia se movía dentro de un fuerte entorno cultural; las veladas literarias y musicales eran una de sus principales aficiones. Envuelto por el ambiente artístico, no es de extrañar que Chopin se interesase pronto por la música.
Se cuenta que, durante uno de esos encuentros, el pequeño Frédéric no pudo contener las lágrimas cuando escuchó una interpretación en piano. Como consecuencia, sus padres se percataron de su increíble sensibilidad musical.
Comenzó a tomar clases de piano desde tempana edad; a los diez años, Frédéric Chopin ya había escrito dos obras, una Polonesa y una Marcha militar. Uno de sus instructores fue Elsner, el director del conservatorio de Varsovia, quien habló de él como genio. Bajo su guía comenzó a mostrar el gran talento que lo habitaba.
La expansión de su talento
Frédéric Chopin era muy aficionado a la música popular de su país. Ese fue el sustrato del cual partió para crear algunas de sus más bellas composiciones. Quizás, por eso, desde el comienzo su obra, observamos un claro acento nacionalista, algo que, por otra parte, no es de extrañar en autores del Romanticismo.
A la edad de quince años, tuvieron lugar sus primeras presentaciones públicas en dos conciertos de beneficencia que contaron con la presencia del zar de Rusia. A partir de este momento, comienza su afición por la vida cortesana, por las reuniones sociales y la buena conversación.
A los 18 años, viajó a Berlín y a los 19 ofreció un concierto en el Teatro Imperial de Viena. Esta ciudad era ‘La Meca’ de la música en aquel entonces. En un primer momento, Chopin no despertó entusiasmo entre los austriacos, que estaban acostumbrados a compositores más viscerales y contundentes que Frédéric Chopin. Sin embargo, estos viajes le permitieron trabajar amistades que serían un gran nutriente para su carrera.
Durante los siguientes años, creó varias de sus más famosas obras. Su gran sueño era viajar a París y lo logró a los 21 años; allí, encontró el estilo de vida que siempre había añorado. Sin embargo, no sabía que jamás iba a regresar a su amada patria.
Una sensibilidad especial
Por la correspondencia que sostuvo con algunos amigos cercanos, se sabe que Frédéric Chopin se sentía infeliz en el amor. Primero, se enamoró de una mujer a la que no fue capaz de confesarle sus sentimientos; posteriormente, de otra con la que entabló una relación amorosa.
Sin embargo, la familia de esta los separó porque Chopin había contraído tuberculosis. Curiosamente, esta mujer se casó con otro hombre con el que tuvo un hijo, pero tanto el marido como el hijo fallecieron consecuencia de la tuberculosis.
Pero el gran amor de Chopin fue la escritora George Sand, cuyo nombre verdadero era Aurora Dupin. Ella era mayor que él, estaba divorciada y tenía dos hijos, llevaba una vida algo licenciosa y, pese a sus escrúpulos moralistas, Frédéric Chopin se enamoró perdidamente de ella. La relación duró diez años y fue muy tempestuosa, pero también inspiradora para el músico.
Tras su separación de George Sand, Chopin se sumió en una fuerte depresión. Su salud, que siempre había sido muy frágil, comenzó a deteriorarse rápidamente. Murió cuando tenía tan solo 39 años de edad, el 17 de octubre de 1849. Frédéric Chopin es considerado el máximo exponente del Romanticismo musical. Un autor cuyo legado musical nos llega al alma, abraza su cultura y nacionalismo y acaricia los sentimientos.
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- Cicero-Sabido, R. (2003). “Sintomatología y creatividad. El caso de Federico Chopin” en Gaceta médica de México, 139(2), 192-196.