Infiltrados

Infiltrados nos atrapa desde el primer fotograma, nos envuelve en una telaraña marcada por la corrupción y la traición. Scorsese no nos da un respiro, nos entretiene y nos incomoda a partes iguales.
Infiltrados
Leah Padalino

Escrito y verificado por la crítica de cine Leah Padalino.

Última actualización: 08 octubre, 2022

A estas alturas, el nombre de Martin Scorsese nos resulta familiar y, para muchos, es sinónimo de calidad. Su trayectoria es desbordante y se necesitarían muchas horas y muchos días para repasar toda su filmografía. A pesar de su reciente batacazo en la última entrega de los Óscar con El Irlandés, no podemos negar lo evidente y es que Scorsese es uno de esos cineastas que ha creado escuela y cuya capacidad parece no conocer límites.

No son pocos las películas de éxito que llevan su firma. Además, la mayoría de ellos posee un denominador común: la mafia y la corrupción. De entre todas sus historias, hoy rescatamos una de las más conocidas por el gran público: Infiltrados (2006).

El filme es, en realidad, un remake de la película hongkonesa Infernal Affairs (2002). Como suele ocurrir con los remakes, muchos se aventuraron a juzgar Infiltrados antes de su estreno, pero a diferencia de lo ocurrido con El Irlandés, la película logró arrasar en los Óscar y se hizo con la estatuilla a mejor película y mejor director entre otros galardones.

La ciudad de Boston es el escenario perfecto para esta historia plagada de personajes corruptos y de dudosa moral. Leonardo DiCaprio, Matt Damon y Jack Nicholson encabezan un reparto de lujo que conformará un triángulo oscuro y lleno de intrigas.

Como el propio título indica, Scorsese nos presenta a un policía infiltrado en la mafia y a un mafioso infiltrado en la policía. Con esta premisa, el thriller policíaco está servido en bandeja.

Claves narrativas

Collin Sullivan entró en contacto a muy temprana edad con Frank Costello, el líder de la mafia de la ciudad de Boston. Instigado por Costello, en su juventud, se prepara para entrar en el cuerpo de policía de la ciudad. Al lograrlo con éxito, no tardará en abrirse camino como inspector y ocupar un rol totalmente relevante con el fin de informar a Costello de los planes de la policía.

La otra cara de la moneda la representa Billy Costigan, un joven estigmatizado por el pasado de su familia que decide, como Sullivan, entrar en el cuerpo de policía. La diferencia es que su estigma le impedirá desarrollar su carrera con normalidad y se verá resignado a trabajar como informador e infiltrarse en la mafia de Costello.

Nadie sabe que Costigan es policía y, mientras a Sullivan la vida profesional y sentimental parece sonreírle cada vez más, a Costigan la situación empezará a pasarle factura.

Existen varios vértices que unen la historia de Costigan y la de Sullivan: el primero de ellos lo encontramos en el propio Costello, pero no tardará en aparecer un nuevo nexo más sentimental: la psiquiatra Madolyn Madden. Cabe destacar que Madden es el único personaje femenino de la cinta, como ya es costumbre en el cine de Scorsese.

La historia nos atrapa casi desde el primer fotograma, los protagonistas desarrollan sus vidas de manera opuesta, pero paralela con Costello como nexo principal entre ambos. El espectador no tardará en dejarse llevar por el agitado ritmo de la película y sus constantes e inteligentes diálogos.

Hombres hablando

Scorsese es un maestro tras la cámara y logra que sus intérpretes saquen a relucir todas sus virtudes. El cineasta mueve la cámara de manera que se convierte en un elemento fundamental, como si de un narrador omnisciente se tratase. La cámara actúa como el perfecto narrador, se mueve de forma ingeniosa, ágil y en armonía con el resto de elementos que configuran la narración.

Scorsese logra dotar a su cámara de una función expresiva extraordinaria y, en definitiva, nos da una lección de cine. No por ser un remake la película deja de ser original, no por ser un remake estamos ante algo aburrido o peor que el precedente. La historia del remake es casi paralela a la del cine en sí mismo, a la del arte; pero desgraciadamente, no son pocos los que se libran del estigma.

Infiltrados: una película desoladora

Aunque resulta extraordinariamente entretenida, lo cierto es queInfiltrados nos muestra una cara amarga, cruda y no exenta de crítica de Norteamérica.

Tal y como adelantábamos al comienzo de este artículo, Scorsese siente predilección por los entresijos de la mafia y los hombres que la componen. Sin embargo, no podemos encasillar a un cineasta tan prolífico en un único género, pues a lo largo de su trayectoría ha probado nuevas vías como en La invención de Hugo o Shutter Island .

Infiltrados, pese a ser una historia en la que la mafia está muy presente, se narra en clave de thriller y la atención del espectador está perfectamente estudiada.

Scorsese no nos da ni un respiro, ni siquiera al final. De su cine, podemos extraer infinidad de personajes de muy dudosa moral, pero el cineasta, lejos de emitir juicios, se limita a retratar y dibujar su entorno y su personalidad. Personajes muy bien perfilados que, en el fondo, responden a una realidad: la otra cara del American way of life.

Tampoco podemos decir que el cine de Scorsese sea puramente crítico, pero lo cierto es que es un componente que suele estar presente y, en este sentido, será el espectador el encargado de emitir juicios.

¿Qué consecuencias tiene una sociedad cuya base no es otra que el poder del dinero? Los personajes lucharán por sobrevivir en un entorno hostil, se tornarán violentos y se dejarán llevar por una ambición desmedida.

Hombre mayor y chico joven hablando

En Infiltrados, observamos con claridad el daño que puede ocasionar un estigma como en el caso de Costigan, que pese a ser un joven honrado, se verá obligado a desenvolverse en un entorno extremadamente violento como consecuencia de su pasado familiar.

En realidad, los tres protagonistas responden a formas de supervivencia y, quizás, el más cuestionable de todos sea Sullivan que, a su vez, también es víctima de un engaño.

Así, lealtad, traición, amistad y ambición conforman una telaraña totalmente tóxica de la que difícilmente podrán escapar. Todos los personajes son, de alguna manera, víctimas de su condición, aunque su moralidad sea totalmente cuestionable. ¿Es la policía completamente honesta? No, definitivamente, no; el cuerpo está plagado de corrupción y prejuicios.

Todo ello se narra a un ritmo violento y vertiginoso, acentuado por unos diálogos perfectamente desarrollados, incluso salvajes. Scorsese nos lleva por una senda hostil, por el infierno de la ciudad moderna en la que la corrupción parece campar a sus anchas y dominar cada rincón.

Infiltrados nos recordará a filmes como Uno de los nuestros o Casino, nos dejará sin aliento y nos sorprenderá con un final totalmente desesperanzador.


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