Karma: entenderás el daño que hiciste cuando te lo hagan

De acuerdo a este concepto, el universo trabaja para alcanzar el equilibrio entre tus acciones y sus consecuencias. Siguiendo esta línea, enfócate en lo que ofreces más que en lo que recibes.
Karma: entenderás el daño que hiciste cuando te lo hagan
Sharon Laura Capeluto

Revisado y aprobado por la psicóloga Sharon Laura Capeluto.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 29 febrero, 2024

¿Crees que lo que le das al universo, sea bueno o malo, regresa a ti? Como si fueras tú quien comenzara el ciclo y, al final, experimentas las consecuencias de lo que haces.

El karma, para los que creen en su existencia, es el encargado de que el mundo sea un poquito más justo. Es acción, reacción y repercusión; también entendido como una relación causa-efecto. En otras palabras, sembrar y cosechar, dar y recibir.

¿Qué es el karma?

Aunque es innegable que ha trascendido fronteras culturales, el concepto de karma está arraigado en las antiguas filosofías de la India. Hoy es un principio fundamental en diversas tradiciones espirituales y filosofías de vida.

El término deriva del sánscrito, y su significado literal es ‘acción‘. Pero su interpretación va más allá: cada acción lleva consigo una energía que regresa, eventualmente, a su origen. Sin embargo, el retorno no es en forma de actos, sino de dicha energía y equilibrio.

Su origen se encuentra en antiguos textos hindúes como los Vedas y los Upanishads. Con el tiempo fue adoptado por el budismo con sus propias interpretaciones, incluyendo no solo conductas externas, sino también intenciones y pensamientos internos.

¿De verdad existe?

No podemos responder si el karma existe. Aunque es una idea intrigante, debemos reconocer su controversia. Por ejemplo, tal como se menciona en un trabajo publicado en Religions, es difícil pensar que los prisiones de Auschwitz han cometido pecados tan atroces para merecer la cruel agonía que les trajo el Holocausto. Es válido cuestionarlos.

La experiencia de un evento kármico para algunas personas puede estar relacionada en las propias creencias sobre lo sobrenatural y el poder mismo atribuido al karma. Lo importante es destacar que, si bien no hay evidencia que lo respalde, muchas personas mantienen creen en la ley de causa-efecto. En última instancia, es una cuestión de fe, y depende de ti si crees en ello o no.

Frases populares para entenderlo mejor

Hay muchas expresiones que circulan en las culturas y capturan la esencia de esta ley cósmica. Todas reflejan la creencia de que nuestras acciones tienen un impacto directo en nuestras experiencias futuras y en el entorno que nos rodea.

  • «No es la venganza del universo, es el reflejo de nuestras acciones».
  • «Solo entenderás el dolor que causaste, cuando el dolor te atrape a ti».
  • «Cada ser individual crea su propio destino a través de su pensamiento, sus palabras y acciones».
  • «Siembra amor y cosecharás felicidad; siembra odio y cosecharás violencia. El equilibrio cósmico siempre encuentra su camino».


La ley de causa-efecto: cosechas lo que siembras

No es necesario preocuparse por lo que vas a recibir, sino que es más útil enfocarse en lo que vas a ofrecer. Nos referimos al efecto búmeran, la ley de retribución o causa-efecto. El karma se encarga de equilibrar las energías. A primera vista, puede parecer mágico, pero debemos reconocer que hay un componente de sentido común en ello.

Cuando nos esforzamos por sembrar semillas de bondad, empatía y generosidad en nuestras relaciones, es probable que establezcamos vínculos sólidos y satisfactorios. En cambio, si adoptamos una actitud egoísta, deshonesta o cruel, el karma podría manifestarse mediante conflictos o tensiones interpersonales.

Por otro lado, a veces parece que solo las malas acciones son las devueltas, mientras que las buenas pasan desapercibidas. No obstante, lo que ocurre es que los sucesos dañinos tienden a marcarnos más y es por esto que permanecen en nuestra memoria.

Aunque a menudo no lo notamos, nuestros esfuerzos por hacer más feliz el mundo de quienes nos rodean, se traducen en un un aura positiva que retorna en diferentes formatos de alegría. En este sentido, bajo la idea de karma está la inteligencia de «quien hace el bien sin mirar a quién», como se suele decir.

No siempre se manifiesta de inmediato, pero con el tiempo, nuestras acciones vuelven a nosotros de alguna manera.

El karma y la reencarnación

Algunas religiones asocian estos dos conceptos. Conciben el karma como aquello que tienes pendiente y no resolviste en alguna vida pasada. En este contexto, es entendido como ese hilo conductor que afecta, configura o determina el estilo de vida de las próximas reencarnaciones.

En palabras simples, se cree que las acciones de una vida afectan las circunstancias de la siguiente vida. De modo que, si una persona ha actuado de forma benevolente y positiva, se espera que renazca en un contexto más favorable que el anterior.

Este proceso beneficia el camino espiritual hacia la liberación, conocido como nirvana, marcando un paso crucial hacia el fin del samsara, el ciclo continuo de muerte y renacimiento.

Por el contrario, si la persona carga consigo un historial de karma negativo, lo más probable es que al morir reencarne en una vida caracterizada por condiciones más adversas. En su nuevo ciclo de existencia, se le brinda la oportunidad de limpiar su karma.

Los tipos de karma

En las enseñanzas del karma, se describen tres tipos principales que están interrelacionados y juegan un papel importante en la vida de una persona. Veamos.

  • Sanchita: es el karma acumulado a lo largo de múltiples vidas que aún no ha producido resultados. Por ejemplo, la tristeza por no haber manifestado nuestro amor antes puede influir en futuras relaciones, motivándonos a no renunciar a expresar nuestros sentimientos.
  • Agami: es la consecuencia que una acción presente tendrá en el futuro. Por ejemplo, si hoy dedicas tiempo al autocuidado, como hacer ejercicios con regularidad o mantener hábitos saludables, estás generando agami karma. Estas acciones influyen en tu salud y bienestar en el futuro.
  • Prarabdha: es el que está en proceso y que está dando sus frutos en el presente (encarnación). Supongamos que en el pasado traicionaste la confianza de alguien. Hoy, podrías encontrar dificultades para construir vínculos leales y sólidos.

Los tipos de karma nos hacen pensar que este concepto funciona como un tipo de justicia que se materializa sin que tengamos que mover un dedo de forma consciente. La vida misma nos enseñará lecciones devolviéndonos lo que hemos dado, ya sea a los demás o a nosotros mismos, operando de manera equitativa.

Entenderás el daño que realizaste cuando lo vivas por ti mismo

Muchas veces, al hacer sufrir a alguien, no nos percatamos de la magnitud del dolor que estamos causando. Esta comprensión solo llega cuando lo sufrimos de forma directa. A la vez, cuando alguien te hace daño, lo paga.

Imagina que en el pasado alguien difundió un rumor sobre ti sin considerar el impacto emocional que esto podría generarte. Con el tiempo, podría encontrarse en una situación similar en la que se convierta en el blanco de rumores falsos. Solo entonces, cuando sea el receptor de la injusticia, comprendería el daño causado.

Puede que en ese instante se encuentre pensando: «Esto es el karma. Me han devuelto lo que hice y lo hacen con un plus». Sin embargo, es crucial reconocer que no se trata de un «plus» adicional de sufrimiento. Más bien, es que ahora es consciente de la realidad y ha aprendido la lección.


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Construir es construirse

Somos arquitectos de nuestro propio destino. El karma nos enseña que tenemos el poder de dar forma a nuestro futuro, tanto interna como externamente. Esto es, la mayoría de veces recogemos lo que sembramos, en mayor o menor justicia.

Los eventos de nuestra vida se conectan entre sí. Todo está unido por hilos que se manifiestan en forma de emociones. De acuerdo a esta filosofía, si tenemos buenas energías, generamos más energías positivas. Lo mismo ocurre con las energías negativas; podrían traer cosas malas.

Por supuesto, hay factores que no controlamos, como una tormenta en aguas abiertas. En este sentido, se trata de manejar con inteligencia la influencia de la que dispongamos y de no entregarla también al azar por estimar que es mínima o insuficiente.


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