La ciencia descubre que tenemos 5 tipos de apetito
La ciencia ha descubierto que existen varios tipos de apetito, no solo en los seres humanos, sino en muchos animales. En realidad, el apetito es un fenómeno mucho más complejo de lo que puede parecer a primera vista. El organismo es una sofisticada obra de ingeniería que siempre busca el equilibrio.
Lo primero que se debe decir es que el hambre no es lo mismo que el apetito. La primera es una necesidad estrictamente fisiológica. Surge porque el cuerpo reclama los nutrientes que requiere para funcionar de manera adecuada. Es, por así decirlo, una solicitud de “combustible” para operar.
El apetito en cambio es un proceso más complicado. En principio, está más asociado con el placer que con el instinto de supervivencia. No es necesariamente estimulado por las necesidades básicas del cuerpo, sino también por otras razones. De ahí que los científicos digan que existen varios tipos de apetito.
“Su dieta es como una cuenta bancaria. Y las decisiones buenas sobre la comida son buenas inversiones”.
-Bethenny Frankel-
Lo que marca la diferencia
Antes de hablar acerca de los diferentes tipos de apetito, señalemos que esa necesidad de comer está regulada por el hipotálamo en el ser humano. Este lanza las señales cuando se requieren nutrientes para compensar el gasto de energía. También indica cuándo es suficiente.
Sin embargo, ya en el pasado se detectó que a veces se ingieren alimentos en una cantidad razonable, pero el hipotálamo no envía la señal de “Basta”. Sucede en particular con las grasas y los azúcares. Esto quiere decir que se puede comer una gran cantidad de estos alimentos y no aparece la sensación de saciedad.
De otro lado, también los azúcares y las grasas consiguen estimular la producción de dos neurotransmisores: la dopamina y la serotonina. Ambos se relacionan con la sensación de bienestar y placer. Por lo mismo, estos alimentos pueden llegar a generar adicción, como lo haría una droga.
Los tipos de apetito y las langostas
Ahora bien, a esos conocimientos que ya se habían acopiado, ahora se han sumado otros muy interesantes. Debemos los nuevos datos a los biólogos David Raubenheimer y Stephen J. Simpson, que han estudiado el tema por más de 30 años. Fruto de sus estudios se publicó el libro Eat Like the Animals o Come como los animales.
El título por sí solo ya es muy sugestivo y alude literalmente a lo que estos dos investigadores encontraron en sus pesquisas. Su estudio central se hizo con langostas. A un grupo de estos animales se les dio un alimento rico en nutrientes y bajo en carbohidratos; al mismo tiempo, se les ofreció un alimento rico en carbohidratos y bajo en nutrientes.
Se emplearon varios tipos de alimento, siempre con el mismo principio, y las langostas, inequívocamente, distribuyeron lo que comían de forma equilibrada. O sea que ingerían la proporción adecuada de proteínas, sin importar qué tantos carbohidratos tenían a su disposición.
Un segundo experimento
Para avanzar en la investigación, los científicos experimentaron con otros dos grupos de langostas. A uno de ellos le dieron una dieta con exceso de carbohidratos y baja proporción de proteína; con el otro grupo hicieron lo contrario: le dieron alimentos con alta cantidad de proteína y baja proporción de carbohidratos. Cada ejemplar podía comer todo lo que quisiera.
El grupo que recibió una gran oferta de proteínas comió muy pocos carbohidratos. En cambio, el que recibió una cantidad elevada de carbohidratos comió mucho más, para compensar la falta de proteínas. ¿Por qué estos animales prefieren las proteínas? Sencillamente porque estas les garantizan mejor el desarrollo y la supervivencia.
De este modo, los investigadores comprobaron que había varios tipos de apetito en las langostas. Lo más llamativo fue que los científicos replicaron este experimento con humanos. El resultado fue el mismo que en las langostas.
Los tipos de apetito y el control del peso
Finalmente, los investigadores concluyeron que existen cinco tipos de apetitos: de proteínas, carbohidratos, grasas, calcio y sodio (sal). En el caso de los humanos agrupan los tres primeros bajo la categoría de “macronutrientes”.
Los alimentos ultraprocesados contienen principalmente grasas y carbohidratos. Por lo mismo, una dieta basada en este tipo de alimentos hace que se deba consumir más cantidad de comida para alcanzar el nivel de proteína que el cuerpo requiere y que está en pequeñas proporciones en esos alimentos.
La conclusión de la investigación indica que los seres humanos, al igual que al menos 50 especies de animales, tienen mecanismos para buscar un equilibrio en la comida. Sin embargo, este solo opera correctamente cuando se consumen los alimentos con los que evolucionamos. De lo contrario, se altera. Por lo mismo, quizás lo mejor es “comer como los animales”.
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- Simpson, S., Raubenheimer, D. Perspective: Tricks of the trade. Nature 508, S66 (2014).
- https://doi.org/10.1038/508S66a