La hipótesis de Sapir y Whorf
A lo largo del estudio en psicología en multitud de ocasiones se ha planteado la gran pregunta sobre la génesis y cualidad de nuestro conocimiento. Los paradigmas constructivistas nos han aportado un visión de la realidad muy distinta a la instintiva. Para ellos toda la realidad es una interpretación del individuo que se construye entorno a sus necesidades y recursos. Ahora bien, ¿Qué guía exactamente la percepción del individuo? Aquí es donde entra en juego la hipótesis de Sapir y Whorf.
La hipótesis de Sapir y Whorf incide en la gran importancia que tiene el lenguaje en nuestras vidas. El lenguaje es nuestro instrumento de comunicación y cooperación entre los seres humanos. Gracias a este hemos podido tener sociedades complejas que aumentan la probabilidad media de supervivencia y en muchas ocasiones facilitan la adaptación al medio. Además, cumple otras funciones importantes, el lenguaje es la base de nuestro pensamiento: nos ayuda a razonar y a conceptualizar nuestro mundo.
Y desde aquí es donde la hipótesis de Sapir y Whorf plantea que nuestro lenguaje tendrá una influencia notable en nuestros patrones perceptivos y a la hora de conceptualizar la realidad que nos rodea. En resumen, establece que existe una relación entre las estructuras gramaticales y semánticas que utiliza un individuo y la forma en la que adquiere el conocimiento del contexto. Podemos encontrar distintas versiones de la hipótesis de Sapir y Whorf, las cuales explicaremos a continuación.
Versiones de la hipótesis de Sapir y Whorf
La hipótesis de Sapir y Whorf habla acerca de la influencia del lenguaje en la percepción y la conceptualización, y gran parte de la comunidad científica la respalda. Sin embargo, existe cierta discrepancia a la hora de concretar el grado de dicha influencia; esto deriva en dos versiones de la misma hipótesis: una versión “dura” y otra “blanda”.
Versión dura de la hipótesis de Sapir y Whorf
La versión más dura parte de la base de que el lenguaje de una persona va a condicionar completamente su interpretación de la realidad. Desde esta postura, no se ve el lenguaje como un filtro perceptivo, sino más bien como el material de construcción. Así, aquello que no esté contemplado en el lenguaje no se podría ni percibir ni conceptualizar. Un ejemplo de esto, podría ser que un lenguaje no tuviera definido el color naranja, y al no tenerlo en el lenguaje, las personas con esa lengua no podrían percibir el color naranja.
Es una hipótesis bastante extrema, aunque ha habido cierta evidencia científica, parece poco parsimonioso que el lenguaje tenga una fuerza tan determinante en la construcción de la realidad. Por esta razón, muchos psicólogos empezaron a utilizar otra versión más suave o blanda.
Versión blanda de la hipótesis de Sapir y Whorf
Desde esta perspectiva nos encontramos con una hipótesis de Sapir y Whorf más cautelosa y menos extrema. Aquí el lenguaje actuaría como un filtro de la percepción, por lo que influiría ligeramente en ella y en la conceptualización de la realidad. Esto nos muestra que dos personas de lenguajes distintos pueden diferir de manera significativa en su manera de ver y enfrentarse a su contexto.
Sin embargo, el lenguaje no sería capaz de alterar la realidad hasta los límites que se plantean en la versión más dura de la hipótesis de Sapir y Whorf. Aun así es interesante los efectos que puede llegar a tener la lengua a la hora de influir en la construcción de distintas interpretaciones parecen muy importantes.
Resultados de la experimentación
Se han realizado múltiples estudios e investigaciones para lograr contrastar y especificar los matices de esta hipótesis. Los resultados obtenidos de ellos han sido ampliamente satisfactorios, orientando la balanza a favor de la hipótesis de Sapir y Whorf. Ahora bien, ¿cuál de las dos versiones tiene más evidencia?
Es difícil decir cuál de las dos versiones es la correcta o cuál se aproxima más a la realidad, ya que a pesar de que existe evidencia a favor de la versión dura, esta puede haber sido malinterpretada. Uno de los experimentos más famosos fue el estudio de la sociedad zuñi. Se encontró que utilizan una misma palabra para el amarillo y el naranja; los resultados mostraron que los zuñies presentaban mayores dificultades para distinguir los dos colores que, por ejemplo, las personas inglesas.
Una de la críticas más fuertes hacia esta hipótesis es que si el lenguaje es lo que nos ayuda y no hace conceptualizar, ¿cómo es posible que bebés, primates o incluso palomas sean capaces de clasificar y categorizar? Según la versión dura, sin el lenguaje la percepción sería incapaz de construir una interpretación basada en categorías semánticas, pero la evidencia ha mostrado que eso no es así. Definido el estado científico de esta hipótesis, lo que sí parece seguro es que falta una mayor investigación para desentrañar los misterios existentes alredor de este estudio.