La queja constructiva, una vía para mejorar

La queja constructiva es mucho más positiva y razonable que la destructiva. Todo el mundo tiene derecho a quejarse, lo importante es cómo se produce el reclamo y los factores que lo motivan. Así, hoy nos preguntamos: ¿cómo podemos saber si nuestras quejas destruyen o construyen?
La queja constructiva, una vía para mejorar
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 07 abril, 2023

La queja constructiva existe. Suele producirse en contextos en los que alguien tomó una decisión injusta y con ella alguien busca proteger sus derechos o exigir un trato más equitativo. Lo que la define es el deseo de solucionar algún problema o de redirigir una situación hacia un estado más positivo.

En el mundo actual, la queja no tiene buena fama. Existe la idea sesgada de que es propia de débiles y que atormenta a los demás sin necesidad. Esto puede ser cierto en determinadas circunstancias, pero también lo es que hay momentos en que quejarse es completamente legítimo. En esos casos, es pertinente la queja constructiva.

La llamada a no quejarte no puede pasar por encima de tus derechos  y deseos. Solo porque los otros no quieren ser importunados, no significa que tengas que guardarte tus desacuerdos o reclamos. Tanto individual como colectivamente podemos acudir a la queja constructiva, si lo consideramos necesario.

«Nadie nunca en la historia de la humanidad ha solucionado nada solo quejándose. Cualquier asunto o circunstancia ha de solucionarse de manera proactiva, es decir buscando alternativas, pensando soluciones y tomando acción».

-Laura Arias-

La queja constructiva

La queja es una manifestación de pena, contrariedad o dolor, bien sea con palabras o sonidos. Implica, por supuesto, que es la reacción ante una situación que produce malestar. El objetivo es pedir ayuda  o llamar la atención de los demás para que reparen en la dificultad que aqueja o modifiquen las circunstancias que originan tal dificultad.

Esa es la esencia de la queja constructiva. Este tipo de manifestación no solo es válida, sino que a veces es necesaria. Por ejemplo, si un médico te examina y oprime en alguna zona del cuerpo que te duele, la queja proporciona información que se requiere para establecer un diagnóstico. De igual manera, si hay un terremoto y una persona queda bajo escombros, a veces solo tiene la opción de quejarse para que la ubiquen.

Asimismo, expresar inconformidad o descontento puede marcar la diferencia entre la arbitrariedad y la justicia. Si tu jefe te ataca de manera sistemática, estás tu derecho de presentar una queja formal.

Lo esencial de la queja constructiva es que tiene un objetivo claro y diferenciado: hacer visible un problema, con el propósito de encontrar una solución. En ese sentido, se trata de una conducta razonable y positiva, que permite mejorar determinada situación o circunstancia.

Clientes se quejan con camarera de restaurante
Cuando la queja no es constructiva se hace más difícil mejorar la situación.


La queja destructiva

En realidad, nadie se queja porque sí, pero vamos a convenir en que algunas personas convierten el hecho de quejarse en una conducta persistente y sin un objetivo claro a la vista. ¿Están fingiendo para molestar a los demás? Rara vez. Casi siempre sí hay una contrariedad o una aflicción presente, pero sumergida en una telaraña neurótica.

Hay quienes emplean la queja para victimizarse. En este caso, quejarse es un medio que alimenta y refuerza esa postura existencial. Hay una carencia o necesidad de base, pero en lugar de buscar la forma de responder a estas, se opta por convertirlas en un factor que produce beneficios. ¿Cuáles? Ganar atención o tramitar de forma irracional un sentimiento de culpa.

Casi nunca esto se hace de manera consciente. Solo sucede que la persona en realidad sufre y adopta el hábito de quejarse. Sin percatarse plenamente de ello, obtiene ciertas ganancias, reales o aparentes, de esa condición. Así que se mantiene en esa forma de comportarse, aunque a largo plazo solo consiga desesperar a los demás y hacer que se vuelvan indiferentes a su sufrimiento.

Mujer se queja con hombre en una oficina
Destructiva o constructiva, en toda queja siempre hay un malestar presente.


Cambiar la forma de quejarte

Tanto en la queja constructiva como en la destructiva hay algún malestar presente. La diferencia entre una y otra está en el propósito que se busca con esta manifestación de contrariedad, pena o inconformidad. Así que una buena manera de saber en qué modalidad estás es preguntándote lo que buscas al quejarte.

¿Quieres contagiarle a otro parte de tu malestar? ¿Te molesta que otros estén bien, mientras que tú pasas por una situación difícil? ¿Quieres que te tomen más en cuenta o que valoren más tu sufrimiento? De ser así, quizás lo mejor sea explorar lo que hay detrás de ese deseo de modificar la conducta de otros.

Tal vez lo indicado no es pensar en lo que hacen o no hacen los demás, sino en lo que te lleva a querer importunar a los otros o conseguir su compasión. Ahí puede estar la clave de todo. Puede ser el primer paso para elaborar una queja constructiva y darle solución a tu malestar.


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