La teoría del 'feedback' facial

Las expresiones faciales demuestran las emociones que se puedan estar cocinando en el interior de cada persona. Sin embargo, qué pasaría si adoptáramos estas expresiones para simular las emociones, ¿habría cambios en nuestro estado anímico? Descúbrelo.
La teoría del 'feedback' facial

Última actualización: 20 marzo, 2023

Nuestras emociones tienen múltiples maneras de manifestarse a través de la corporalidad, especialmente cuando se trata de las expresiones de nuestra cara. La teoría de feedback facial formula que el cerebro recibe información sensorial a través de la activación de los músculos faciales, provocando experiencias emocionales en el sujeto.

Es normal que los sentimientos, al ser procesados cognitivamente, generen estímulos vinculados con las emociones, cuyo resultado serán los respectivos movimientos del rostro.

No obstante, la teoría en cuestión propone que una expresión también puede generar su correspondiente emoción. En el presente artículo, hablaremos sobre este singular fenómeno y de cómo nuestras expresiones faciales pueden generar emociones sin la participación de estímulos externos.

Breve historia de la teoría del feedback facial o retroalimentación facial

El mismísimo Charles Darwin publicó en 1873 La expresión de las emociones en los animales y en el hombre, enfatizando el papel adaptativo de las emociones; fue precursor de las disciplinas de la etología y la psicología, al ser el primero en utilizar la observación empírica para estudiar las emociones, apoyado en el método científico.

Más adelante, en los años 60 y 70, el estudio de las emociones y la relación de estas con los movimientos faciales fue reactivado por Tomkins, Plutchik, Ekman e Izard. Estos investigadores pretendían confirmar los postulados teóricos de Darwin, incluso ir más allá de ellos.

La expresión de las emociones es innata. Representan un aspecto base en la adaptación social y cultural de las personas. Actualmente, seis emociones básicas son reconocidas universalmente:

  • Ira.
  • Asco.
  • Miedo.
  • Alegría.
  • Tristeza.
  • Sorpresa.

Los sentimientos ocurren cuando procesamos cognitivamente un estímulo, vinculado con una emoción, cuyo resultado son las reacciones faciales. No obstante, la teoría del feedback que expuso Tomkins (1962), propone que es posible que los movimientos faciales generen retroalimentación sensorial directa al cerebro.

Según esto, los músculos faciales pueden hacernos experimentar la emoción que adopte o simule el rostro, ¿es esto posible?

Mujer afroamericana sonríe en el atardecer
La teoría de la retroalimentación plantea que la reacción de los músculos faciales se corresponde con las emociones.

¿Los músculos faciales generan sentimientos?

Según la teoría del feedback facial o retroalimentación facial, sí. Es innegable la estrecha relación entre la cognición y las emociones, puesto que estas pueden condicionar notablemente a aquella, así como lo cognitivo ayuda a regular el mundo emocional.

Ahora bien, cuando se presenta la retroalimentación facial, existe un elemento que destaca en este proceso: los músculos del rostro, que crearían estados emocionales sin que la cognición intervenga. De hecho, hipótesis como las de Tourangeau y Ellsworth, en 1979, plantearon que la modulación emocional es mediada por la propiocepción .

Por otro lado, el psicólogo Carroll Izard propuso que la teoría del feedback facial se explica de las siguientes maneras:

  1. La vía que se encarga de mandar impulsos cerebrales a los músculos faciales.
  2. Otra que se ocupa de la retroalimentación, es decir, retorna la información proveniente de los músculos del rostro al cerebro, que determinaría la experiencia emocional.

El bolígrafo sostenido

Fritz Strack realizó un estudio con Leonard Martin y Sabine Stepper, en 1988. Solicitaron a un grupo de participantes que prestaran atención a unas caricaturas graciosas; este grupo fue dividido en dos: a una mitad se le pidió mantener en sus labios un bolígrafo; la otra, hizo lo mismo, con la diferencia de que debían hacerlo con los dientes.

Durante el experimento, los investigadores observaron que, para sostener el bolígrafo con los dientes, los participantes contrajeron el cigomático mayor, músculo que usamos para sonreír. En cambio, era el músculo orbicular el que se activaba cuando los labios sostuvieron el bolígrafo, el cual inhibe la acción de sonreír.

Se concluyó que el grupo que sostuvo el bolígrafo con los dientes disfrutó más las caricaturas que el que sostenía el bolígrafo con los labios. Según esto, la actividad facial asociada con la sonrisa está directamente vinculada con la musculatura de la cara. Por ende: las expresiones faciales vinculadas con algún afecto pueden transformar la vivencia subjetiva de dicha emoción, aunque las personas no sean conscientes de ello.

Un ejecutivo tiene un lápiz entre sus dientes
Algunos investigadores defienden que el feedback facial se ajusta al contexto.

Estado de ánimo y la teoría del feedback facial

De acuerdo con el estudio anterior, las expresiones faciales, asociadas con emociones específicas, pueden hacernos cambiar el punto de vista que tenemos de nuestro entorno.

Veamos un escenario: si asumimos una postura optimista con una sonrisa, ¿afectaremos nuestro entorno? No pretendemos vender autoayuda, sin embargo, dependiendo de qué postura adopte la musculatura de la cara afectará, en alguna medida, el estado anímico y, por lo tanto, cómo percibimos lo demás.

Un ejemplo es el experimento del psicólogo y matemático Eric-Jan Wagenmakers, quien refuta al del bolígrafo sostenido. En su estudio, utilizó una cámara para grabar a los participantes mientras sostenían los bolígrafos, elemento que no estuvo presente en el experimento de Strack, Martin y Stepper; el resultado fue que la retroalimentación facial no se presentó con tanta claridad como ellos afirmaron.

Posteriormente, Tom Noah, Yaacov Schul y Ruth Mayo repitieron el estudio en dos partes; una con cámara y la otra sin esta. La retroalimentación facial se presentó cuando no hubo dispositivos electrónicos grabando, pues los participantes no se preocuparon por ser observados. Por el contrario, cuando estuvieron estos dispositivos presentes para que registraran sus actividades, la retroalimentación no se presentó. Conclusión: nos ajustamos al contexto, según seamos observados o no.

Por último, pregúntate, ¿qué tan consciente eres de tus expresiones faciales? ¿Sabes cuántos músculos tiene nuestra cara?


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  • Izard, Carroll E. (1979). The maximally discriminative facial movement coding system (MAX). Newar. Instructional Resources Center, University of Delaware.
  • Tourangeau, R. & Ellsworth, P. (1979). The role of facial response in the experience of emotion. Journal of Personality and Social Psychology, 37 (9), 1519–1531. https://psycnet.apa.org/record/1981-00499-001
  • Real Academia Española. Propiocepción. https://dle.rae.es/propiocepci%C3%B3n?m=form
  • Strack, F., Martin, L. L., & Stepper, S. (1988). Inhibiting and facilitating conditions of the human smile: A nonobtrusive test of the facial feedback hypothesis. Journal of Personality and Social Psychology, 54(5), 768–777. https://psycnet.apa.org/doiLanding?doi=10.1037%2F0022-3514.54.5.768&utm_source=yxnews&utm_medium=desktop&utm_referrer=https:%2F%2Fyandex.com%2Fnews

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