La toma de decisiones con mindfulness
A veces, tomar decisiones no es algo fácil. Nos surgen dudas o temores que nos hacen replantearnos aquello que nos sucede y que de algún modo, nos ponen en esa tesitura compleja entre dejarlo o seguir insistiendo. Ahora bien, ¿cómo saber qué hacemos lo correcto? ¿cómo identificar que no nos hemos equivocado? La práctica del mindfulness puede ayudarnos.
Las últimas investigaciones en el campo del mindfulness señalan que esta práctica y las diversas técnicas que engloba pueden ejercer un efecto positivo a la hora de elegir. La toma de decisiones con mindfulness es un proceso consciente en el que nuestra atención se focaliza en el presente y desconectamos de nuestro piloto automático, proporcionándonos beneficios a largo plazo.
“Que tus decisiones reflejen tus esperanzas, no tus temores”.
-Nelson Mandela-
Donde no ha decisiones, no hay vida
Buda nos enseñó que el sufrimiento se origina por la ignorancia, a través de errores ilusorios y delirios, comprendiendo así que la mente tiene su propia naturaleza. Por lo tanto, para liberar a la mente del sufrimiento hay que conocer lo que “realmente es”.
Así, una de las herramientas más potentes para el desarrollo de esta visión profunda que necesitamos es el mindfulness o la atención plena. Una práctica que nos ayuda a ser conscientes momento a momento, que nos enseña a prestar atención a qué sucede, cómo o de qué manera y por supuesto, a focalizarnos en cómo nos sentimos cuando pasa.
Según un estudio publicado en la revista Psychological Science, 15 minutos de meditación centrada en la respiración ayuda a tomar mejores decisiones.
El mindfulness nos ayuda a ir poco a poco desde la superficie a lo más profundo. Incluso, por muy nublada que esté nuestra mente, esta técnica nos facilitará encontrar la luz entre tanta tiniebla. De ahí que se recomiende tanto la toma de decisiones con mindfulness, ya que nos ayuda a ver de forma más clara qué hay que hacer, qué somos capaces de hacer y cómo reaccionar de manera adecuada. Claro que no es fácil ser consciente y por ello, se requiere de mucha práctica.
En la respiración consciente aprendemos sistemáticamente a poner atención y a recibir todo lo que surge de la mente; sin juzgar, sin alimentar, sin violentar. El entrenamiento para ser consciente no es diferente de cualquier actividad o habilidad que hayamos aprendido antes: cocinar, andar, leer, jugar. De hecho, cuanto más práctica, más hábiles nos volvemos. Y poco a poco los momentos conscientes van creciendo hasta hacerse días conscientes, semanas conscientes, meses conscientes, años conscientes…
“A menudo cualquier decisión, incluso la decisión incorrecta, es mejor que ninguna decisión”.
-Ben Horowitz-
Las decisiones que tomamos nos definen
El proceso de toma de decisiones se desarrolla en cuatro fases. En cada una de ellas, la práctica del mindfulness ha demostrado ser de gran utilidad, proporcionando efectos positivos. Profundicemos.
La toma de decisiones con mindfulness es un proceso más claro y libre de rigidez cognitiva.
Enmarcar la decisión
La práctica del mindfulness favorece que seamos proactivos al ayudarnos a identificar el momento en el que una decisión debe hacerse o por el contrario no, si se considera innecesaria. Todo ello es posible a través de la clarificación de objetivos, la generación de posibilidades, la evitación de la escalada irracional de compromiso por una mala decisión anterior, así como el reconocimiento de la dimensión ética de la decisión que debe tomarse.
Algunos estudios señalan que las personas que practican mindfulness (toman una pausa para reflexionar y escucharse a sí mismos), también son más conscientes de los principios éticos. De manera que las decisiones con mindfulness se encuentran en consonancia con los valores. Por el contrario, las personas que no logran vincular las decisiones con sus objetivos y valores principales, pueden encontrar que su elección les llevará a un lugar no deseado.
Recopilar información
Esta fase implica la búsqueda de información necesaria para hacer la elección correcta. Dos aspectos importantes de esta etapa son la cantidad y la calidad de la información recolectada. Se ha encontrado que al practicar mindfulness se desarrolla mayor tolerancia hacia la incertidumbre y esto permite ser más determinante al tomar decisiones a pesar de las incógnitas.
Así, las decisiones con mindfulness son un ejemplo del reconocimiento de los límites del propio conocimiento y de la amplitud de las situaciones de incertidumbre.
“Cada momento es un momento de decisión, y cada momento nos mueve inexorablemente hacia la dirección de nuestras vidas”.
-Mary Balogh-
Llegar a una conclusión
Por otro lado, el mindfulness nos ayuda a examinar y cuantificar la discrepancia entre la intuición y el análisis sistemático que realizamos al tomar decisiones. Esto implica distanciarse de las emociones y los pensamientos para tener mayor perspectiva y claridad, separando la información irrelevante de la relevante y siendo menos proclives a creer en estereotipos.
Llegar a la conclusión incluye implementar la decisión. Algunos estudios muestran que las personas que practican mindfulness tienen menor probabilidad de ser víctimas de la “brecha de intención de comportamiento”; es decir, de la desconexión entre saber lo se necesita hacer y el hecho de realmente hacerlo. De este modo, el mindfulness reduce la rigidez cognitiva, la tendencia a tomar decisiones utilizando patrones de pensamiento automáticos.
Aprender de la retroalimentación
Esta última fase constituye una etapa muy importante del proceso. Aceptar errores puede resultar muy difícil en algunos momentos. La atención plena puede ayudarnos a que esto resulte un poco más sencillo reduciendo las tendencias defensivas (más apertura al feedback negativo) y promoviendo el coraje y la resiliencia.
Así, las personas más conscientes o atentas tienen mayor probabilidad de aprender de las experiencias pasadas. Además, es más fácil desengancharse del “ego” siendo más abiertos a la retroalimentación negativa.