Las escalas de Conners como test para evaluar el TDAH

Las escalas de Conners facilitan la detección del TDAH y permiten evaluar las necesidades en diferentes áreas. Conoce en qué consisten.
Las escalas de Conners como test para evaluar el TDAH
Elena Sanz

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz.

Última actualización: 28 mayo, 2023

El trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) es una de las condiciones de las que más se habla en los últimos tiempos. Esto permite que padres y profesores estén alertas a la hora de detectar casos en menores, pero al momento de asumir un diagnóstico es necesario apelar a instrumentos estandarizados útiles y fiables como las escalas de Conners.

Este recurso permite determinar la presencia o ausencia de ciertas conductas y manifestaciones propias del TDAH. Así, en función de la frecuencia de aparición y la relevancia de estos síntomas, se concluye si existe o no este trastorno del neurodesarrollo. De hecho, tales medidas son los instrumentos más utilizados en la evaluación del TDAH (Amador et al., 2002).

¿Qué son las escalas de Conners?

Estas escalas son una serie de evaluaciones psicométricas diseñadas para detectar la posible presencia de TDAH. Las creó el doctor en psicología C. Keith Conners en 1969. Y, pese a que en un inicio su objetivo era medir el impacto del tratamiento farmacológico en niños hiperactivos, pronto comenzaron a utilizarse en la evaluación previa al tratamiento.

La base de esta herramienta es la hetero-observación. En otras palabras, recoge la información proporcionada por padres y maestros, los cuales son las figuras que más tiempo pasan con el niño y mejor conocen su comportamiento típico. Ellos enlistan una serie de enunciados que describen los principales síntomas propios del TDAH y estos adultos responden con qué frecuencia están presentes en el niño.

Encontramos, entonces, dos versiones principales de las escalas de Conners: la escala para padres y la escala para profesores. Además, cada una de ellas se presenta en dos formatos (original y abreviado), por lo que en total contamos con 4 instrumentos. No obstante, también existe una escala de autoinforme para niños mayores y adolescentes.



¿Cómo se aplican?

Como decíamos, son los padres y maestros quienes recogen la frecuencia con que se presenta cada conducta o síntoma en la lista. Para ello, se utiliza una escala tipo Likert que va de «nada» o «no es cierto» (0 puntos) a «mucho» o «siempre es cierto» (3 puntos).

La cantidad de ítems a completar depende de la versión utilizada, ya que la escala original para padres cuenta con 93 ítems (48 la versión abreviada) y la escala de profesores incluye 39 ítems (28 la versión abreviada).

Según refiere el sitio web de Pearson Clinical, esta herramienta de evaluación realiza un análisis en diferentes aspectos como los siguientes:

  • Ansiedad.
  • Impulsividad.
  • Hiperactividad.
  • Función ejecutiva.
  • Indulgencia emocional.
  • Problemas de conducta.
  • Problemas de aprendizaje.
  • Relaciones con los compañeros.

Puede aplicarse a niños entre 6 y 18 años y se hace en un tiempo relativamente breve (entre 5 y 20 minutos en función de la versión utilizada).

Además, un manual compartido por el Departamento de Educación Especial de Veracruz explica que, a la hora de corregirlo y obtener las puntuaciones, se tiene en cuenta tanto la edad del niño como su género, a fin de proporcionar una interpretación fiable. Al sumar las puntuaciones de todos los ítems, resulta una medida que se compara con la población de referencia correspondiente.

Utilidad de las escalas de Conners para evaluar el TDAH

Este instrumento permite evaluar la presencia de síntomas de hiperactividad, impulsividad e inatención, así como la presencia de otros problemas y dificultades comportamentales o sociales. Además, contribuye con el profesional a alcanzar una comprensión completa de los comportamientos y hábitos del niño y de sus áreas de dificultad.

No solo es una buena herramienta de screening que evalúa la presencia del TDAH y acerca al diagnóstico; también facilita la elaboración de planes de tratamiento o intervención y permite el seguimiento de los progresos o cambios (Fundación CADAH, 2013). Por ejemplo, ayuda a determinar si es necesario incluir al niño en programas educativos especiales o si se precisa modificar la medicación o la intervención psicoterapéutica.

Ahora bien, pese a que muestra fiabilidad y validez, aparte de ser una herramienta de evaluación de gran utilidad, por sí misma no es suficiente para establecer un diagnóstico (Ocampo, 2016).

En realidad, las puntuaciones estandarizadas que brinda indican cuán atípicos son los comportamientos del niño en función a la población de referencia; pero el diagnóstico llegará solo tras evaluar si se cumplen los criterios marcados por el DSM-V u otro manual diagnóstico.



Recomendaciones finales

En definitiva, si hay sospecha de que un niño pueda tener trastorno por déficit de atención con hiperactividad, esta es una de las primeras herramientas a utilizar. No obstante, conviene saber que tiene limitaciones. Por ejemplo, ciertos tipos de TDAH concurren con un enmascaramiento de los síntomas que hace más difícil su detección (Walters, 2018).

Además, siempre es importante revisar la historia personal de cada paciente y realizar una entrevista clínica que complete la información, con el fin de evitar errores. A pesar de esto, las escalas de Conners son una alternativa útil y confiable que facilitan el diagnóstico, tratamiento y supervisión del TDAH.


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