Las mariposas en el estómago sí existen, según la ciencia

El estómago y el cerebro "hablan" de manera constante. Los aleteos de mariposa que sientes a veces son el resultado de esa comunicación, de ese vínculo en el que las emociones acaban expresándose en el organismo. ¡Te lo explicamos!
Las mariposas en el estómago sí existen, según la ciencia
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 15 diciembre, 2020

Tener una cita con alguien que nos gusta. Ansiedad ante ese examen decisivo. Estar a punto de dar un discurso ante una audiencia… Todas estas situaciones tienen en común algo que nos es muy familiar: producirnos esa inquietud revoltosa en la tripa, a menudo molesta y hasta dolorosa. Puede que a muchos les sorprenda este dato, pero las mariposas en el estómago sí existen.

En efecto, esas criaturas traviesas que cobran vida en momentos de emociones intensas, de enamoramiento, estrés y nerviosismo, habitan en el sistema digestivo. Pero eso sí, no tienen alas ni han venido al mundo a partir de una crisálida. Son en realidad unas 100 millones de células que rodean el tracto digestivo y que actúan casi como un segundo cerebro abdominal.

Están vivas y reaccionan de manera inteligente cuando nos enfrentamos a un hecho que el cerebro interpreta como una situación amenazante o preocupante. “Aletean” también en esos momentos de nuestra vida en los que el amor o el deseo impregnan el cerebro y neurotransmisores, como la adrenalina, orquestan cambios en todo el organismo (taquicardias, sudoración…).

Las mariposas en el estómago sí existen ¿qué nos dice la ciencia?

Estás tomando un café en tu cafetería favorita y de pronto ves entrar a tu primer amor, a esa persona que marcó tu preadolescencia. Lo reconoces al instante y también el estómago, porque al segundo ellas empiezan a moverse, a aletear inquietas: las familiares mariposas. ¿Por qué ocurre?

Es más… ¿por qué experiencias positivas como esta y otras más angustiantes, como enfrentarnos a un examen, comparten esa misma sensación? Por término medio, estas situaciones vienen acompañadas además por otras experiencias fisiológicas: el corazón late más rápido, la boca se seca, sentimos tensión muscular… En realidad, las mariposas en el estómago son el modo en que el cuerpo reacciona ante estados emocionales de alta intensidad.

El “culpable” es el sistema nervioso entérico

Michael Gershon es profesor y presidente de anatomía y biología celular en el Centro Médico de la Universidad de Columbia. También es autor de uno de los libros más conocidos sobre el “segundo cerebro”.

Su trabajo Second Brain, The: The Scientific Basis of Gut Instinct & a Groundbreaking New Understanding of Nervous Disorders es toda una referencia para comprender el comportamiento de las neuronas localizadas en el estómago y el intestino.

  • Algo que nos señala el doctor Gershon es que las mariposas en el estómago sí existen y las produce el sistema nervioso entérico. Esta área es parte del sistema nervioso autónomo, que  se encarga de tareas como la frecuencia cardíaca, el flujo sanguíneo, la sudoración…
  • El sistema entérico no piensa, pero siente. En él se extiende una compleja red de más de cien millones de neuronas tapizando buena parte del sistema digestivo.
  • Estudios como el llevado a cabo en la a Universidad de Flinders (Australia) nos señalan que el sistema nervioso entérico es capaz incluso de generar actividad eléctrica. Pero lo hace, eso sí, de una manera algo distinta al cerebro.
  • Cuando experimentamos una emoción intensa, esta subdivisión del sistema nervioso autónomo reacciona desencadenando una serie de cambios, los cuales generan la clásica sensación de cosquilleo, molestia, ardor, inquietud fisiológica… Las mariposas en el estómago.

La “responsable” es la adrenalina

Hay un hecho llamativo que sin duda genera cierta contradicción. A menudo, nos decimos que las mariposas en el estómago sí existen porque son nuestras eternas compañeras cuando estamos enamorados. Sin embargo, en cualquier situación en la que experimentemos angustia, miedo o sensación de amenaza, ellas están nuevamente ahí.

Es más, si hay una sensación constante cuando somos cautivos de la ansiedad es ese serpenteo constante en el estómago. ¿Por qué sucede? ¿Por qué tanto las emociones positivas como las más complejas tienen como reflejo fisiológico las familiares “mariposas”?

  • La respuesta está en un neurotransmisor muy concreto. Toda situación de alerta o de emociones intensas son reguladas por el sistema nervioso autónomo, que nos insta a luchar o huir, a actuar o escapar. Para ello, activa toda una serie de respuestas fisiológicas.
  • Para que esas respuestas empiecen a producirse, el sistema nervioso entérico libera adrenalina.
  • La adrenalina, además de producir taquicardia, sudoración, boca seca o dilatación pupilar, orquesta algo más. Este neurotransmisor provoca que se reduzca el flujo sanguíneo en el estómago y el intestino.

¿La razón? Para ofrecer más oxígeno y nutrientes  a los músculos, que son al fin y al cabo los que nos permiten huir o actuar ante un riesgo. El proceso de digestión no se considera importante en esas circunstancias.

Al reducir el flujo sanguíneo en el estómago, este le envía señales al cerebro a través de los nervios sensoriales. Lo hace en modo de protesta, como advirtiendo de que ocurre algo… Esa sensación de hormigueo son nuestras mariposas.

Las mariposas en el estómago sí existen, pero no son agradables

Sabemos ya que las mariposas en el estómago sí existen, no obstante, hay algo claro: no son agradables. Nuestras emociones más intensas siempre tienen un correlato fisiológico y se expresan de manera molesta e incluso dolorosa. A menudo, la adrenalina actúa contrayendo las paredes intestinales y esto nos obliga a ir al baño de urgencia.

Asimismo, esa bajada en el flujo de sangre en el estómago ralentiza la digestión, haciéndola más pesada… Todo esto nos demuestra que aunque se haya elegido un nombre evocador y hasta romántico para esa sensación, la realidad es que en ocasiones esas mariposas son pequeñas intrusas trayéndonos malestar.


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