La Ley de Wilcox-McCandlish y los debates en redes

La ley de Wilcox-McCandlish hace referencia a la manera en la que muchas personas comienzan e insisten en debates donde lo de menos es el contenido y lo más importante quedar por encima del otro.
La Ley de Wilcox-McCandlish y los debates en redes
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 13 noviembre, 2021

La ley de Wilcox-McCandlish en realidad no es una ley, sino un adagio. Esto quiere decir que no tiene una categoría científica ni está sustentada por ningún estudio sistemático, pero se da por cierta por lo bien que parece seguirla la realidad. Tiene que ver con un tema de actualidad: los debates en redes sociales.

Las redes sociales han terminado convirtiéndose en un espacio para fuertes debates. Antes de que existieran, eran bajas las probabilidades de que dos desconocidos se enzarzaran en una discusión por asuntos muchas veces triviales. En cambio, ahora este parece el escenario perfecto para este tipo de disputas, no siempre respetuosas y enriquecedoras.

La ley de Wilcox-McCandlish alude a algunos principios lógicos, o más bien ilógicos, que están presentes en esos debates. Lo curioso es que ocupan gran parte del tiempo de muchas personas y parecen ser parte de la identidad de las redes mismas, como Twitter.

Twitter es un buen sitio para decirle al mundo lo que estás pensando antes de que hayas tenido la oportunidad de pensarlo”.

-Chris Pirillo-

La ley de Wilcox-McCandlish

La ley de Wilcox-McCandlish, planteada de forma general, dice que “la probabilidad del éxito de cualquier intento de cambiar el asunto o la dirección de una discusión en un foro en línea es directamente proporcional a la calidad del contenido actual”.

Esto quiere decir que cuanto más precario es un contenido o un enfoque, más difícil será cerrar la disputa y pasar a otro asunto. De la misma forma, los temas y debates más relevantes o inteligentes son más dados a introducir cambios en el tema o en las líneas de discusión.

Esta ley opera porque en los debates sobre trivialidades, como muchos de los que tienen lugar en las redes sociales, no tienen por objetivo dilucidar algo o llegar a alguna conclusión. Tampoco buscan persuadir al otro de algo que se considera razonable. El objetivo básico es ganar o quedar por encima de los que mantienen una posición distinta.

Persona manipula un móvil

Los corolarios de la ley

La ley de Wilcox-McCandlish también incluye algunos corolarios relacionados con su formulación general. El primer corolario es de McCandlish y dice: “la posibilidad de cambio del tema o la dirección de una discusión, siendo este cambio para mejor, es inversamente proporcional a la calidad del contenido anterior al cambio”.

Ratifica el principio general: cuanto más pobre es el planteamiento de un debate, menos posibilidades tiene de terminar resultando enriquecedor. Al fin y al cabo, un tema o un enfoque superficial poco aporta. Cualquier expresión, por tonta que sea, se convierte en argumento cuando el propósito no es hilar un intercambio de opiniones, sino “superar al otro”.

El segundo y el tercer corolario de McCandlish refuerzan lo ya dicho. En su orden, dicen: “el consumo de ancho de banda generado a raíz de una discusión se incrementa de manera inversamente proporcional a su calidad”. Y “cualquier intento a recurrir a la lógica formal o a la identificación de falacias clásicas, simplemente incrementará la irracionalidad de la discusión”.

El segundo corolario alude al hecho de que cuanto más elemental sea una discusión, más tiende a prolongarse. Y el tercero tiene que ver con que, si alguien intenta poner el debate en términos de la lógica, recibirá automáticamente un rechazo porque esto supondría elevar el nivel de la discusión hasta grados que pueden ser inalcanzables para algunos.

Representación de una batalla verbal entre dos personas

Ansiedad, anonimato y fugacidad

Muchos usuarios de las redes sociales inician y sostienen debates porque esa acción tiene valor en sí misma para ellos. No escuchan ni leen al otro pensando en que este tiene algo que aportar, sino que lo hacen pensando en cómo refutarle.

En muchos casos, la satisfacción o la frustración aumentan en función del número de partidarios que cada uno logre sumar a su postura. Una partida o un juego en el que, dialécticamente, casi todo vale.

En las redes sociales no hay moderador, en el sentido estricto del término. La voz del “gran hermano” solo interviene cuando se traspasan límites extremos. Al contrario que en la realidad, insultar a otros no tiene consecuencias en el entorno inmediato.

Las redes sociales son campos abiertos en los que muchas veces la libertad de expresión se pervierte. Sitios a los que muchas personas acuden para saldar cuentas pendientes, amparados por la impunidad que proporciona el anonimato.


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  • Guallar, J., Suau, J., Ruiz-Caballero, C., Sáez, A., & Masip, P. (2016). Redistribución de noticias y debate público en las redes sociales. El profesional de la información, 25(3), 358-366.

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