Liderazgo compasivo: un modo de impulsar al grupo
Warren Bennis dijo una vez que el buen líder es aquel capaz de transmitir una visión personal a un grupo determinado. A día de hoy, sabemos que esta definición se queda corta, muy corta. De hecho, nada es tan complejo como manejar un grupo de personas e influir sobre ellas para que puedan dar lo mejor de sí mismas. En medio de este contexto, el liderazgo compasivo se alza quizá como uno de los enfoques más interesantes.
Algo que saben bien las editoriales es que este tema siempre está de actualidad. Quien más y quien menos ha tenido un jefe poco acertado, de esos que orbitan entre el autoritarismo y el narcisismo. Comprender por qué son así interesa.
El liderazgo importa a día de hoy porque impacta en quienes quedamos supeditados a él e importa también a quienes debemos ejercerlo en algún momento de nuestra vida.
Daniel Goleman nos explica en su libro Cómo ser un líder que un modo de mejorar el rendimiento y la innovación empresarial es aplicando la inteligencia dmocional en toda organización. Estrategias como una buena comunicación, una correcta gestión de las emociones y un ejercicio acertado de la empatía, mejora de manera notable la atmósfera y la gestión de todo líder con su equipo humano.
Sin embargo, la verdad es que la mayoría de las veces nos quedamos en las buenas intenciones y nada (o muy poco) de esto llega a aplicarse con efectividad.
No por hacer un curso y no por trabajar unas horas con un experto en mentoring el mal líder se va a convertir en buen líder. Es un proceso complejo, porque hay factores de personalidad, componentes genéticos y hábitos adquiridos que dificultan el cambio.
No obstante, es algo en lo que debería trabajarse. Profundicemos en el tema.
¿Qué es el liderazgo compasivo?
La compasión se puede definir básicamente como el deseo de ser amable con los demás. Podríamos decir que es una práctica que no abunda en exceso, pero algo que sabemos bien desde el campo de la psicología y la neurociencia es que pocas dimensiones llegan a tener tanta influencia en el ser humano.
La compasión es lo opuesto a la agresión, al sometimiento, el autoritarismo e incluso a la indiferencia. El liderazgo compasivo es la capacidad de una persona de ser cercano y compresiva con el equipo que lidera. Aún más, etimológicamente, compasión deriva de dos palabras: «sufrir con».
La persona que se permita compartir las preocupaciones cotidianas de los suyos y conecte con sus realidades emocionales, tendrá un mayor impacto en los suyos.
Conozcamos las dimensiones que definen al liderazgo compasivo.
La clave es la empatía
Los grandes líderes no son aquellos con mejores habilidades para controlar, ordenar o transmitir sus ideas a los demás. En realidad, el gran líder es aquel que logra inspirar. Es esa persona que entiende la experiencia personal del otro y despierta sus fortalezas mediante la motivación y la confianza. Algo así solo se logra mediante un tendón psíquico excepcional: la empatía.
Esta dimensión es capaz de eliminar confusiones, de abrir puertas y de potenciar lo mejor de cada persona.
El líder compasivo orienta a su equipo y aprende de él
El liderazgo necesita retroalimentación. Es un ejercicio continuado donde guiar, inspirar y pautar a los demás y, a su vez, aprender de quienes le rodean. Porque nada es tan complejo y rico a la vez que un equipo de trabajo, ahí donde surgen diferencias, donde florecen ideas innovadoras y arriesgadas y donde, cómo no, también se cometen errores.
La compasión permite a los líderes hacer uso de una mentalidad flexible para saber gestionar y aprender de todas estas situaciones. Es ser receptivo cada día a toda experiencia con apertura y generosidad.
El liderazgo compasivo, por tanto, reconoce a su vez que cada miembro del grupo no solo es una alguien importante, es también una pieza decisiva del proyecto y ese hilo que sostiene el tejido de toda una organización.
El apoyo, y el reconocimiento impulsa la superación cotidiana del grupo y algo así es algo en lo que debe comprometerse todo buen líder.
Un enfoque basado en la abundancia y el crecimiento
Otra pieza fundamental del liderazgo compasivo es el enfoque mental, emocional y conductual de esa figura que encabeza una empresa. La persona que mantiene una actitud basada en el sentido de abundancia, de crecimiento y en la superación, progresa.
Por contra, quien se obstina en la inflexibilidad, en lo tradicional y en el que cuidar de que nada cambie, se estanca y rara vez sabe afrontar los desafíos.
La compasión es saber conectar desde el optimismo. Es ver diez soluciones ante cada problema y no diez problemas ante cada situación. La persona que ejercita esta dimensión a diario inspira a los demás y crea un clima de trabajo cómodo y satisfactorio.
¿Es posible pasar de un liderazgo autoritario a uno compasivo?
Lo señalábamos al inicio: no es sencillo lograr el cambio en un líder y más, si está habituado a desarrollar un liderazgo vertical, si es básicamente, un jefe autocrático que ejerce el poder de arriba hacia abajo. ¿Cómo lograr entonces que se oriente hacia una perspectiva más compasiva a través de un esquema más horizontal?
La respuesta no es sencilla. Y no lo es porque cuando hablamos de liderazgo, lo que hay detrás en muchos casos es un estilo de personalidad. Uno se comunica, trabaja, gestiona retos y dificultades partiendo de su experiencia, de sus necesidades, actitudes y variables de personalidad. El líder narcisista difícilmente se convertirá en un líder compasivo.
Más allá de esta realidad, hay un hecho innegable. El estilo de liderazgo revierte en la organización y marca su éxito y su supervivencia en el mercado.
Un mal líder es como un virus que todo lo infecta y debilita. De ahí, que cada persona que esté al cargo de un equipo, ya sea empresarial, deportivo o de cualquier otra tipología, deba reflexionar sobre sí mismo. El impacto que genera en los demás es lo más decisivo.
Elegir un liderazgo compasivo puede cambiarlo todo.