Lord Byron, biografía del héroe romántico por excelencia
Lord Byron encarnó al personaje romántico por excelencia. Fue l´enfant terrible del siglo XIX. Hedonista, desafiante de las convenciones sociales, valiente, excéntrico y, ante todo, uno de los más destacados poetas de nuestra historia. Pocas figuras han encarnado tan bien ese espíritu, entre trágico y heroico, que hizo de su propia vida una auténtica leyenda.
Hace unos diez años que salió al mercado editorial un pequeño tesoro sobre George Gordon, mundialmente conocido como Lord Byron: sus diarios. Esas confidencias, finalmente, recopiladas y publicadas, nos ofrecen datos sobre la persona (no el personaje) muy reveladores. En este testimonio intimista, descubrimos a un joven que poco tenía que ver con ese casanova famoso por sus escarceos amorosos.
Amaba a su hermana. Eso sí, los romances que se le atribuyeron con Shelley o Polidori, por ejemplo, nunca fueron ciertos. Tenía una sensibilidad artística admirable. Disponía efectivamente, de una personalidad cínica, descarada y hasta contradictoria. Fue ese hombre que se describía a sí mismo como un mero observador del mundo, de un mundo demasiado aburrido, según él, pero en el que vivió con una pasión absoluta.
Decía también no tener ideas políticas. Sin embargo, dejó su vida al luchar por la independencia de Grecia. Profundizar en sus diarios y en su figura nos ayuda, sin duda, a ir más allá de la clásica imagen del Byron vestido de pirata, siempre magnético ante las mujeres, amante del escándalo y la aventura.
Así, en palabras de Anthony Burgess, el mundo aún le debe muchos reconocimientos a Lord Byron. Hay que ir más allá de la leyenda para comprender el impacto de su obra, y desvelar así al hombre detrás de la máscara.
“El gran objeto de la vida es la sensación: sentir que existimos, aunque con dolor, es este “anhelo de antojo” lo que nos lleva a los juegos, a la batalla, a los viajes, a las actividades intemperadas pero profundamente sentidas de cada descripción cuyo principal atractivo Es la agitación inseparable de su realización”.
-Lord Byron a Annabella Milbanke, su futura esposa, 6 de septiembre de 1813)-
George Gordon, Lord Byron: biografía de un poeta romántico
El padre de Byron era un famoso capitán conocido como Mad Jack. Le seguía la mala fama y, sobre todo, su tendencia a despilfarrar fortunas. De hecho, eso mismo fue lo que ocurrió cuando se casó con Lady Catherine Gordon, una heredera escocesa. Tras el nacimiento de George Gordon en Escocia en 1788, madre e hijo no tuvieron más opción que vivir en humildes alojamientos de Aberdeen.
El pequeño Byron nació con una deformidad en su pie derecho, que lo llevó a evidenciar esa clásica cojera con la que era conocido. Asimismo, no fue hasta que cumplió 10 años cuando su suerte, y la de su madre, mejoraron. Heredó el título y las propiedades de su tío abuelo William, el quinto barón de los Byron.
A partir de ese momento, su vida hizo un cambio de 180 grados. Fue a Harrow, una de las escuelas más prestigiosas de Inglaterra. En 1803 se enamoró de una de sus primas. Era Mary Chaworth, una muchacha mayor que él y que ya estaba comprometida. Ese rechazo y la figura de un amor inalcanzable, inspiraron los primeros poemas, esos que más tarde seguiría madurando en cada vivencia, experiencia y aventura.
La universidad y el nacimiento de la leyenda
En 1805, Lord Byron ingresó en el Trinity College de Cambridge. No tardó demasiado en alzarse como uno de los estudiantes más brillantes, a la vez que extravagantes. Sus versos empezaron a adquirir notoriedad entre la comunidad académica y estudiantil. También sus conductas, sus vestidos extravagantes y hasta la mascota que siempre llevaba con él: un mono.
Aprendió boxeo, esgrima, cultivo grandes amistades y, finalmente, dejó sus estudios tras enamorarse de una prostituta. Vivió en Picadilly durante un tiempo y luego, regresó con su madre y decidió dedicarse a escribir poesía. Así, su primer trabajo publicado fue Horas de ociosidad, en 1807. Esta obra le valió un reconocimiento casi inesperado.
En 1809, Byron tomó asiento en la Cámara de los Lores. Un cargo de responsabilidad al que le sacó evidente partido: se embarcó con un amigo en una gran gira. Fueron a Lisboa, cruzaron España y más tarde pasaron unos meses en Malta y Grecia. Aquella aventura terminaría en Constantinopla (ahora Estambul, Turquía). Una travesía evocadora de la que Byron sacó una gran inspiración artística.
Al volver de aquel largo periplo, el joven Byron regresó a casa para descubrir dos cosas. La primera es la muerte de su madre. La segunda es que su libro Childe Harold Pilgrimage era todo un éxito y él, la figura más famosa de Inglaterra.
El amor y la amistad
En el verano de 1813, gran parte de la sociedad era conocedora de las relaciones que Byron mantenía con su medio hermana Augusta Leight. Era la hija del primer matrimonio de su padre y la persona a la que, irremediablemente, amó toda su vida. No importaba que ella estuviera casada: el vínculo entre ambos era sabido por la mayoría.
Esa carga de conciencia apareció en varias de sus obras como The Giaour (1813), La novia de Abydos (1813), The Corsair (1814) y Lara (1814). Ahora bien, con el fin de romper de una vez por todas con esa relación, decidió unirse en matrimonio con Annabella Milbanke. De este relación nació Augusta Ada, quien sería más tarde la famosa programadora y matemática (Ada Lovelace).
Ahora bien, aquel matrimonio fue tan efímero como condenado al fracaso casi desde el inicio. Los rumores de la relación de Lord Byron y su hermana nunca dejaron de rondarlos. Así, y tras una separación bien acordada, decidió dejar Inglaterra y establecerse en Ginebra, cerca de su amigo Percy Bysshe Shelley y Mary Godwin (más tarde Mary Shelley ). De aquellos meses, emergió una intensa producción literaria y poética que marcó, sin duda, a estos tres grandes autores.
“Hay peregrinos de la eternidad, cuya nave siempre va errante, sin echar jamás el ancla”.
-Lord Byron-
Don Juan y la Independencia de Grecia
Tras dejar Suiza, Lord Byron emprendió nuevos viajes por toda Italia. Esta travesía, comprendida entre 1817 y 1821, la aprovechó, entre otras cosas, para escribir su mayor poema, Don Juan, una sátira en forma de verso picaresco.
En ella, reveló otros aspectos de su carácter y personalidad poco conocidos hasta el momento: su ingenio satírico. Se trata de una obra atrevida, cómica y falta de delicadeza a instantes, en la que dejó en entredicho la clásica imagen del seductor.
Ahora bien, fue en 1822 cuando Byron recibió los que fueron, quizá, los peores golpes de su vida. Primero falleció su hija Allegra, de cinco años, la cual había dejado en un colegio cerca de Rávena. Tres meses después, durante un viaje en barco junto a su amigo Shelley, este falleció al hundirse su pequeña goleta. Una a la que habían llamado precisamente Don Juan.
Un año después de aquellas pérdidas, Lord Byron fue designado miembro del Comité de Londres para la independencia de Grecia. Una empresa en la que no dudó en enrolarse para luchar por una tierra a la que amaba. No temía la lucha, y como cualquier otro griego, acudió con la misma pasión y orgullo para liberarla del Imperio otomano. Allí fue recibido como un héroe y escribió también la que fue su última composición: A mis treinta y seis años.
Se dice que él mismo vaticinó su propia muerte meses antes. Mientras preparaba junto a su guerrilla un ataque a la fortaleza turca del golfo de Corinto, cayó enfermo. Se habla de malaria, también de ataques epilépticos. No obstante, los biógrafos señalan que la principal causa de su pérdida fue un mal tratamiento médico basado en terribles sangrías y la consecuente sepsis.
El héroe romántico por excelencia falleció no sin antes dejar escrito su último deseo. Su corazón se quedaría en Grecia. Su cuerpo, sería enviado de vuelta a Inglaterra, conservado en un barril de coñac. Y así es como la leyenda del héroe romántico y trágico dejó su impronta en nuestra historia.
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- Byron, Lord (2008) Diarios. Alamut Ediciones
- Nicolson, Harold (2007). Byron, el último viaje. Madrid: Editorial Siruela