Los 7 errores más comunes de la memoria
La memoria juega un papel tan penetrante y fundamental en nuestra vida que a menudo descuidamos su importancia. Nos olvidamos de ella igual que lo hacemos de nuestra salud y solo nos acordamos de su presencia cuando nos falla o nos juega una mala pasada.
Cuando nos olvidamos de algo importante o nos damos cuenta de que uno de nuestros recuerdos no es preciso, vemos la importancia de la memoria en el “quehacer” diario. Al fin y al cabo, gracias a la memoria podemos hacer cosas tan simples como recordar los nombres de las personas del entorno y sus números de teléfonos, aprender las habilidades necesarias para hacer todo tipo de tareas o recordar las claves de nuestras cuentas y tarjetas entre otras.
Si alguna vez te has visto en alguna de las situaciones anteriores o en otras parecidas ya sabes lo frustrante que resulta una situación en la que te ha fallado la memoria.
Los siete “pecados” de la memoria
En el libro Los siete pecados de la memoria, el psicólogo y experto en memoria Daniel L. Schacter identifica los siete “pecados” de la memoria: la fugacidad o transitoriedad, la distracción o ausencia de conciencia psicológica, el bloqueo, la atribución errónea, la sugestionabilidad, los prejuicios o parcialidad y la persistencia.
Schacter describe los tres primeros como los pecados por omisión, ya que el resultado es un fallo al recordar una idea, un hecho o un acontecimiento. El resultado es que la memoria se pierde.
Schacter considera los cuatro restantes como pecados de comisión. Esto significa que hay una forma de memoria presente, pero no con la fidelidad deseada o el hecho deseado, acontecimiento o idea. Es decir, parte de la memoria está ahí, pero es el resultado está equivocado o no es el deseado.
La transitoriedad: cómo se desvanecen los recuerdos con el tiempo
Seguro que eres capaz de recordar perfectamente lo que comiste ayer, puede que incluso seas capaz de recordar lo que comiste antes de ayer, el día anterior y varios días más. Pero si te piden que recuerdes lo que comiste hace tres o cuatro semanas, las posibilidades de que lo recuerdes con fidelidad son escasas.
Esto se debe a que los recuerdos a corto plazo tienen a perderse. Mientras una persona puede ser capaz de recordar algunos acontecimientos importantes debido al impacto que han creado sobre ella, los recuerdos sobre cosas triviales desaparecen bastante rápido.
Pero, ¿qué pasa con las vivencias importantes? Lo cierto es que los recuerdos a largo plazo también tienden a desvanecerse con el tiempo. Incluso los detalles más importantes de recuerdos memorables tienden a mostrarse poco claros con el paso del tiempo.
Esta tendencia de los recuerdos a debilitarse es una característica básica de la memoria. Pero detrás de esta transitoriedad o fugacidad de la memoria también están muchos de nuestros problemas para recordar. En este sentido, el desvanecimiento gradual de los recuerdos puede hacer que sea difícil incluso recordar algunos detalles importantes.
La ausencia de la conciencia psicológica: el poder de distracción
Schacter sugiere que la ausencia de la conciencia psicológica se produce cuando hay un problema entre la atención y la memoria. Ocurren cuando nos distraemos o nos sentimos abrumados hasta el punto de no ser capaces de advertir la información importante y memorizarla.
A diferencia de la transitoriedad, estos errores no ocurren porque la memoria se desvanece con el tiempo, sino a que la información no está codificada en la memoria en primer lugar.
La mayoría de nosotros estamos muy familiarizados con la distracción: llaves olvidadas antes de salir de casa, un documento u objeto importante que no hemos llevado al trabajo o a clase, etc. Pero, ¿por qué somos tan olvidadizos y estamos tan distraídos?
Schacter sugiere que las distracciones se producen porque pasamos gran parte de nuestra vida en el piloto automático, realizar las tareas diarias sin pensar en ellas.
En la mayoría de los casos, esta distracción solo provoca algunas molestias leves, pero a veces los efectos pueden ser mucho más graves. Una distracción al volante, ir caminando por la calle sin prestar atención o distraerse mientras se está cocinando, por poner algunos ejemplos, pueden dar lugar a situación que pueden tener consecuencias trágicas.
El bloqueo: Intentar recordar las cosas que sabemos que sabemos
“Lo tengo en la punta de la lengua“. ¿Te suena familiar? Sabes que sabes algo, pero no eres capaz de recuperar el dato. Cuanto más lo piensas más difícil te parece dar con la respuesta y, sin venir a cuento, lo recuerdas un rato después. La investigación muestra que la gente es capaz de recuperar la mitad de los recuerdos bloqueados pasados unos minutos del bloqueo.
El bloqueo se produce cuando el cerebro intenta recuperar o codificar información, pero otro recuerdo interfiere, provocando una inaccesibilidad temporal a la información almacenada. En muchos casos, la barrera es un recuerdo similar a lo que uno está buscando, lo que puede hacer que se recupere lo equivocado. Esto es una situación habitual en cuestiones sencillas, como nombres, títulos, lugares y cosas similares.
Los científicos creen que los bloqueos de memoria se vuelven más comunes con la edad y que son responsables de la incomodidad que sufren las personas mayores cuando no pueden recordar los nombres de otras personas.
Las atribuciones erróneas: confundir el origen de un recuerdo
Las atribuciones erróneas implican pensar que la información proviene de una fuente cuando realmente viene de otro lugar. En muchos casos, estas atribuciones erróneas pueden ser relativamente menores o sin importancia, pero en determinadas situaciones, confundir la fuente de información puede tener consecuencias importantes.
Un tipo de atribución errónea se produce cuando se recuerda algo solo en parte sin precisión, perdiéndose algún detalle. Otro tipo de atribución errónea se produce cuando uno cree que un pensamiento que tenía era totalmente propio y original, cuando en realidad es algo que se ha leído o escuchado antes.
La atribución errónea también se vuelve más común con la edad. A medida que nos hacemos mayores retenemos cada mes menos detalles en la adquisición de información. Esto se debe a problemas para lograr mejor concentración o para procesar la información rápidamente. Además, como a medida que envejecemos nuestros recuerdos también se hacen más lejanos, los recuerdos antiguos se hacen especialmente propensos a la atribución errónea.
La sugestionabilidad: las influencias externas pueden desencadenar recuerdos falsos
La sugestionabilidad es la vulnerabilidad de nuestra memoria al poder de la sugestión. Schacter sugiere que la sugestión es posiblemente el error de memoria más peligroso de todos. La investigación sobre los falsos recuerdos ha demostrado que somos susceptibles a la sugestión y que esta nos puede llevar a creer en recuerdos de cosas que nunca ocurrieron o que no son ciertas.
La investigación ha demostrado que somos susceptibles a la sugestión y a la formación de falsos recuerdos. Además, se ha comprobado que la seguridad con la que creamos que un recuerdo es cierto no tiene una asociación fuerte con lo verdadero o falso que puede ser este recuerdo realmente.
El trabajo de Elizabeth Loftus, que ha estado estudiando y escribiendo sobre los recuerdos falsos desde mediados de la década de los 70, demuestra claramente lo fácil que es implantar elementos falsos en recuerdos, en esencia, reales.
Realizó un estudio con dos grupos formados de manera aleatoria. Los dos grupos vieron el mismo vídeo en el que dos coches chocaban, posteriormente a un grupo se les preguntó por “el choque” y a otro por “el momento en el que los coches se estrellaron”. Así, el 14 % de los que se les preguntó por el choque vieron cristales rotos, mientras que un 32% de los que fueron preguntados por cómo los coches se estrellaban recordaron haber visto cristales rotos. En ninguno de los dos casos los había.
Los prejuicios o parcialidad: cómo influyen nuestras creencias actuales en nuestros recuerdos
Las creencias sobre nosotros mismos, sobre los demás y sobre el mundo actual, junto a nuestro conocimiento, pueden tener una gran influencia en la forma en la que recordamos. Al mirar hacia atrás, podemos “editar” estos recuerdos, a menudo inconscientemente, para reflejar la visión que tenemos de nosotros mismos en la actualidad.
Por ejemplo, tenemos una tendencia a querer que las cosas sean consistentes, incluyendo nuestras creencias sobre nosotros mismos. El problema es que al mirar hacia atrás en nuestra memoria, podemos encontrar que las cosas que creemos ahora no están necesariamente de acuerdo con las cosas que hemos hecho en el pasado.
Esta necesidad de coherencia en nuestras creencias y acciones puede dar lugar a la re-escritura mentalmente de nuestros propios recuerdos para que se ajusten mejor a nuestro estado de ánimo actual.
La persistencia: recordar aquello que nos gustaría olvidar
No todo lo que hay en nuestra memoria son buenos recuerdos. De hecho, nos gustaría poder olvidar muchas de las cosas que recordarmos porque su evocación nos produce malestar y reabre heridas emocionales. Pero esos recuerdos siguen ahí, persisten a pesar de los años.
A veces nos atormentan los recuerdos que querríamos olvidar, pero no podemos hacerlo. La persistencia de recuerdos en los que habitan eventos traumáticos, sentimientos negativos y temores experimentados suponen otro problema de la memoria. Algunos de estos recuerdos reflejan con precisión acontecimientos terribles, mientras que otros pueden son distorsiones negativas de la realidad.
En muchos casos, esta persistencia de recuerdos no deseados se traduce en una leve molestia o arrepentimiento. Pero, hay otros recueros que adquieren un carácter invasivo, como pueden ser accidentes, asaltos, robos, desastres naturales y otros eventos traumáticos, que pueden conducir a la depresión, flashbacks, rumiación o trastorno de estrés postraumático, consecuencias que pueden ser incapacitantes o incluso potencialmente mortales.