La madre intimidante: sobrevivir a la ausencia de ternura

La madre intimidante provoca en sus hijos un estado de confusión, ya que ellos no saben a qué atenerse con ella. Hay un muro que les separa en la parte emocional. Ella está presente con su cuerpo y su mente, pero no con su afecto.
La madre intimidante: sobrevivir a la ausencia de ternura
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 09 diciembre, 2022

La madre intimidante es una mezcla entre severidad y distancia. La severidad habla de una madre comprometida con la educación de sus hijos y apropiada de su papel. La distancia habla de casi lo contrario, o sea, de una suerte de negligencia emocional en el rol materno.

Lo que convierte a una madre en una madre intimidante es precisamente eso: la contradicción que los hijos advierten en ella. Está ahí, muy presente, para marcar el camino a seguir y para volver a traerlos si se alejan de este. A la vez, parece como si no existiera en términos de las necesidades emocionales  de los hijos.

Lo más habitual es que la madre intimidante forme hijos que luego se relacionarán con otras personas con estilos de apego ansioso  y evitativo. Eso es precisamente lo que transmite este tipo de madre. Lo usual es que se trate de una persona que está desconectada de su maternidad.

Los comportamientos que siempre consideraste como rasgos de nacimiento con frecuencia resultan ser producto de tus esfuerzos por lidiar con o sobrevivir al ambiente emocional de tu familia de origen”.

-Peg Streep-

Madre castiga a su hija por mal comportamiento
Los niños con madres intimidantes experimentan sentimientos de inseguridad y contradicción.

Cómo es la madre intimidante

La madre intimidante se caracteriza por el trato frío  con sus hijos. No está ausente en su vida, sino que le presta atención, a veces en exceso, a todo lo externo. O sea, sus hijos están siempre limpios y bien vestidos, comen de forma saludable y nutritiva y siguen sus tareas escolares. Además, la casa suele estar perfecta y el jardín maravilloso.

Este tipo de madres buscan que sus hijos se comporten de manera adecuada en el plano social. Suelen ser exigentes, sin caer en la obsesión. También se ocupan en señalarles lo que está bien y lo que está mal. Reprenden a sus pequeños de forma severa, pero rara vez pierden el autocontrol.

Por lo demás, no hacen presencia en la vida de sus hijos. De una u otra forma no perciben o no dan importancia a los estados emocionales de sus hijos. Sus tristezas o alegrías no son un asunto en el que reparen. Frente a las debilidades de los pequeños, lo más habitual es que traten de “redirigirlos” sin entrar a profundizar en lo que ocurre.

La madre intimidante no es cariñosa y tiene poco contacto físico con sus hijos.

Un vínculo evitativo

La madre intimidante busca tener un vínculo superficial con sus hijos. No quiere encontrarse con ellos “corazón a corazón”. De hecho, su conducta es un mecanismo para evitar esa intimidad afectiva. Entiende la maternidad como una práctica de cuidado físico y psicosocial hasta cierto punto, pero no como una vivencia de amor.

¿Por qué se cataloga como intimidante a este tipo de madre? Lo común es que sus hijos se sientan muy confundidos con respecto a ella. Los cuidados que les prodigan se perciben como señales de cercanía. Al mismo tiempo, la frialdad y severidad con que los tratan es percibida como un rechazo. Esa ambigüedad impregna la relación de una atmósfera amenazante.

Es habitual que los niños terminen preguntándose si están haciendo algo mal. También si no son lo suficientemente buenos como para despertar la calidez de su madre. Incluso llegan a sentirse culpables por cuestionar a una madre tan dedicada, aunque brille por su ausencia en el terreno de los afectos. De este modo, se siembra una semilla de inseguridad y de sentimiento de inadecuación.

Niña con miedo a su madre
El vínculo que establece una madre intimidante con sus hijos es superficial.

Entendiendo a la madre intimidante

Detrás de una madre intimidante hay más que una simple “forma de ser”. Con frecuencia, estas mujeres tienen un conflicto de tipo afectivo que no han logrado resolver. A veces hay otra situación agobiante en su vida que transcurre de forma paralela a su maternidad. Es posible que su relación de pareja esté marcada por problemas, que esté muy fatigada o que tenga preocupaciones profundas sobre sí misma y su destino.

También es habitual que haya recibido lo mismo de su madre y termine pidiéndole a sus hijos justo lo que su propia madre le pedía con esa forma de comportarse: mantener la distancia emocional. Así mismo, no es raro que tras este tipo de conducta haya traumas o abusos que llevan a levantar una coraza afectiva frente al mundo.

Los hijos de una madre intimidante crecen dudando de sí mismos y pensándolo más de una vez antes de expresar lo que sienten. Incluso tienen dificultades para identificar sus emociones y ven el amor como una amenaza. Es una situación compleja que a veces nos marca para siempre.


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