"Mamá, ¿me ayudas con los deberes?" 5 recomendaciones para hacerlo bien

"Mamá, ¿me ayudas con los deberes?" 5 recomendaciones para hacerlo bien
Sergio De Dios González

Escrito y verificado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Última actualización: 14 septiembre, 2019

Los deberes forman parte de la rutina de muchos de niños del planeta. En la mayoría de los planes educativos se ha asumido que a partir de ciertas edades, para una asimilación de conocimiento efectiva, es necesario el trabajo individual del alumno con la materia. En los cursos básicos, los deberes sirven para crear una rutina, aparte de para ayudar a los niños que van más retrasados. Cuando se hacen más mayores, es cuando pasan a cumplir específicamente la misión que hemos enunciado al principio.

En los primeros cursos, los niños suelen tener un único profesor para todas o la mayoría de las materias. Este profesor tiene el control absoluto y sabe qué tareas manda para casa y puede estimar, más o menos, el tiempo que requieren. Cuando se hacen más mayores el asunto se complica, ya que pasan a tener casi un profesor por asignatura, de manera que lo que manda uno suele ignorarlo el otro. Este quizás es el primer problema que pueden presentar los deberes, que haya muchos por una falta de comunicación entre los profesores.

La mayoría de ellos suelen pensar que mejor que sobren que no que falten, por eso decimos lo de muchos, o que el conocimiento quedará más asentado cuanto mayor sea la práctica. Dos leyes que pueden ser válidas si las contemplamos en abstracto, pero que presentan problemas cuando tenemos en cuenta de manera relacionada e integral: hablamos de que hay más asignaturas, más clases extraescolares o una dificultad añadida para los alumnos que no tiene una buena base.

Deberes sí, deberes no

En los últimos meses se ha recuperado un debate en torno a los deberes cuanto menos interesante. Varios padres han hecho públicos varios testimonios en los que relataban como sus hijos tenían que afrontar todos los días una gran cantidad de trabajo en casa. Algo que condicionaba mucho sus horarios y que convertía a los padres en unos segundos profesores, ya que no siempre las tareas aludían a parte de la materia que habían visto en clase o que habían asimilado.

Si analizamos los sistemas educativos de todo el mundo nos daremos cuenta de que tenemos gustos para todos los colores. Quizás China sea uno de los países más pro-deberes, frente a Finlandia o Corea que se situarían en el otro extremo. Hablamos de culturas totalmente diferentes, aunque no deja de sorprendernos que dos países como China o Finlandia, referentes en educación, se sitúen en polos tan distintos.

En nuestra cultura demás pasa algo muy curioso. Un axioma sobre lo que no había reflexionado si no hubiera visto como un padre rompía con esta especie de ley no escrita. Lo que sucede es que la mayoría de los padres le dan prioridad absoluta a las tareas de la escuela. Antes que ir a ver a familiares, visitar museos, asistir a charlas están los deberes. En una tarde puede faltar lo primero, pero nunca lo segundo. Dejo al lector que reflexione sobre ello, ya que no es el tema de este artículo.

Madre ayudando con los deberes a su hijo

¿Cómo ayudarles con los deberes?

Al igual que la mayoría de los niños tiene deberes, también la mayoría de los padres suelen estar pendientes del cumplimiento de las tareas escolares. Una atención que va disminuyendo a medida que el niño crece y demuestra de manera continuada que es una responsabilidad que él mismo ha sabido asumir.

En este “estar pendientes” hay momentos en los que los padres se dan cuenta de que sus hijos necesitan ayuda o son los propios pequeños quienes la solicitan. Así, surge la pregunta, ¿cómo podemos ayudarles sin que la buena intención termine perjudicando su aprendizaje? Vamos con 5 pautas que pueden ayudarnos a entender la respuesta.

En primer lugar, la premisa es no cargar con el peso de la tarea nosotros. Es decir, somos ayudantes: las personas que damos pistas, que animamos, que facilitamos fuentes, que hacemos un problema similar pero no las personas que hacemos los deberes. Así, no es recomendable sentarnos con ellos. Es mucho mejor brindar una ayuda intermitente y nunca desde el principio. Piensa que si lo hacemos desde el principio estamos diciéndole al niño que pensamos que él solo no puede.

La segunda pauta tiene que ver con evitar otra de las tentaciones en las que caen muchos padres: los deberes no se corrigen en casa. En caso de hacerlo no vamos a dejar que el niño aprenda a realizar esta tarea, igual de importante, en clase. Tampoco vamos a permitir que el maestro se haga una idea del nivel que tiene el niño y tampoco podrá adaptar el nivel de los deberes que le manda.

La tercera pauta tiene que ver con habilitar un espacio para que el niño esté tranquilo y en el que no haya demasiadas distracciones. También es positivo asignar un horario, tanto para comenzar como para acabar y siempre después de que el niño haya comido o merendado y descansado un rato. En este sentido, la tarde siempre tiene que ser más que un tiempo cubierto de deberes.

Ya en los últimos cursos de primaria sería bueno que el niño manejara una agenda. En ella pondrá los exámenes, los deberes, las fechas importantes y por qué no, todo aquello que le haga ilusión. Ver cómo va cumpliendo con todo para él será un refuerzo muy positivo y tú tendrás una excusa muy buena para reconocer su esfuerzo.

Padre ayudando a su hijo a hacer los deberes

La quita pauta tiene que ver con la organización de los deberes. Intenta que no empiece ni termine con la tarea que más cueste. Lo mejor es introducirla en medio de otras dos que sean más fáciles o que al niño le gusten más. Así, no le desanimará con el resto ni tampoco la afrontará cuando ya esté cansado.

Antes hablábamos de no corregir los deberes, lo que sí es recomendable es revisar que esta corrección se ha producido y que el pequeño ha entendido los fallos. Además, revisar la manera de corregirlos nos enseñará más sobre los procedimientos que pretende implantar el profesor, por ejemplo, para resolver problemas.

Si lo hacemos bien, no solo no perjudicaremos la autonomía de nuestros hijos con las tareas, sino que contribuiremos a redoblar su valor. También será una oportunidad para compartir tiempo juntos y para que el niño sienta que nos importa, más allá de que le demos pautas o de las muestras más directas de cariño.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.