Manipuladores que fingen ser víctimas: una estrategia común

Hay lobos vestidos de ovejas. En nuestra sociedad, abundan los manipuladores, psicópatas y narcisistas que juegan a ser víctimas para obtener algo a cambio y construir un engaño altamente eficaz y productivo.
Manipuladores que fingen ser víctimas: una estrategia común
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 16 marzo, 2021

Hay manipuladores que fingen ser víctimas, personas con tendencias narcisistas o psicopáticas, que mostrándose inocentes y vulnerables, buscan nuestra compasión. Caminan por el mundo vendiéndonos el eslogan de “pobrecito yo, que nadie me entiende y todos me hacen daño”. Y en efecto, en ocasiones, caemos. Quedamos atrapados en su trampa, en esa telaraña de falsedades y amables apariencias.

Este fenómeno se aprecia con frecuencia en el ámbito delictivo. Todos conocemos esas historias en las que alguien hace creer al resto que él (o sus hijos) tienen una grave enfermedad y necesitan fondos económicos para costear carísimos tratamientos. Sin embargo, no hace falta ser tan rebuscados. La mayoría hemos tenido un amigo que jugó con nuestra compasión mientras nos drenaba emocional y psicológicamente.

Hacer del victimismo un recurso para obtener un beneficio es posiblemente la estrategia manipulativa más vieja del mundo. No obstante, y a pesar de ello, sigue dejando serias secuelas. ¿Por qué lo hacen? ¿Qué hay detrás de este perfil de personalidad?

pareja representando a los manipuladores que fingen ser víctimas

Manipuladores que fingen ser víctimas: causas de este comportamiento

Contaban las leyendas de la Edad Media que las sirenas no solo cautivaban a los marineros con sus cantos. A menudo, era común verlas llorar en los arrecifes. De este modo, se ganaban la compasión de los hombres de mar y con ello lograban capturarlos para devorarlos. Mitos aparte, si hay algo que siempre hemos sabido es que pocas cosas despiertan tanto nuestra cercanía como ver sufrir a alguien.

Llamar la atención mediante lloros, lamentos y ese dolor que se queja de las injusticias es sin duda el mecanismo de manipulación más eficaz. Lo es porque despierta en nosotros la empatía y porque enseguida nos ponemos en la piel del otro sin saber que bajo ese cordero aparente hay otra presencia más problemática e incluso peligrosa. Desconocemos que en esas situaciones las auténticas víctimas somos nosotros.

¿Qué hay detrás de esta conducta? En realidad, hay múltiples causas. Las analizamos.

El trastorno paranoide de la personalidad: ¡Todos están en mi contra!

Muchos de los manipuladores que fingen ser víctimas evidencian alguna condición psiquiátrica. El trastorno paranoide de la personalidad, por ejemplo, se define por esa tendencia a pensar que todo el mundo está en su contra. Son comunes las conductas defensivas y temerosas con las que interpretar que los demás solo buscan hacerles daño.

Lo complejo de este trastorno es que no siempre recurren a la ayuda profesional. Esto hace que busquen figuras refugio en quienes apoyarse, a quienes convencer de que son víctimas de una familia que les maltrata, de un entorno que les desea lo peor.

Son situaciones tan problemáticas como desgastantes.

La víctima virtuosa y la tríada oscura: delincuente a la vista

Hay una investigación muy reveladora realizada en la Universidad de Florida. Denominan “víctima virtuosa” a la persona que está dentro del espectro de la tríada oscura y usa este recurso (el victimismo) para manipular a los demás. Recordemos, la tríada oscura es un constructo psicológico donde aparecen rasgos narcisistas, psicopáticos y maquiavélicos.

Este es quizá el perfil más problemático y en el que se evidencian además buena parte de las conductas delictivas. Las falsificaciones, los desfalcos, los intentos por obtener la retribución de un seguro suelen tener detrás este tipo de personalidad. De este modo, aunque muchos de los manipuladores que fingen ser víctimas evidencian un trastorno, esto no les exime de la culpabilidad en su delito o transgresión.

Ser víctima es un recurso eficaz para influir en el otro (algo común a nivel afectivo)

Hay una evidencia que siempre debemos considerar. Más allá de las condiciones psicológicas y los trastornos de personalidad, está el hecho de que el victimismo es un recurso de manipulación eficaz. Lo suelen aplicar los hijos con sus padres y a la inversa. También pueden echar mano de esta estrategia nuestros compañeros o alguno de nuestros amigos.

Asimismo, tampoco podemos pasar por alto que en el ámbito de la pareja abundan los manipuladores que fingen ser víctimas. Tras frases como “si me quisieras de verdad harías esto por mí, está claro que no te importo nada o me tienes abandonado” son recursos habituales para influir en el otro.

Manipuladores que fingen ser víctimas, una estrategia pasiva-agresiva

El manipulador victimista ejerce una forma de violencia psicológica pasivo-agresiva. Las conductas que desarrolla pueden pasarnos desaparecidas al principio, pero tarde o temprano nos daremos cuenta de que son persistentes:

  • Se quejan de casi cualquier cosa.
  • Todo les parece una injusticia.
  • Intentan convencernos de que la vida les ha tratado siempre muy mal.
  • Su victimismo se combina con la exigencia. Esta es quizá la característica más común: demuestran abatimiento, tristeza, desesperación, al mismo tiempo que nos exigen determinadas cosas que según él/ella, les permitiría sentirse mejor. Ahí reside el aguijón del auténtico manipulador.
Mujer triste tras ser sufrir a los manipuladores que fingen ser víctimas

La necesidad de apoyar a las auténticas víctimas

Cuando el lobo se viste de oveja olvidamos quién es la víctima genuina. En nuestra sociedad, abundan en exceso las personas que han vivido en piel propia estas realidades manipulativas y agresivas. De este modo, lo más común es encontrarnos con hijos que han formado parte de familias disfuncionales y también quien ha vivido una relación de pareja traumática durante largo tiempo.

La falta de apoyo y hasta de reconocimiento pasan una factura severa y profunda a nivel psicológico. Esto se traduce a menudo en traumas descuidados y sufrimientos soterrados. Es común, por ejemplo, que quien ha compartido tiempo con manipuladores que fingen ser víctimas, sientan después sentimientos de vergüenza. También de rabia por no haberse dado cuenta, por no haber reaccionado o actuado de algún modo.

Es prioritario por tanto, ser capaces de pedir ayuda tras estas vivencias y a su vez, apoyar a quien lo está viviendo ahora. Recuperar la confianza en uno mismo y sanar la autoestima son dos objetivos para sanar la herida de la manipulación.


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