Mi lugar favorito, contigo (espacios emocionales)

Mi lugar favorito, contigo (espacios emocionales)
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 31 marzo, 2020

Una de las reglas básicas de salud mental es habitar y desenvolvernos a diario en espacios emocionales positivos. Son esos donde la principal regla es “ser y dejar ser”, son entornos donde poder crecer sintiéndonos libres, pero vinculados a su vez a algo o alguien. Todos deberíamos tener por tanto un lugar favorito, un escenario enriquecedor donde florecer y crecer emocionalmente.

El tema de los espacios emocionales no es nuevo, no obstante, la mayor parte de la documentación y bibliografía que encontramos se asocia casi siempre a los contextos laborales. De hecho, y como todos sabemos, en pocos lugares recibimos tanto el impacto del clima emocional como en ese lugar al que vamos a trabajar cada día. En ellos, no siempre se dan unas variables facilitadoras con las que sentirnos cómodos para relacionarnos, o incluso para poner en manos de la propia organización todo nuestro potencial humano.

“No están en ningún mapa, los lugares verdaderos y más hermosos jamás aparecerán en los mapas”

-Herman Melville-

Sin embargo, podemos decir que el siempre interesante tema del espacio emocional va muchísimo más allá del contexto laboral. Para empezar hay un aspecto básico que no podemos olvidar: desde el momento en que hay un espacio físico donde habitan una o más personas se crea un clima determinado. Todos nosotros “liberamos” emisiones emocionales, que sumadas a las de los otros miembros, conforman una atmósfera enriquecedora, hostil o neutra.

A su vez, algo muy curioso que explican algunos psicólogos es que a menudo es suficiente con cinco minutos para captar por ejemplo el clima emocional de una casa y una familia. Solo con leer las expresiones, el tono de las voces y el estilo de comunicación se pueden sin duda deducir muchas cosas.

Aún más, los agentes inmobiliarios saben incluso que a los 30 segundos de entrar en una casa, la persona ya sabe si esta le agrada o no. Porque en ocasiones, aunque un entorno esté vacío de gente, nuestro cerebro sigue impregnándose de estímulos emocionales muy subjetivos (la luminosidad, los colores y esos detalles puntuales a los que nuestra mente dará un valor emocional en base a nuestras experiencias y estilo de personalidad).

Como vemos, estamos ante un tema tan interesante como amplio.

ciervo al amanecer

Espacios emocionales, lugares donde se queda el corazón

Decía Herman Mellville que los lugares más bonitos no aparecen en los mapas. Los espacios más bellos son los que se construyen entre dos personas que se aman de forma madura, que derriban muros propios para expandirse y expandir al otro, que siembran respeto y cosechan satisfacción, que invierten en la propia felicidad sabiendo que ese bienestar interno revierte a su vez en el ser amado.

Los espacios emocionales positivos y de calidad, más allá de lo que podamos pensar, no son fáciles de construir. Un error, que a menudo nos hace naufragar en este propósito, es pensar que todo entorno feliz y significativo se erige haciendo felices a los demás. De este modo, y como ejemplo, facilitamos que nuestra posición en un entorno laboral sea la del complaciente-sumiso que carece de iniciativa para proponer y generar, con su actitud, cambios positivos para la organización.

Mientras, a nivel relacional o familiar daríamos forma a esa figura que prioriza las emociones de los demás a las suyas propias generando en el ambiente tarde o temprano un clima de callada frustración y amarga insatisfacción. Con todo ello queremos dejar un dato muy claro sobre el cual reflexionar: los espacios emocionales positivos requieren en primer lugar que invirtamos en nosotros mismos.

casa de la que sale una camisa

La calidad humana, conjugada con la madurez emocional y la asertividad, consigue poner límites a la formación de cualquier entorno tóxico, por ejemplo.

Es necesario recordar que todo clima emocional negativo es un campo de batalla donde entran escena tanto los prejuicios, como la sombra del ego, los juicios categóricos, el individualismo, el demonio de las prisas, las ofensas y el peor enemigo de todos, el miedo.

Si todas estas dimensiones ya habitan originalmente en mí, condicionarán mi comportamiento y por tanto también el clima emocional. Es necesario entender que todo entorno emocional enriquecedor dependerá sin duda del perfil psicológico de sus habitantes.

Cómo crear espacios emocionales generosos, positivos y fuertes

Nuestros espacios emocionales cotidianos deben ser nuestros lugares favoritos. Esos en los que poder ser siempre nosotros mismos, esos donde saber que se van a respetar nuestras ideas, valores y sentimientos. Son lugares delimitados donde los vínculos relacionales con aquellos que están con nosotros, no actúan como cadenas o grilletes, sino como vientos cálidos que hinchan nuestras velas de esperanza, haciéndonos sentir libres y llenos de posibilidades.

“Las emociones son contagiosas. Todos lo conocemos por experiencia. Después de un buen café con un amigo, te sientes bien. Cuando te toca un recepcionista mal educado en una tienda, te vas sintiéndote mal”.

-Daniel Goleman-

No basta por tanto con que nos quieran, es esencial que nos quieran bien y para ello, para crear espacios emocionales positivos y generosos es recomendable que apliquemos estas sencillas estrategias. Reflexionemos a continuación en cada una de ellas.

nubes en forma de labios

4 claves para construir entornos emocionales generosos

Más que enfocarnos en el estado emocional de los que nos rodean, empecemos por nosotros mismos. Lo que más afecta a los espacios emocionales es la frustración personal, la irritabilidad o el estar a la defensiva. Ahondemos por tanto en nuestras emociones y aprendamos a gestionarlas antes de volcar nuestro enfado, ansiedad o carencias en los demás.

  • Refuerzos positivos. Los expertos en climas emocionales nos dicen que por término medio, las personas podemos tolerar un comentario negativo al día, como un reproche, una crítica o una llamada de atención, siempre y cuando recibamos 4 positivos. Por su parte, un exceso desmesurado de palabras positivas recaería en una incómoda sensación de falsedad o artificialidad.
  • Comunicación constante, sincera y asertiva. Además de refuerzos positivos y caricias emocionales, un entorno emocional de calidad requiere de un diálogo constante donde aplicar la escucha activa, la empatía y la asertividad.
  • Facilitar una adecuada conexión. En un entorno de trabajo podemos llevarnos bien con mucha gente. Sin embargo, la auténtica calidad tanto en un entorno laboral, como en un hogar es tener la sensación de que “conectamos” con los demás, de que hay algo que trasciende a la simple cortesía o incluso al lenguaje. Es la complicidad.

Por último, y no menos importante, una estrategia primordial para nutrir cualquier espacio emocional es saber cuidar las pequeñas cosas, los detalles más delicados. Cualquier mirada sabia está atenta a esas sutilezas cotidianas a las que iluminar mediante la consideración, la gratitud o mediante “un gracias por estar aquí”, un “qué haría yo sin ti” o “mi lugar favorito siempre está a tu lado”.

Cuidemos estos aspectos en el día a día para crear entornos mucho más felices.

Imágenes cortesía de Vladimir Kush


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.