Misoginia: 7 características de las personas misóginas
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¿Conoces el concepto de misoginia? Antes vamos a hablar del odio. La RAE lo define como la antipatía o la aversión hacia algo o hacia alguien cuyo mal se desea. Implica un intento por rechazar o eliminar aquello que genera disgusto. Es un sentimiento de profunda antipatía, enemistad, repulsión o disgusto hacia alguien. Se puede odiar casi cualquier cosa, sin embargo, ¿qué ocurre cuando se odia a la mujer? Que entonces hablamos de misoginia.
La misoginia está asociada a una serie de prejuicios hacia la mujer, además de conductas discriminatorias, creencias irracionales y muchos estereotipos negativos asociados a ellas. Conoce aquí las 7 características fundamentales de una persona misógina.
Misoginia: 7 características de las personas misóginas
El término “misoginia” está formado por la raíz griega miseo, que significa ‘odiar’, y gyne, que significa ‘mujer’. Así, con misoginia nos referimos al odio, el rechazo, la aversión y el desprecio de los hombres hacia las mujeres y, en general, hacia todo lo relacionado con lo femenino.
La misoginia entendida como la aversión a las mujeres o la falta de confianza en ellas es una gran lacra social, un problema de la sociedad que conviene conocer para así prevenir o combatir.
El odio que se desprende a través de la misoginia puede ser más o menos disimulado, y se dirige no solamente hacia las mujeres, sino también hacia las niñas. Pero, ¿cómo es una persona misógina? ¿Cuáles son sus características? Veamos las más relevantes:
Cosificación del cuerpo de la mujer
Una de las características de las personas misóginas es que perciben a las mujeres como objetos. En esto consiste la cosificación, que hace que se considere a la mujer como un objeto destinado a dar placer y a criar.
De esta forma, se le resta valor como persona, ya que se ve a la mujer como alguien que debe cumplir unas determinadas funciones. Cosificar no solo implica reconocer el atractivo físico de la mujer, sino que es reducir toda su identidad y su persona a propiedades estéticas o funcionales.
Animar a los demás a cosificar
Otra de las características de estas personas es que tienden a animar a los demás a que también cosifiquen a la mujer. Así, ser misógino también implica una manera de ver las cosas que se intenta transmitir a los demás. A raíz de ello, la persona misógina hace comentarios despectivos u ofensivos a las mujeres y puede animar a los demás a hacerlo.
Violencia y actitudes machistas
En casos más extremos, la persona misógina emplea la violencia machista. Puede hacerlo a través de actitudes más hostiles, o también a través de comentarios, comportamientos o incluso la agresión física o verbal. Esta violencia se dirige a las mujeres de forma sistemática, solamente por el mero hecho de serlo.
Marginación de la mujer
La persona misógina tiende a marginar y a aislar a la mujer. Le da menos valor a sus comentarios o aportaciones. Así, son personas que evitan relacionarse con mujeres más allá del ámbito profesional o de determinadas tareas. Incluso, actualmente existe un movimiento que reivindica un estilo de vida alejado de las mujeres y del matrimonio tradicional, denominado Men Go Their Own Way.
Rechazo al liderazgo femenino
Otra de las características de la misoginia es el rechazo del liderazgo femenino. Así, el misógino ve con mal ojo a todo aquel que busque dar visibilidad al feminismo o a la mujer más allá de sus roles tradicionales. Se defiende una visión tradicional de las cosas, donde las decisiones importantes “deben” ser tomadas por hombres.
Relacionar la baja cultura con la mujer
Estas personas tienden a considerar que las mujeres consumen formas menores de cultura, o directamente que son menos cultas. En el plano misógino, al concepto de mujer van asociadas conductas como leer malas novelas, consumir programas basura, escuchar malas canciones… En definitiva, se trata de una mirada crítica y totalmente prejuiciosa sobre lo que consume la mujer, a nivel cultural.
Puritarismo selectivo
El misógino también tiene tendencia a usar de manera selectiva una moral similar a la puritana en todo lo relacionado con la sexualidad. Esta moral selectiva la aplica solamente cuando juzga el comportamiento de las mujeres.
Son personas que denigran a las mujeres que visten o actúan de una determinada manera, catalogándolas como promiscuas, muy sexuales… En cambio, con los hombres no emiten este tipo de comentarios sexistas.
Psicología social y misoginia
La psicología social ha empleado dos modelos para entender la actitud misógina: el modelo tridimensional y el modelo unidimensional. Concretamente, estos modelos desgranan el concepto de “actitud“, pudiéndolos aplicar por herencia a la actitud misógina.
Modelo tridimensional
Desde el modelo tridimensional (Rosenberg y Hovland, 1960), la actitud del misógino se entiende como una predisposición a responder a alguna clase de estímulo con cierta clase de respuesta, ya sea a nivel afectivo, cognitivo o conductual. Según este modelo, existen tres componentes en dicha actitud:
- Afectivo: sentimientos o emociones que provoca el objeto de actitud (en este caso, la mujer).
- Cognitivo: modo en el que se percibe al objeto de actitud y los pensamientos, ideas o creencias sobre él (pueden ser favorables o desfavorables).
- Conductual: tendencia o predisposición a actuar de determinada manera en relación al objeto de actitud (implica discriminación, a través de falta de igualdad en el trato otorgado a las mujeres).
Modelo unidimensional
Por su parte, el modelo unidimensional de la actitud (Fishbein y Ajzen, 1975) entiende la actitud como un sentimiento general, permanentemente positivo o negativo, hacia una persona, objeto, problema… En el caso de la misoginia, hacia las mujeres.
En este modelo se articula sobre dos pilares: las creencias (opiniones negativas hacia la mujer) e la intención conductual (disposición a comportarse de una determinada forma en relación a la mujer; en este caso, de forma negativa o discriminante).
Reflexiones finales
Con lo expuesto, la siguiente conclusión sobre la misoginia es casi inmediata: se trata de una conducta de tintes machistas y sexistas, que se fundamenta en unas bases prejuiciosas hacia el cuerpo de la mujer y hacia su persona. Implica actos discriminativos y, en casos extremos, hasta violentos, hacia ellas.
Como siempre, la educación puede ser la gran herramienta que nos permita erradicar este tipo de actitudes y comportamientos. Si buscamos una sociedad justa e igualitaria, deberemos luchar contra este tipo de fenómenos, pero sobre todo, trabajar para que no lleguen a aparecer (eso es, trabajar en la prevención).
“No son los dos sexos superiores o inferiores el uno al otro. Son, simplemente, distintos”.
-Gregorio Marañón-