Eres naranja entera: educar para evitar la dependencia emocional

Dependemos de otros por naturaleza, porque somos seres sociales. Pero la dependencia emocional se convierte en un extremo al que no debemos llegar. Te contamos acerca de la Teoría del apego.
Eres naranja entera: educar para evitar la dependencia emocional
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 31 enero, 2022

Tendemos a darnos cuenta de que la dependencia es un problema cuando la vivimos de cerca o nos vemos involucrados… cuando la relacionamos con un sufrimiento real o potencial. Pero, ¿es posible educar para evitar la dependencia emocional? ¿Podemos prevenir relaciones tóxicas desde la educación?

Los seres humanos somos dependientes. Nacemos dependientes. Sin embargo, la dependencia emocional es un estado psicológico que supone una gran fuente de malestar para quien lo vive. Como seres sociales, necesitamos los unos de los otros. Buscamos el contacto, la cooperación y el intercambio. Nos unimos y construimos. Sin embargo, esto no sucede siempre así: en ocasiones nos unimos a alguien y, pese a comprender que la relación nos destruye, sentimos la necesidad de mantenerla.

¿Quién te ha dicho que no eres naranja entera?

Medios de comunicación, juegos, preguntas poco acertadas, cuentos populares, tradiciones, consejos poco meditados… No dejan lugar a dudas: necesitamos establecer una relación amorosa para sentirnos completos y completas. ¿Cómo, si no?

No es un secreto que vivimos en una sociedad que, de manera más o menos consciente, potencia relaciones de dependencia, desfigurando el sentido último de una relación de pareja: el de compartir y sumarse por querer y no por necesitar. Lamentablemente, tendemos a querer evitar la dependencia emocional cuando estamos sufriendo, hemos sufrido o vemos sufrir a aquellos a los que queremos.

Mujer con expectativas sobre el amor

El papel de la educación para evitar la dependencia emocional

Los modelos y vivencias que tenemos en la primera infancia nos sirven de referencia para evitar el mundo y las relaciones. Un niño que no ha aprendido a obtener cariño de una manera acertada para él y los que le rodean es probable que de adulto se sienta un tanto perdido en este terreno y continúe intentando obtenerlo por caminos poco acertados. De igual manera, es probable que hijos que crecen con padres que saben controlar, gestionar y hablar de sus emociones terminen siendo mucho más hábiles en estas competencias.

En este sentido, educar para evitar la dependencia emocional es, además de saludable, posible. Pretender que los niños se conviertan en adultos independientes resulta poco realista si no se fomenta. Cuando un bebé nace, la dependencia es total. Sin embargo, la autonomía progresiva que vaya adquiriendo dependerá de su educación.

¿Cómo educar para evitar la dependencia emocional?

El psicoanalista John Bowlby formuló la teoría del apego para explicar el vínculo emocional que se genera entre el bebé y sus progenitores. Este autor defendía que el estilo de apego comienza a formarse durante la infancia, pero que dicha formación continúa toda la vida. Eso sí, el tipo de apego que los pequeños y pequeñas establezcan con sus figuras de referencia constituirá, de algún modo, la base de su desarrollo emocional.

Por tanto, fomentar un apego seguro en la primera infancia será clave para evitar relaciones tóxicas generadas por dependencia. Este vínculo afectivo será el lugar donde los pequeños aprenderán que explorar el mundo y sus entresijos en solitario es compatible con sentir el amor, la confianza y la seguridad de sus progenitores.

Mujer con su hija con sonrisa

Algunas pautas para educar niños resilientes y evitar la dependencia emocional:

  • Demostrar afecto. Expresar con palabras y gestos de cariño el amor hacia los niños hace que se sientan queridos. Solo de esta manera serán capaces de explorar sabiendo que tienen un refugio en el que protegerse si lo necesitan.
  • Expresar emociones. Expresar lo que sentimos y por qué lo sentimos permite a los niños desarrollar la empatía. Además, de este modo comprenden que las emociones son humanas y que no pasa nada por sentirnos tristes o enfadados. Identificar qué se siente permitirá un mayor autoconocimiento, así como modular mejor las conductas. Lejos de lo que durante décadas se pensó, el éxito de los niños está más condicionado por su inteligencia emocional que por su capacidad intelectual.
  • Estar disponible. De nada sirve pasar mucho tiempo con los niños si no se juega con ellos o se presta atención a sus necesidades. Los niños necesitan saber que sus padres están ahí (incluso cuando no están) y que son sensibles a sus necesidades.
  • Fomentar la autonomía y la toma de decisiones. Animar a los niños a tomar sus propias decisiones hace que confíen en su propio criterio. Estimular su curiosidad y la resolución de conflictos hace que se sientan más capaces y seguros.
  • Proporcionar seguridad y confianza. Cuando premiamos sus progresos y les apoyamos en nuevos proyectos, elaboran una imagen positiva de sí mismos. Es el modo en que permitimos a los niños sentirse competentes. Además, cuando les acompañamos en las caídas y les damos confianza para que lo vuelvan a intentar, fomentamos valores como la constancia o la perseverancia
  • Cuidar de uno mismo. No descuidarse, por cuidar a los demás. Conviene encontrar y transmitir este equilibrio, mostrándoles que son los que primero se tienen que preocupar de cubrir sus propias necesidades. No es raro observar a padres y madres que renuncian de forma sistemática a actividades de ocio o a momentos para ellos mismos. En ocasiones, incluso emerge la culpa, como si el ocio fuera incompatible con ser buenos padres o madres. Es fundamental tomar conciencia de esto. Distintos estudios han confirmado que la dependencia emocional de los padres hacia los hijos provoca en éstos efectos negativos difícilmente reversibles.
Padres abrazando a su hija

Por tanto, si entendemos que los educadores son el ejemplo directo para los niños, es evidente la importancia de contar con buenos modelos. Si buscamos educar niños que no sean emocionalmente dependientes, sería bueno comenzar por educar niños que se conozcan, se quieran y valoren. Tal vez debamos conocernos, querernos y valorarnos más (o mejor). Este quizá sea un buen momento para recordar que somos capaces, que no somos la mitad de nada… porque somos seres completos. Entonces, desde ahí, podremos enseñar la diferencia entre necesidad y amor… Así, enteros, seremos más libres.

“No es que quiera estar solo. Es que aún no encuentro a alguien que quiera asumir el compromiso de ser libre a mi lado”.

-Quetzal Noah-


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