No vas a volver a tratarme así
Si bien el dicho popular indica “no hagas a los demás lo que no te gustaría que te hagan a ti”, nunca nos ponemos a pensar qué estamos dispuestos a aceptar que los demás nos hagan a nosotros.
Parece un juego de palabras, pero básicamente lo que debes saber es qué pueden hacerte los demás para causarte sufrimiento. No siempre tendrán la intensión, claro está, pero no por ello quiere decir que tengamos que pasar por ese mal momento.
Las relaciones personales no son para nada sencillas. Hablamos de la pareja, los padres, los compañeros de trabajo, los amigos, los hermanos y hasta los desconocidos. Es muy fácil hoy en día hallar gente “tóxica” que nos quita las fuerzas y las buenas energías. Por lo tanto, presta atención a estos consejos para evitar que los demás nos hagan sufrir.
Además de mejorar tus relaciones, te sentirás mucho mejor contigo mismo. Defiende tus derechos al no permitir:
Las discusiones sin sentido: A las personas les encanta discutir y pelear, eso está más que claro. Pero no por ello tienes que aceptarlo y participar de las discusiones y peleas, sobre todo si no llevan a ningún sitio. No quieras dar explicaciones todo el tiempo, recuerda que “tus amigos no las necesitan, y tus enemigos, tampoco”.
Las personas te pueden o no comprender, eso depende de ellos. Por lo tanto, no pierdas tu valioso tiempo (ni el de los demás) en darle vuelta a algunos asuntos sin importancia o que pueden atraer problemas peores. Cuando te des cuenta de que una conversación o entredicho no llevará a ningún lado, será mejor que de manera inteligente pongas un freno.
La negatividad: Como decíamos antes, por el mundo circulan muchas personas pesimistas, que siempre buscan el lado negativo de las cosas, que nada bueno las alegra, etc. Está en ti mirar el medio vaso vacío o lleno de cada situación. Además, este tipo de personas negativas no nos ayudan a concretar nuestros sueños, sino que ponen un freno a nuestras metas. El pesimismo es contagioso y te quita energía.
Las comparaciones: ¿Puede haber en el mundo algo más odioso que las comparaciones? Si, ¡que te dejes llevar por ellas! No sirve para nada comparar lo que tienen unos con otros, porque cada persona es un mundo. Con la única persona que tienes permitido compararte es contigo mismo en épocas pasadas, porque en definitiva, solamente tienes que luchar para superarte a ti. No permitas que los demás te pongan a prueba.
La intimidación: Las personas que con sus palabras, gestos o acciones te intimidan no son buena compañía. Estos individuos querrán usar su poder mental, emocional o hasta físico para sacar lo mejor de ti y despojarte de tus virtudes. Nadie tiene el derecho para hacerte sentir menos o pequeño. Defiende lo que te pertenece, no dejes que los demás te pisen para escalar posiciones, no importa qué técnica utilicen.
El rencor: No vale la pena guardar o acumular este sentimiento en nuestros corazones. La energía vital con la que cuentas a diario deberías usarla para cosas más productivas y positivas. Recuerda que es mejor pedir disculpas, perdonar y pasar la página que quedarte guardando sentimientos dolorosos, vivir en el pasado y ser orgulloso.
El recuerdo del pasado: En realidad, el problema con el ayer es que nos aferramos a él y no podemos avanzar. Muchas personas podrán utilizar tus errores del pasado para envenenar tu presente, hacerte sentir miserable, etc.
La vida es corta, no te ancles a lo que pasó ayer, sal adelante, continúa transitando este camino. No reniegues tampoco con las cosas que has hecho, no te arrepientas. Aprende a usarlas como aprendizaje y para no repetir esas acciones.
Las trabas para ser feliz: Nadie como tu merece ser feliz. Recuerda esta frase y grábatela a fuego si es necesario. No importa lo que los demás digan o piensen de ti. Nadie tiene la capacidad de juzgarte o echarte en cara lo que has hecho más que tu mismo. La felicidad es algo que puede ser efímero o eterno dependiendo de nuestra actitud.
Aprecia todo lo que tienes, no permitas que la envidia o las “malas ondas” entristezcan un solo día de tu vida. ¡Nada ni nadie es tan importante como para alterar tu buen humor y tu felicidad!