Nuestro GPS cerebral: un sistema muy curioso

Nuestro GPS cerebral: un sistema muy curioso
Sergio De Dios González

Escrito y verificado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Última actualización: 23 noviembre, 2023

Puede que seas de esas personas que, por muchos sistemas de navegación que inventen, siempre termina perdida. También puede que te encuentres en el otro extremo y seas capaz de repetir la ruta que has hecho, dentro de una cuidad desconocida, siguiendo a un buen amigo que sí la conoce. Además eres capaz de hacerlo, ya no sin GPS, sino sin ningún tipo de mapa.

La mayoría de las personas no nos encontramos en un extremo ni en otro, nos situamos en algún lugar intermedio de este continuo. Por otro lado está nuestro lugar real y el lugar en el que pensamos que nos encontramos. Existen tanto fanfarrones como pecadores de modestia en este sentido.

Así, lo que nos ocupa en este artículo es intentar hacer un pequeño esquema de qué estructuras utiliza el cerebro para orientarse en el espacio a modo de GPS mental.

Taxi

Los taxistas de Londres y su GPS mental

Empecemos dejando una idea clara, nuestro cerebro no es plastilina pero sí goza de una de las propiedades de este divertido material: la plasticidad. Así, hablamos de neuroplasticidad como la capacidad que tienen el cerebro para adaptarse funcional y estructuralmente a las demandas externas. Una de estas adaptaciones tiene que ver con lo que ejercitemos nuestra destreza espacial utilizando nuestro GPS mental.

Si estás viajando continuamente y paseando por ciudades nuevas tú cerebro entenderá que la orientación es importante para tu supervivencia y le abrirá una pequeña sección dedicada solamente a tu deambular.

Ahora vamos con los taxistas de la ciudad de las cabinas rojas. Estos taxistas son famosos en psicología por el estudio clásico que realizó Eleanor Maguire, profesora del University College de Londres. Estos trabajadores tienen que realizar un examen para conseguir su puesto y en dicha prueba se les pregunta a los candidatos por diferentes rutas para llegar de un sitio a otro.

Bien, pues se les realizó este examen a personas sin un profesión determinada, a candidatos a taxistas y a taxistas que ya llevaban años en la profesión mientras se les hacía una prueba de resonancia magnética. Pues bien, se encontró que los taxistas tenían una zona del hipocampo sensiblemente más grande que las personas no taxistas. Además se encontró que el tamaño de esta zona era más grande cuantos más años de profesión llevaban. Revelador, ¿verdad?

Así, piensa que te orientas de forma rápida por los sitios que conoces gracias a que has cargado en tu cerebro un pequeño mapa que ocupa espacio. Lógicamente, un mapa de una ciudad tan grande como Londres y con recorridos tan diferentes como los que hace un taxista tiene que ocupar mucho mucho espacio.

círculo árbol

Áreas del cerebro implicadas en la orientación

Citado el estudio clásico que prácticamente dio el pistoletazo de salida al estudio de la orientación espacial, vamos a citar en este apartado a las zonas de nuestro cerebro encargadas de hacernos más o menos hábiles en la destreza de orientarse. Vamos a empezar por la corteza prefrontal. Esta zona es la encargada de que controlar nuestros impulsos, parece que no se desarrolla por completo hasta el final de la adolescencia y participa de la orientación porque es la encargada de tomar decisiones.

La corteza prefrontal es la parte del cerebro que tiene la última palabra sobre si tomamos una calle u otra. Cuando barajamos varias rutas alternativas, también es la que decide la que gana.

El estriado dorsal es la que guarda los mapas ya cargados de los que hablábamos antes. Es a la que le hace caso la corteza prefrontal cuando andamos por zonas que conocemos. Además, almacena información de tiempos y distancias! en el hipocampo se encuentran las llamadas neuronas de ubicación, las cuales permiten que carguemos en el estriado dorsal nuevos mapas.

La corteza parietal medial se encarga de la dirección y el sentido y la corteza entorrinal nos sitúa respeto a un punto de referencia, como puede ser el lugar en el que hemos aparcado el coche. Finamente estaría el cerebelo, que se encargaría de coordinar la parte motora con lo que ha decidido nuestra corteza prefrontal.

En la orientación también participan otras estructuras, como puede ser el sistema límbico que da paso al enfado cuando nuestra pareja no se fía de nuestro GPS cerebral. Pero fuera de estás intervenciones anecdóticas, hemos descrito las estructuras de nuestro GPS mental. Esperamo que el paseo te haya gustado y no te hayas perdido!


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.