Tus objetivos no deberían basarse en emociones: mira por qué

¿Tus objetivos se centran en emociones como la felicidad o la tranquilidad? Si es así, es posible que nunca los alcances. Te contamos por qué esta no es la mejor forma de plantearlos.
Tus objetivos no deberían basarse en emociones: mira por qué
Elena Sanz

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz.

Última actualización: 17 enero, 2023

La autorrealización es una necesidad básica para el ser humano. Todos tenemos el deseo de desarrollarnos personalmente, crecer, mejorar, trazarnos metas y avanzar hacia ellas. Sin embargo, no todos los propósitos nos conducen al mismo destino, y una mala elección de los mismos puede entorpecer nuestro avance en lugar de potenciarlo. Por esto, queremos mostrarte por qué tus objetivos no deberían basarse en emociones.

¿A qué nos referimos con esto? Pues bien, si piensas en tus mayores metas, en lo que más deseas para ti mismo, es probable que la respuesta sea similar a las siguientes: “quiero ser feliz”, “solo deseo estar en paz, tranquilo”, “me gustaría sentirme amado”, “busco ser exitoso”… Por supuesto, estos ideales son totalmente lícitos, pero quizá no estén bien planteados. Te explicamos por qué.

Mujer pensando
Las emociones no están bajo nuestro control, no pueden construirse y son transitorias, razones suficientes para no basar nuestros objetivos en ellas.

¿Qué son los objetivos?

Para entender por qué una emoción no puede constituir un objetivo, es necesario revisar la definición de este último. Entendemos por objetivo aquel fin que se quiere alcanzar y al cual se dirigen las acciones, decisiones y operaciones. Es decir, que no se trata de un sueño, un anhelo o un ideal abstracto, sino que hemos de poder materializarlo y hacerlo realidad.

Diferente autores han postulado las características mínimas que debería tener un objetivo para ser considerado como tal. Entre ellas, una de las más relevantes es la propuesta por George T. Doran, quien creó el acrónimo SMART para ayudarnos a identificar esos principios básicos. No obstante, en general podemos decir que un objetivo debe poseer:

  • Una fecha: esto distingue un sueño de una meta, ya que delimita nuestro firme propósito de trabajar por cumplir eso que anhelamos.
  • Unos pasos a seguir: todo objetivo debe ser concreto, específico y medible, no ha de permanecer en la ambigüedad. Es necesario que existan (o que sea posible establecer) varias submetas, que nos irán acercando a ese logro final.
  • Una serie de acciones: por último, resulta imprescindible que tomemos acción; es decir, que llevemos a la práctica esos pasos previos establecidos. Sin este punto, el objetivo continuará siendo solo un anhelo.

¿Por qué tus objetivos no deberían basarse en emociones?

A la vista de lo anterior, es más sencillo comprender por qué tus objetivos no deberían basarse en emociones, y es que no cumplirían los parámetros mencionados.

En primer lugar, las emociones son estados transitorios, por lo que no podríamos sostenerlos como definitorios de nuestra vida. Además, no están plenamente bajo nuestro control. Es cierto que hay pautas o prácticas que pueden ayudarnos a experimentar estados positivos con mayor frecuencia, pero en cualquier caso las emociones negativas son inevitables, naturales y necesarias en ciertos momentos.

Pero lo más importante es que las emociones no pueden construirse, no son el resultado de una serie de pasos o acciones que podamos tomar. Son reacciones naturales del organismo ante diferentes estímulos del ambiente y, por tanto, no es saludable generar nuestras expectativas vitales en torno a ellas.

Pero, entonces, ¿en qué debemos basar nuestros objetivos? En actitudes, estrategias y habilidades personales. Es lógico que quieras ser feliz y exitoso, sentirte tranquilo y pleno, pero necesitas operativizar estos deseos para tomar acción hacia ellos; de lo contrario, estarás a merced de lo que te ocurra, de las situaciones y ambientes que se te presenten.

Para poder comprender mejor la diferencia, estos son algunos ejemplos de actitudes y recursos que pueden funcionar como objetivos:

Optimismo

El optimismo es un rasgo que describe la tendencia de las personas a tener expectativas positivas respecto al futuro y a interpretar los acontecimientos de un modo flexible y funcional.

La actitud optimista puede trabajarse y desarrollarse y, sin duda, contribuye a experimentar esas emociones positivas que estamos buscando.

Gratitud

La gratitud también nos ayuda en este fin, ya que nos permite identificar, apreciar y valorar todo lo bueno que poseemos y nos rodea. De nuevo, es una cualidad que puede incrementarse si se practica con regularidad. Sí está en nuestra mano ser o sentirnos más agradecidos, y esto nos acercará a la felicidad y la plenitud.

Perseverancia

En este caso, la perseverancia puede ayudarnos a alcanzar el éxito, si este es nuestro objetivo. En lugar de esperar a que surjan las condiciones idóneas, dejando todo en manos del azar, se trata de crearlas con voluntad y determinación, tomando acción de forma activa y sostenida.

Capacidad de perdón

Al contrario de lo que en ocasiones pensamos, el perdón no siempre es algo que surge de manera natural, sino que es una decisión consciente.

Si tu objetivo es vivir tranquilo y en paz, cargar con resentimientos y rencores no te ayudará a lograrlo; sin embargo, aprender a perdonar y practicar el perdón puede ser muy positivo para ti.

Inteligencia emocional y social

Esta es una habilidad muy necesaria si deseas “sentirte amado” o disfrutar de vínculos profundos, significativos y saludables. De nuevo, no podemos esperar que por azar vayamos a disfrutar de las relaciones que deseamos, es importante que trabajemos en nosotros mismos para poder construirlas.

Amigas hablando en la calle
La inteligencia emocional, la asertividad y otros conceptos relacionados, como la empatía, favorecen la construcción de las relaciones.

Tus objetivos no deberían basarse en emociones, sino en fortalezas

Todos los anteriores ejemplos forman parte de las denominadas fortalezas de carácter propuestas por Martin Seligman y potenciadas desde la psicología positiva. Son constructos que reflejan actitudes, habilidades y destrezas con que las personas cuentan y que contribuyen a un mayor bienestar y una mayor satisfacción vital.

Lo más relevante de estas fortalezas es que pueden trabajarse, podemos hacernos más hábiles en cada una de ellas y aprender a aplicarlas en nuestro día a día. En este caso, sí está en nuestra mano lograr avances, es posible operativizarlas y crear pasos medibles y alcanzables a seguir. Es por esto que resultan más apropiadas como objetivos vitales.

En definitiva, si normalmente has basado tus propósitos y metas en emociones, trata de realizar un cambio de perspectiva para poder tomar las riendas de tu futuro y realmente acercarte a esa vida que deseas.


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  • Doran, G. T. (1981). There’s a SMART way to write management’s goals and objectives. Management review70(11), 35-36.
  • Maslow, A. H. (1958). A Dynamic Theory of Human Motivation. In C. L. Stacey & M. DeMartino (Eds.), Understanding human motivation (pp. 26–47). Howard Allen Publishers. https://doi.org/10.1037/11305-004
  • Park, N., Peterson, C., & Seligman, M. E. (2004). Strengths of character and well-being. Journal of social and Clinical Psychology23(5), 603-619.

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