Pensamiento catedral: el enfoque para momentos de crisis

En momentos de crisis hay que saber pensar a largo plazo. El razonamiento catedralicio nos permite dar forma a pensamientos sólidos, colaborativos y enfocados al futuro. De este modo, garantizamos un bienestar más duradero para un colectivo más amplio.
Pensamiento catedral: el enfoque para momentos de crisis
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 01 febrero, 2022

El pensamiento catedral o catedralicio define un enfoque mental de largo alcance, colaborativo y bien cimentado. Su principal característica es que va más allá de la inmediatez o la necesidad puntual a la hora de resolver un problema concreto. Busca por encima de todo dar respuesta a cuestiones más elevadas, ser útil a un colectivo más grande y promover a su vez un avance social.

Visto así, puede parecernos más una aspiración ilusoria que una estrategia cognitiva para aprender a pensar mejor. No obstante, recordemos por un momento lo que nos indica Daniel Kahneman: “la inteligencia no implica solo saber razonar. Requiere saber enfocar la atención, hacer uso de la creatividad y ser abiertos a la experiencia”. Perspectivas como esta de la que vamos a hablar, integra todos estos componentes.

Este modelo de pensamiento se enunció por primera vez en 2014 de mano del escritor Rick Antonson. Lo hizo en una charla TED en Vancouver (Canadá). Analicemos por tanto esta interesante perspectiva tan enriquecedora y útil.

“Una pila de rocas deja de ser una pila de rocas en el momento en que una persona la contempla, llevando en sí la imagen de una catedral”.

-Pilote de Guerre, de Antoine de Saint Exupéry-

Persona con fuga de ideas representando el Pensamiento catedral

Pensamiento catedral: qué es y cuáles son sus características

Visualicemos, en este momento, nuestra catedral favorita. La de Santiago de Compostela, por ejemplo, la de San Pablo en Londres tal vez o quizá la de Catedral de Colonia en Alemania. Si hay algo por lo que nos llaman la atención dichas maravillas es por su envergadura, belleza, solidez, simbolismo, disposición…

Esas construcciones medievales tardaban varias décadas en ser finalizadas. Arquitectos, canteros, artesanos…  Se necesitaban varias generaciones de personas para alzar estos prodigios arquitectónicos. Tanto es así que buena parte de los arquitectos que las diseñaban rara vez veían finalizada su obra maestra. Su idea pasaba a ser testigo y responsabilidad de otra persona.

Se necesitaban muchos años de previsión y planificación para que las generaciones futuras pudieran disfrutar del resultado final. Las catedrales del presente fueron regalos de nuestros antepasados. Ellas han sido nuestros espacios de culto, lugares de reunión y también refugios en tiempos oscuros.

Si atendemos todo el proceso por el que nos fueron legadas tales bellezas arquitectónicas, podemos aprender mucho de esas manos, esas mentes y esas figuras del ayer que tanta inspiración nos confieren en la actualidad. Analicemos, por tanto, los pilares que edifican el pensamiento catedral.

En momentos de crisis, aprendamos a pensar a largo plazo

Estudios como el realizado en la Universidad de Texas nos plantean algo interesante sobre lo que reflexionar. La innovación es el motor del progreso científico, sin embargo, no capacitamos a nuestros estudiantes a pensar de manera creativa. Así, en épocas de crisis es más importante que nunca encender el motor de la mente innovadora capaz de aplicar el pensamiento catedral. ¿Las razones?

  • La mayoría de nosotros pensamos y buscamos soluciones a problemas razonando a corto plazo. Es decir, si tengo un problema en el trabajo me esfuerzo en resolver ese problema puntual. Pero rara vez se nos ocurre, por ejemplo, ir más allá, habilitarnos en una nueva competencia que permita que ese problema ya no vuelva a aparecer en nuestra vida.
  • El pensamiento catedral o catedralicio nos insta a hacer algo que tenga una visión a largo plazo. Más allá de resolver eso que nos molesta aquí y ahora, es bueno mirar en perspectiva y pensar en mejorar nuestra situación de manera más perdurable.

Juntos en un interés común

¿Qué hubiera sido del avance de la medicina o de los proyectos espaciales sin la colaboración conjunta de varias mentes? Juntos pensamos mejor. La inteligencia colaborativa aúna sinergias de muchos tipos, nos permite ganar en enfoques más amplios, en conocimientos más diversos y en esa motivación que no siempre hallamos en soledad.

El pensamiento catedral necesita de múltiples equipos de trabajo altamente especializados. Así, en momentos de crisis, pocas cosas resultan tan efectivas y poderosas como la colaboración conjunta de múltiples mentes orientadas en un objetivo común.

Saber compartir y crear comunidades de personas capaces de aportar nuevas ideas en unión con otras es sinónimo de avance para poder alcanzar grandes objetivos.

imagen representando el Pensamiento catedral

Pensamiento catedral: ideas sólidas y perspectivas de futuro

Cambio climático, pandemias, armonizar las necesidades sociales con el desarrollo tecnológico… El futuro que tenemos por delante presenta sin duda un horizonte lleno de desafíos. Algo así nos obliga a pensar de manera diferente. No basta con solucionar los problemas que tenemos aquí y ahora. Necesitamos ir más allá para asegurarnos no solo un bienestar presente sino también la felicidad futura.

¿Cómo hacerlo, entonces? El pensamiento catedral es solo una propuesta. Pero pocas ideas resultan tan inspiradoras en el momento actual. Vivimos en una sociedad orientada a satisfacer las necesidades del aquí y ahora, somos impulsivos y nuestra mente se orienta casi siempre al corto plazo. Queremos el refuerzo rápido, la satisfacción inmediata y la solución instantánea.

Sin embargo, tal vez sea necesario realizar cambios y empezar a pensar de manera diferente. Es momento de esculpir ideas más sólidas, valientes e innovadoras para asentar sobre ellas amplias perspectivas de futuro. El horizonte del mañana trae múltiples demandas que debemos empezar a resolver ahora entre todos.

Colaboremos juntos e innovemos como lo hicieron los grandes arquitectos del medievo erigiendo las maravillosas catedrales que nos acompañan en nuestro presente.


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