Pensamientos encadenados

Cuando una pieza de la estabilidad mental se cae, es capaz de derrumbar muchos aspectos de la vida emocional. Descubre qué son los pensamientos encadenados y cómo puedes lidiar con ellos.
Pensamientos encadenados
Alicia Escaño Hidalgo

Escrito y verificado por la psicóloga Alicia Escaño Hidalgo.

Última actualización: 16 septiembre, 2021

Cuando sentimos emociones exageradas e insanas como ansiedad, ira, depresión, etc, es porque estamos manteniendo con nosotros mismos un diálogo irrealista y negativo. Como dijo Epicteto, “no son las situaciones las que te perturban, si no lo que tú te dices a ti mismo acerca de esas situaciones”.

Las personas normalmente ponemos la responsabilidad de nuestras emociones en el exterior, ya sea en el mundo o la vida en general o en las demás personas, lo que nos coloca en una posición de víctima en lugar de en una posición de toma de control y afrontamiento.

Nuestros pensamientos actúan como filtros de realidad, por lo que nuestra percepción e interpretación de los acontecimientos externos estará en función de lo que nos decimos ya sea o no realista.

Normalmente, estos pensamientos se producen en cadena. Esto quiere decir que de un pensamiento automático en particular, se deriva otro y de este, otro, hasta que descubrimos una creencia irracional profundamente arraigada en la persona, normalmente muy negativa y disfuncional.

Mujer-en-el-campo

Pongamos un ejemplo de cadena de pensamientos. Un chico viene a consulta aquejado de ansiedad debido a su trabajo como enfermero. El chico atribuye la causa de su ansiedad a algo externo, en este caso su trabajo, que según él, es sumamente estresante.

Lo que no sabe nuestro paciente es que la realidad es que su estrés no es debido a su trabajo, si no a su manera de interpretar y evaluar las condiciones de su empleo. Si investigamos dentro de su cabeza, encontraremos una cadena de pensamientos catastrofistas, intolerantes o exigentes, que es la verdadera causa de su estado ansioso.

Un ejemplo de encadenamiento

T: Por lo que me cuentas, tienes problemas de sueño debido al estrés que padeces. Dices que tu jefe te ha mandado a resolver muchas tareas complejas esta semana y te ha pedido que se hagan rápido, ¿Qué pensaste cuando te lo dijo?

P: Pensé que debo hacerlo todo perfectamente y rápido y que no voy a ser capaz

T: ¿Qué pasaría si no fueses capaz de hacerlo?

P: Que mi jefe me llamaría la atención y pensaría que no soy un buen profesional y yo me pondría muy nervioso.

T: ¿Cómo te afectaría a ti que tú jefe hiciese y pensase eso?

P: Sería terrible… He trabajado mucho para estar donde estoy y tal y como están las cosas…¡podría perder mi empleo!

T: ¿Qué ocurriría si pierdes tu empleo?

P: ¡Pues que no podría pagar todas mis facturas y encima me sentiría un fracasado, un gusano!

T: Si esto realmente ocurriese, ¿Qué consecuencias tendría?

P: No podría vivir, me sentiría como un deshecho social y mi vida sin trabajo dejaría de tener sentido

Si nos damos cuenta, este diálogo típico de terapia refleja una cadena de pensamientos catastrofístas que son exagerados pues no se basan en evidencias empíricas ni lógicas si no que están distorsionados debido a las creencias irracionales de nuestro paciente.

“Todo lo que somos es el resultado de lo que hemos pensado; está fundado en nuestros pensamientos y está hecho de nuestros pensamientos”

-Buda-

Al analizar la conversación, podemos ver que de un hecho en particular se derivan exageraciones que probablemente no ocurran y que si ocurriesen, tampoco serían tan horribles como la persona cree. El paciente dice tener problemas de sueño, pero en realidad se lo está provocando a sí mismo debido a la importancia tan grande que está atribuyendo a las cosas.

Esa importancia le hace sentirse ansioso y no poder conciliar bien el sueño y a su vez, la falta de sueño, le hace rendir peor en el trabajo, lo que le pone aun más ansioso y le produce más pensamientos exagerados y dramáticos y más problemas de sueño.

Laberinto

Todo esto se convierte en una espiral sin salida y en un cóctel emocional que al final puede acabar en baja o en un rendimiento deficiente en el trabajo, lo que acabará confirmando los miedos de nuestro paciente.

Cortando el círculo

Tenemos la llave de nuestras emociones, es muy relevante saber que somos los verdaderos dueños de cómo nos sentimos en cada momento. Nosotros decidimos cómo nos queremos sentir ya que no nos perturba aquello que nos pasa sino nuestro propio diálogo.

Por lo tanto, el círculo vicioso lo cortaremos cuando pensemos de forma racional y realista. No podemos dejar a nuestra mente fantasiosa pensar lo que quiera y cómo quiera.

Debemos obligarla y entrenarla para pensar conforme a los datos, a la realidad. No hay certezas de que nuestro paciente deba hacerlo todo a la perfección, pues esta no existe. Tampoco que su jefe vaya a pensar que es un mal profesional, quizá sea más indulgente de lo que nuestro paciente cree.

Y evidentemente, tampoco es realista creer que por perder un empleo, no podremos vivir y nuestra vida dejará de tener sentido. Cuando se cierra una puerta, se abren otras y siempre hay miles de alternativas, otra cosa es que en ese momento no las veamos. Obligándonos a pensar así, desactivaremos la espiral y tomaremos perspectiva respecto al problema.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.