¿Por qué a algunas personas no les gusta el contacto físico?

Para algunas personas el contacto físico resulta incómodo o amenazador, y esto puede deberse a patrones culturales, personales o a problemas sin abordar. Te contamos las principales causas.
¿Por qué a algunas personas no les gusta el contacto físico?
Elena Sanz

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz.

Última actualización: 01 agosto, 2022

Existen pocas cosas más reconfortantes que un abrazo. Este gesto nos hace sentir amados, apoyados y a salvo. Sin embargo, no en todos provoca estas agradables sensaciones. Para algunos, incluso un simple toque en el hombro puede generar una gran incomodidad.

Cabe mencionar que el contacto físico puede ser de diversos tipos y transmitir diferentes mensajes. Nos sirve para saludarnos y despedirnos, para transmitir apoyo, mostrar empatía o demostrar afecto. En definitiva, nos une y nos acerca a los demás y, para la mayoría, supone un estímulo de lo más grato.

Ahora bien, hay ciertas circunstancias y características personales que pueden hacer que este contacto se sienta como invasivo o amenazador. Si conoces a alguien que evita los abrazos, se incomoda con los besos y tiende a mantener una prudencial distancia física, tal vez te preguntes qué le ocurre.

En el caso de que sea una persona muy cercana a ti, es posible que incluso te hayas sentido rechazado por su actitud. Sin embargo, conocer sus razones te ayudará a comprenderlo. Te compartimos los motivos por los que esto puede suceder.

1. Estilo de crianza

Algunas investigaciones han encontrado que el grado en que mostramos afecto físico y nos sentimos cómodos con él depende del modo en que fuimos criados. Crecer en un núcleo familiar cercano y amoroso anima a los pequeños a adoptar este mismo estilo abierto y tendente al contacto físico. Por el contrario, si los progenitores eran poco demostrativos, es probable que los hijos adopten esta misma actitud distante.

Sin embargo, esto no es determinante, dado que en algunos casos ocurre justo lo contrario. Las personas que crecieron con carencia de afecto físico pueden posteriormente tratar de compensarlo, siendo ellos quienes toman la iniciativa y se abren a besar y abrazar a las personas cercanas.

Madre llorando e hijo consolándola
El estilo de crianza puede influir en la actitud y forma de relacionarse con los demás.

2. Baja autoestima e inseguridad

Si te desagrada el contacto físico, es posible que no cuentes con una autoestima sana y sólida. Y es que se ha visto que generalmente las personas más inseguras se sienten amenazadas ante la cercanía con otros; de algún modo se sienten más expuestas, y esto resulta especialmente amenazador si la persona sufre ansiedad social.

Al marcar y mantener las distancias, se siente un mayor control sobre la situación, la persona evita mostrarse vulnerable y, de algún modo, parece que estamos más a salvo del rechazo o de una vinculación emocional demasiado íntima.

Rechazar el contacto físico suele ser indicativo de una falta de confianza, ya sea en nosotros mismos o en los demás.

3. Autoimagen y conciencia corporal

La autoimagen y la relación que tenemos con nuestro propio cuerpo también pueden ser variables de peso. Es común que quienes se sienten incómodos ante el contacto con otros posean una pobre imagen de sí mismos y (de forma más o menos consciente) sientan rechazo hacia su cuerpo o su imagen.

Si una persona se siente fea, desagradable, poco atractiva, demasiado alta o baja, gorda o flaca o se percibe como llena de defectos, probablemente evitará ser tocada por otros. En cierta forma, puede sentirse indigna de ese contacto o excesivamente expuesta ante el mismo.

Además, estas sensaciones de desagrado pueden aparecer también en individuos con poca conciencia corporal, que no suelen escuchar a su organismo ni estar en contacto con él. Así, el toque o el abrazo de otra persona les hace regresar instantáneamente a ese cuerpo que no están acostumbrados a atender ni habitar realmente, y esto puede sentirse incómodo.

4. Patrones culturales

Evidentemente, el entorno en el que crecemos y en el que vivimos también moldea la opinión respecto a las muestras físicas de afecto. Y es que, como todos sabemos, en ciertas culturas esta cercanía física se fomenta y se enaltece, mientras que en otras se restringe y se coarta.

5. Miedos y fobias

En otras ocasiones, las personas pueden evitar acercarse a otras debido a una fobia a los gérmenes, a la suciedad o al contagio de ciertas enfermedades. Un miedo que ya existía con anterioridad pero que se ha extendido en gran medida debido a la situación sanitaria actual.

Por otra parte, aunque hay personas a las que no les gusta el contacto físico, hay otras que verdaderamente no lo soportan, causándoles gran ansiedad la sola idea de ser tocados por otros. En este caso, se trata de un miedo irracional conocido como hafefobia.

6. Traumas y abusos

Por último, haber sufrido abusos sexuales o físicos con anterioridad muy probablemente condicione a la persona a sentir rechazo por el contacto. Traumas y experiencias negativas anteriores pueden generar un gran miedo a establecer esa cercanía física con los demás.

Chica triste con los ojos cerrados
Los traumas y abusos pueden generar una actitud de rechazo en los demás.

Las personas a las que no les gusta el contacto físico también lo necesitan

La mayor o menor tendencia a buscar y disfrutar el contacto físico podría ser una característica de la personalidad. Y es que, en realidad, existen diferentes lenguajes del amor y cada uno de nosotros expresamos el afecto de forma diferente. Sin embargo, multitud de estudios avalan los beneficios del contacto físico para los seres humanos.

Este reduce los niveles de estrés, mejora la salud y el sistema inmune, potencia estados emocionales positivos y favorece las relaciones sociales. Por estos motivos es importante trabajar en aquellos aspectos que nos hacen percibir el contacto como desagradable o peligroso.


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