¿Por qué hay personas que no aprenden de sus errores?

No todo el mundo es capaz de aprender de sus errores. Según nos explica la ciencia, algo así podría deberse a la falta de de dos emociones: vergüenza y culpa. No obstante, hay más factores igual de llamativos, los analizamos a continuación.
¿Por qué hay personas que no aprenden de sus errores?
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 11 mayo, 2022

Hay personas que no aprenden de sus errores. Son esas que no solo tropiezan una y diez veces con la misma piedra, sino que además se encariñan con ella y la cargan sobre sus espaldas. Asimismo, es fácil pensar que este tipo de perfil evidencia poco más que una especie de ceguera ante la experiencia, una torpeza cognitiva o inmadurez emocional que les hace incurrir en unos fallos que para los demás son obvios.

Ahora bien, todos somos hábiles a la hora de ver la paja en el ojo ajeno, pero admitámoslo… ¿Quién no ha caído dos o tres veces en el mismo error? Es muy fácil, por ejemplo, derivar en el mismo tipo de relación de pareja una y otra vez, abrazándose a esos lazos que duelen y nos dejan secuelas. También es común empeñarnos en ciertas metas imposibles, esas que solo nos han traído fracasos.

¿Es cabezonería? En ocasiones, sí. ¿Es ingenuidad? Tal vez. De hecho, vale la pena recordar lo que pensaba Albert Einstein sobre la acción de errar una y otra vez, acto  base de la estupidez humana: hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes.

Nada es tan necesario para cada uno de nosotros como asumir esa «estupidez». Es decir, detectar el error, aprender de él e iniciar comportamientos alternativos para avanzar, crecer y mejorar en todos los sentidos posibles. Comprendamos por tanto por qué en ocasiones nos cuesta tanto lograr algo tan evidente.

Chico pensando y criticándose a sí mismo

Personas que no aprenden de sus errores: ¿a qué se debe?

Las causas por las que muchas personas no aprenden de sus errores son múltiples. No obstante, antes de profundizar en los orígenes, debemos tener en cuenta que hay «errores y errores». Uno puede equivocarse al confiar en las personas menos indicadas una y otra vez. También podemos hablar de quienes se plantean objetivos y fracasan siempre en el mismo punto, en las mismas cosas.

Ahora bien, existen también otro tipo de errores, como son los relativos a lo ético y lo moral. Pensemos, por ejemplo, en la población reclusa y en una de las finalidades de las instituciones penitenciarias: lograr su reinserción. Para ello, es necesario que esos hombres y mujeres que cometieron un delito en su día, sea conscientes de su falta, de su error, que se arrepientan de ello y vuelvan a la sociedad siendo otras personas.

Aprender de sus errores pasa por empatizar con el mal causado y ser capaces de defender otro tipo de valores. Otros más humanos, más éticos y respetuosos. Sin embargo, como bien sabemos, una parte de quien ha pasado por un módulo carcelario termina volviendo tarde o temprano. ¿A qué se debe? ¿Por qué las personas no aprenden de sus errores?

Culpa y vergüenza para aprender de los errores

Hay algo que todos hemos sentido en alguna ocasión cuando cometemos un error: vergüenza. Es más, si ese fallo genera daño a segundas personas lo que sentiremos es un fuerte sentimiento de culpa.

Esas emociones cumplen por tanto un papel crucial en el comportamiento humano: nos ayudan a enmendarnos, a querer solucionar determinadas cosas o hacerlas de otro modo para que esas sensaciones no vuelvan a aparecer. Es más, lo que queremos a su vez es que en la próxima ocasión, todo salga mejor por el bien de nosotros y también de los demás.

Así, una de las razones por las que algunas personas no aprenden de sus errores es porque carecen de esas emociones. Esto lo pudieron ver en un estudio realizado en el 2014. La Universidad George Mason entrevistó a 500 convictos de delitos graves y pudo ver que existían dos tipos de perfiles.

Los que se sentían culpables y mejoraban en la libertad condicional y los que evadían su responsabilidad y focalizaban la culpa en las circunstancias, en factores externos.

Chica con la mirada perdida

La mutación A1, otra causa por la cual las personas no aprenden de sus errores

Tilmann Klein y el Dr. Markus Ullsperger del Instituto Max Planck de Ciencias Cognitivas y Cerebrales Humanas en Leipzig, (Alemania) afirman conocer la razón por la que las personas no aprenden de sus errores. El origen sería genético y, concretamente, a raíz de lo que han definido como mutación A1.

  • Esta mutación reduce el número de receptores D2 en el cerebro, que son los sitios donde se acopla la dopamina.
  • ¿Qué implicación tiene algo así? Debemos entender primero qué papel cumple este neurotransmisor: favorece el aprendizaje, la motivación, la recompensa, la sensación del placer, entre otras funciones.
  • Si todas estas dimensiones fallan o trabajan a un nivel mínimo, no existirá motivación alguna por corregir errores, mejorar, superarnos o asumir nuevos aprendizajes.

Es sin duda un dato curioso que vale la pena tener en cuenta. En este caso, la incapacidad de aprender de los fallos tendría un origen cerebral.

¡La culpa es de los demás!

Para entender qué hay detrás de quien no asume ni enmienda sus errores, no podemos descartar un hecho: abundan en exceso quienes se desentienden de toda responsabilidad y la colocan sobre hombros ajenos. Es una conducta común. Es el reflejo más puro de la irresponsabilidad y la inmadurez.

Siempre resulta más fácil culpar a otros o asumir que es el destino quien ha jugado en nuestra contra. Si siempre fracaso en mis negocios es porque la economía va muy mal. Si he vuelto a iniciar una relación con un narcisista es porque el mundo está lleno de ellos. ¡Yo no soy responsable de nada!

Para concluir, este tipo de situaciones abundan mucho más de lo que pensamos. Pocas cosas resultan más relevantes en nuestra existencia que detectar el fallo, asumir la falta, el error, la equivocación y tener, a su vez, la audacia, la inteligencia y la sensibilidad como para asumirlo y repararlo.

Hacerlo no solo nos dignifica sino que favorece el crecimiento humano.


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  • Baumeister, R. F., Stillwell, A. M., Heatherton, T. F. (1994). Guilt: An interpersonal approach. Psychological Bulletin, 115, 243267.

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